Danny Glover, conocido actor estadounidense de 72 años -Arma Mortal, El Color Púrpura, Depredador-, activista social y embajador de buena voluntad de la Unicef, visitó Uruguay para participar del 1° Encuentro Nacional de Jóvenes de Mundo Afro.
Según reseña la prensa local, Glover tuvo una apretada agenda. Se entrevistó con la ministra de Desarrollo Social de Uruguay, Marina Arismendi; probó el mate; visitó a los huelguistas del Sindicato del Gas, y manifestó su preocupación por la victoria de Jair Bolsonaro como nuevo presidente de Brasil.
En esto, Glover coincidió -geográfica y temporalmente- con la izquierda de ese país: el presidente del partido de gobierno, Frente Amplio, Javier Miranda, dijo que si el nuevo mandatario brasileño lleva a su país al fascismo, Uruguay romperá relaciones con Brasil.
En una entrevista con EFE, Glover manifestó su temor hacia la propagación de ideologías racistas en la región. Usando la frase: “ningún hombre es una isla desierta” de Martin Luther King, señaló que esto puede afectar a todo el mundo.
Si se toma en cuenta que según el último censo de Brasil (2010), 50,7% (97 millones de brasileños) se definen a sí mismos como negros o pardos, una gran parte de este grupo debe haber votado a favor del candidato ultraderechista. Este obtuvo el pasado 28 de octubre 55,1% de los votos, es decir 57,7 millones.
Bolsonaro nunca ha mentido sobre su tendencia política, ni en su campaña. El mismo se autocalifica como de ultraderecha, se siente orgulloso de sus raíces militaristas, cree en el libre mercado y en la reducción de Estado, así como en la menor injerencia de este en la economía.
Tampoco es un recién llegado a la política brasileña. Bolsonaro tiene casi tres décadas como diputado (desde 1991), y si ganó, seguramente no fue por su impresionante propuesta política, sino más por la inocultable corrupción del partido de izquierda que hasta hace poco gobernó el país, el Partido de los Trabajadores (PT).
Pero el problema, en este contexto, no es Bolsonaro, sino Glover. No ha manifestado su preocupación ante el sonado caso de corrupción en Petrobras que puso tras las rejas al expresidente y líder del Partido de los Trabajadores, Luiz Inácio Lula da Silva. Este caso salpicó incluso a su predecesora, Dilma Rousseff, generando su destitución. Lo que al actor y embajador de buena voluntad le mortifica es que el nuevo presidente de Brasil es de “ultraderecha”, y ya eso es suficiente para imaginárselo en una caza de brujas contra los afrodescendiente de ese país.
Tampoco a Glover le preocupa la crisis social, política y económica que embarga a los venezolanos – incluyendo aquellos afrodescendientes- gracias a la dictadura de Nicolás Maduro y de su predecesor, y “gran amigo”, el fallecido expresidente, Hugo Chávez.
No se ha mostrado consternado ante el masivo éxodo de venezolanos, que según cifras de las Naciones Unidas -organismo al cual representa- asciende a unos 2,3 millones de personas. Situación que si movilizó a su colega Angelina Jolie, también embajadora de buena voluntad de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), quien visitó la semana pasada a Perú, para apoyar a los cientos de migrantes venezolanos quienes desesperadamente buscan refugio en los países vecinos huyendo de la dictadura de Maduro.
Más bien ha sido todo lo contrario, Glover se ha dedicado a apoyar el régimen chavista-madurista y a recibir dádivas en agradecimiento por este respaldo.
Este año, el actor le dio un espaldarazo a Maduro cuando éste convocó a las consideradas fraudulentas elecciones presidenciales del 20 mayo pasado, cuestionadas por muchos países del mundo y organismos multilaterales.
En una entrevista a Telesur, publicada el 17 mayo, pidió respeto a estos comicios. “Venezuela es una vibrante y deliberante democracia participativa, donde los ciudadanos tienen la última palabra en las urnas de votación”, dijo en su declaración. Además, hizo un llamado a la no injerencia en la resolución de las diferencias dentro del país, y además alabó el “avanzado y moderno sistema electoral, que ha sido ampliamente reconocido como uno de los más confiables del mundo, así como el hecho de que habrá presencia (durante los comicios) de observadores internacionales.
Sin embargo, Glover omitió mencionar dos cosas. Primero, el hecho de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) está completamente controlado por el régimen madurista, donde la directiva del organismo está vencida y no se ha permitido que la Asamblea Nacional cumpla con su misión de nombrar una nueva. Y segundo, que los observadores invitados a esas elecciones, fueron escogidos a la medida de la dictadura.
Previamente, Glover visitó a Maduro a mediados de marzo de este año, en el marco del Foro “Afrodescendientes y el Neoliberalismo en América Latina y El Caribe” que se realizó en Caracas. En esa oportunidad el dictador venezolano destacó la calidad humana del activista.
En un mensaje acompañado de un video difundido a través de su cuenta de Twitter, Maduro señaló que “conversar con un activista como Danny Glover enriquece el alma”, dadas las anécdotas y vivencias del también veterano actor del cine estadounidense”.
Conversar con un activista de los derechos de los afrodescendientes como @mrdannyglover enriquece el alma. Les comparto una de sus anécdotas. pic.twitter.com/mDCh9nuM9T
— Nicolás Maduro (@NicolasMaduro) March 29, 2018
Pero durante esta última visita del actor, Maduro se olvidó preguntarle qué había pasado con la película biográfica sobre el prócer de la independencia de Haití, François Dominique Toussaint-Louverture financiada por el gobierno venezolano. Tras firmar en 2007 una carta de intención para que la mitad del personal involucrado en la cinta fuese venezolano, Glover recibió del fallecido presidente Chávez USD $18 millones para producirla, y aún no se sabe nada del filme.
Esos USD $18 millones servirían en este momento para paliar algunas de las carencias que abruman a muchos venezolanos, en especial niños, que padecen hambre o mueren en los hospitales públicos del país por falta de insumos. Ese sería un gran gesto del embajador de buena voluntad de la Unicef.
Pero Glover parece más un embajador de “buena voluntad” de la izquierda suramericana. Y si existiera un premio Oscar para reconocer la labor que hacen algunas estrellas de Hollywood a quienes las Naciones Unidas le han asignado ese título en algunas de sus agencias, este año en la categoría de Suramérica, definidamente iría para Angelina Jolie.