Una casa discreta de un barrio residencial en San José es la sede de dos salas de redacción que intentan emular lo que alguna vez fueron, antes de que un dictador despojara de sus vidas a este grupo de periodistas. Nicaragüenses todos, orgullosos de serlo y añorando la tierra que tanto aman y que hoy ven sufrir a la distancia.
Estoy aquí para visitar a la periodista Lucía Pineda Ubau, expresa política del régimen de Daniel Ortega que hoy se reinventa en su segunda patria: Costa Rica, donde vive toda su familia.
“Mirá, aquí transmitimos 100 % noticias“, me dice al señalar una esquina en la que hay un escritorio blanco y una pantalla verde. Cámaras pequeñas pero efectivas y computadoras para insertar la parte gráfica.
Las oficinas de 100 % noticias, dirigido por el periodista Miguel Mora, fueron allanadas y decomisadas en diciembre del año pasado. En ese operativo fueron aprehendidos Mora y Pineda, quienes pagaron seis meses de cárcel por cargos de terrorismo y promoción del odio hasta que una amnistía logró sacarlos de su presidio.
Desde el momento en que doña Lucía fue liberada supo que debía salir de Nicaragua, y aquí se encontró con algunos compañeros que huyeron del país cuando ella fue detenida.
“Vení por acá”, me indica. Pasamos a la cocina de la casa, donde hay un escritorio con dos computadoras y sus respectivos redactores. Al frente, una salita con sillones rojos muy bien iluminada.
“Este ya es otro medio. Es Nicaragua actual“, me explica.
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— NicaraguaActual (@NicaraguaActual) June 19, 2019
En esta casa viven tres periodistas. En el caso de Nicaragua actual, han ido abasteciéndose del equipo necesario gracias a donaciones. De manera providencial han logrado pagar el alquiler de este lugar en el que pasan las largas horas de un exilio no deseado y cada vez más pesado.
Lucía Pineda intenta convencer a sus colegas de que su labor es sumamente importante. La censura del régimen de Ortega acaba de cerrar El nuevo diario y amenaza seriamente al periódico La prensa. De seguir la tendencia actual, para fin de año en Nicaragua no habrá opciones independientes para informarse. Serán los periodistas del exilio los que tengan que reportar para sus compatriotas.
Esta situación no es extraña para los venezolanos. Sin embargo, la celeridad con la que ha corrido la crisis nicaragüense es signo inequívoco de que la dictadura tiene la intención de restringir las libertades a los ciudadanos en un tiempo récord.
Me comentan que pronto otro grupo de periodistas exiliados volerá a Nicaragua. No me dicen quiénes son por seguridad, pero afirman que no son pocos los periodistas que quieren regresar a su país a hacer su trabajo desde adentro, sin importar los riesgos.
Ha llegado la hora del almuerzo. Todos comemos juntos en un improvisado comedor que hay en la parte trasera de la casa. Hay un clima de gran hermandad. El tema de conversación hoy es Masaya. Todos recuerdan la intensa cobertura de las protestas del año pasado.
“Yo no me acerco a la frontera porque yo soy loco. Si yo veo Nicaragua soy capaz de entrar y quedarme”, dice uno de los reporteros. Saben que no pueden hacerlo, pues ello perjudicaría los trámites migratorios que siguen su curso.
Llega la hora del café. Deben preparar las informaciones para el noticiero de la noche. Cada vez que sale algo relevante se lo comentan a Pineda. Ella decide el formato que tendrá en el noticiero de 100% noticias.
En esta casa se habla poco de lo que sucede en Costa Rica. Este país es solo el centro de operaciones, pero el corazón está en Managua. Volver a casa: ese es el sueño de todos.