EnglishEl poder de las ideas para moldear movimientos políticos ha sido groseramente subestimado en los últimos años. En realidad, algunas de las transformaciones políticas más grandes de la Historia tienen su origen en ideas que fueron desarrolladas en los confines solitarios de la casa de un intelectual, o en oscuros institutos académicos. Más allá de sus orígenes, las ideas pueden crecer y convertirse en un poderoso vehículo para el cambio social.
Como lo señaló el economista austríaco Friedrich Hayek en uno de sus trabajos más potentes, Los Intelectuales y el Socialismo, el triunfo de las ideas socialistas puede ser atribuido a los postulados impulsados por varios intelectuales. Comienzan en círculos de intelectuales relativamente acomodados y luego son difundidas a las masas a través de “vendedores de segunda mano”: periodistas, científicos, médicos, maestros, pastores, conferencistas, personalidades de la radio, escritores de ficción, caricaturistas y artistas.
Intelectuales como Milton Friedman asumieron la tarea de revertir esta tendencia y crear un contexto más favorable para liberalizar mercados. Fiel a sus creencias sobre el poder de las ideas, Friedman sabía que los grandes cambios, por lo general, surgen en lugares pequeños.
Fue en Chile donde la visión de Friedman fue implementada por primera vez a gran escala. Los resultados fueron nada menos que espectaculares, Chile pudo escapar de un auténtico colapso económico y experimentó un auge sin precedentes.
El éxito económico de Chile no fue casualidad; fue el producto de las ideas que Milton Friedman promovió en la década de 1950. Para comprender cómo logró un cambio tan radical, uno debe primero observar los orígenes de los Chicago Boys, el grupo de economistas chilenos que cumplió un rol fundamental en la transformación de la economía chilena durante los años setenta y ochenta.
Los Chicago Boys
Bajo la tutela de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), la Universidad de Chicago firmó un modesto acuerdo con la Pontificia Universidad Católica de Chile en la década de 1950 para instruir a un grupo de estudiantes chilenos de Economía.
A cambio, la Universidad de Chicago enviaría a cuatro profesores para colaborar con la Universidad Católica en el armado de su departamento de Economía. De ellos, Arnold Harbeger se convertiría en el principal mentor de los “Chicago Boys”.
Lo que parecía a simple vista otro programa de intercambio entre universidades se convertiría en trascendental para el ascenso económico de Chile.
Un país sumido en el estatismo
Al comienzo del programa, la economía chilena estaba estancada. Chile había sido otra víctima de la política de industrialización por sustitución de importaciones impulsada por Raul Prebisch. Existían 15 tipos de cambio distintos, onerosos aranceles y numerosos controles sobre las exportaciones e importaciones. Hasta la década de 1970, los diversos Gobiernos chilenos mantuvieron intacta la estructura neomercantilista.
Durante esta época de pesadumbre económica, los “Chicago Boys” publicaron El Ladrillo, un texto principalmente diseñado por el economista Sergio de Castro, que promovía la liberalización de todos los sectores de la economía chilena. Un texto que fue tristemente ignorado en su tiempo.
No fue hasta la presidencia de Salvador Allende (1970-1973) cuando los talentos de los Chicago Boys fueron desesperadamente necesarios.
En camino hacia Cuba
Aunque fue elegido democráticamente en 1970 por un estrecho margen, Allende estaba decidido a convertir a Chile en la próxima Cuba, debilitando sus instituciones democráticas. Mediante el control de precios, expropiaciones arbitrarias y una política monetaria laxa, Allende puso a la economía chilena al borde del colapso. Hacia 1973 la inflación se ubicaba en un 606% y el PIB per cápita cayó un 7,14%.
Bajo el comando del Gral. Augusto Pinochet, el Ejército derrocó al Gobierno de Allende. A pesar de este cambio tumultuoso, el Gobierno militar no tenía una clara visión económica para Chile.
La llegada de Milton Friedman
La visita de Milton Friedman a Chile en marzo de 1975 fue casi profética. Friedman había llegado a Chile con una gira de conferencias de una semana en varios think tanks. Eventualmente, el economista estadounidense se reunió con el general chileno durante 45 minutos. Desde el comienzo, Friedman reconoció que Pinochet sabía poco de economía y, tras la reunión, le envió una carta con un listado recomendando políticas para Chile.
Friedman fue contundente en su diagnóstico para la economía chilena: para que el país se recuperara iba a ser necesario adoptar medidas que garantizaran un verdadero libre mercado.
Ideas en acción
Las cabezas frías prevalecieron y Pinochet le permitió a varios discípulos de la Escuela de Chicago ocupar puestos en el Gobierno militar. En abril de 1975 se implementó El Plan de Recuperación Eocnómica. Pronto, Chile controló la inflación, abrió sus mercados, privatizó empresas estatales, y redujo el gasto público. Para los noventa, Chile estaba experimentando el mayor crecimiento de su historia.
Los números no mienten:
Un luchador por la libertad
Como liberal ejemplar, Friedman criticó las políticas represivas de Pinochet. Él comprendía que la libertad económica y política no eran mutuamente excluyentes. Los principios que constituyen su libro Capitalismo y Libertad inspiraron a José Piñera, un destacado reformista chileno, a sumarse a la revolución liberal de Chile.
Al igual que Friedman, Piñera comprendía el vínculo entre la libertad política y económica. Esto lo motivó a contribuir a la ratificación de la Constitución de Chile de 1980. La constitución más liberal de la historia de América Latina estableció la transición hacia elecciones libres y el regreso de Chile a la democracia.
Además, Piñera fue el arquitecto del sistema de seguridad social privado de Chile que facultó a millones de trabajadores y fomentó el crecimiento de una sociedad de propietarios. Este modelo ha sido exportado a decenas de países alrededor del mundo y ha fungido como modelo para alternativas de mercado a los sistemas de pensiones estatales.
El “milagro chileno” representó el primer gran triunfo contra el comunismo durante la Guerra Fría. La revolución liberal de Chile inspiró la Revolución de Thatcher en 1979 y la Revolución de Reagan en 1980. Estas ideas resonaron en todo el mundo y marcaron el comienzo del fin para los modelos económicos al estilo soviético.
Aún hay mucho trabajo por hacer. Los hijos ilegítimos del pensamiento marxista y keynesiano continúan sueltos en el continente. Pero una cosa es absolutamente cierta: cuando a una idea le llega su tiempo, nadie la puede detener.
Que en paz descanse, Milton Friedman.