Estimado Juan:
Lo primero que leí hoy al despertar fue la entrevista que el periodista Javier Lafuente te hizo. Es, a mi parecer, la mejor entrevista que te han realizado. El desempeño del periodista estuvo a la altura de la coyuntura y eso es de celebrar, pues en el pasado has optado por conceder entrevistas únicamente a quienes te permiten exponer los puntos que llevas preparados y se conforman con tus respuestas. Lafuente es una excepción valiosa.
Si bien las preguntas fueron acertadas, las respuestas prendieron en mí numerosos focos rojos que expondré a continuación. Iremos en orden.
Cuando Lafuente te preguntó si este 2019 había resultado un fracaso respondiste:
“Bueno, pero es que ¿cuál es la medida? ¿cuál es la variable? Si es que Maduro está en Miraflores, es una variable absurda para entrar a analizar 2019, cuando veníamos de unas expectativas de menos diez. Si esa es la variable, no solamente sería injusto para mí, sino para la sociedad venezolana, que ha resistido los embates, que mantuvo una movilización, una visibilización de la crisis (…)”.
Debo decir, estimado Juan, que la medida del fracaso en este 2019 es la permanencia de Maduro en Miraflores. No me interesa si piensas que es injusto de mi parte verlo de esa manera. Así lo veo. Porque, contrario a lo que has dicho en otras ocasiones, esta sí es una lucha por el poder.
Cuando te escucho decir que “el régimen ha querido hacer ver que esta es una lucha por el poder, y eso no es así. Esto es una lucha para vivir con dignidad”, un impulso de rabia recorre mi cuerpo queriendo despedir de inmediato a quien te convence de decir semejante estupidez.
¡Por supuesto que esta es una lucha por el poder! ¡Por supuesto que hubo movilización! Pero me temo que justamente esa forma de pensar mediocre y politiquera fue la que hizo de este 2019 un agujero negro del que no salió nada verdaderamente útil para quienes siguen dentro de Venezuela.
Cuando el periodista te preguntó por los errores cometidos, dijiste que por momentos pareció que en “el círculo interno de la dictadura” estaban “dispuestos a una salida negociada, como en el caso de la mediación de Noruega”.
Parece mentira que haya sido tan fácil para el régimen hacerte pensar que de verdad querían irse negociando. Inexperiencia, ingenuidad, torpeza o complicidad: ¿qué fue lo que privó ahí?
Quizás el momento de mayor interés sea cuando Lafuente te preguntó si tendría algún sentido una intervención militar. Esta fue tu respuesta:
“Yo creo que no. Yo no veo una intervención militar formal. Yo creo que hay otra página distinta. Tenemos la posibilidad de elegir un nuevo CNE, que abriera las puertas a unas elecciones realmente libres (…) Poner en la mesa la opción de una intervención, que es el símil de una guerra, no creo que sea positivo, ni es factible. Lo que tenemos que buscar son herramientas para desplazar a la dictadura”.
Leer esta declaración me resulta descorazonador, pues tal pronunciamiento hace que el régimen se sienta aún más cómodo para hacer planes a largo plazo. Desplazaste la opción armada en busca de “alternativas” electorales. Grave error.
Sobre María Corina Machado, afirmas que es “importantísima, con una muy buena voz a nivel internacional, que opta más por una opción de fuerza. El reto va a ser cómo alineamos todos estos grupos”.
Queda de manifiesto que tu posición y la de Machado difieren, y que preferirías que se alineara con los grupos que apoyan la ruta que propones (que no ha rendido frutos).
Dices querer una oposición unida —incluso con “un sector del chavismo”— pues “la percepción de división puede generar daños”.
En mi opinión, ya expresada en una columna previa, es justamente la unidad la que ha perjudicado este proceso, pues los intereses que se protegen dentro del Frente Amplio son incompatibles con la lucha por liberar al país.
Más adelante, haces referencia a tu carencia de un aparato mediático público para invertir en propaganda, pero omites decir que tu partido colocó a un directivo de EVTV como presidente del Tribunal Supremo de Justicia Legítimo y que tu jefe de prensa, Alberto Federico Ravell, preside el portal web La Patilla. Tu aparato de propaganda se ha consolidado con el paso de los meses.
Cuando Lafuente te preguntó si, tras el fracaso del cese de la usurpación y el gobierno de transición es momento de pensar en elecciones libres, respondiste sin miramientos que “lo estamos pensando desde el 5 de enero de este año”.
Me permito citar textualmente este fragmento de la conversación:
- Para que sean elecciones libres tiene que haber un árbitro independiente, poder elegir nuestros candidatos, no la dictadura a través de la inhabilitación o la persecución.
- ¿Estudia la posibilidad de unas elecciones sin que se cumplan las otras dos variables?
- Hay que tener unas elecciones libres. Sin un nuevo CNE no existe una elección libre. El gran dilema es: ¿es posible poder tener la reinstitucionalización y la garantía de una elección presidencial con Maduro en Miraflores? Eso es un debate en curso.
- ¿Y usted qué opina?
- Hoy creo que no. Eso puede cambiar a partir del 5 de enero, con un CNE electo por el Parlamento, un Parlamento en plenas funciones. Hoy con Maduro ahí no habría elecciones libres realmente.
- Pero si cambiase del CNE…
- En el terreno de las suposiciones y la especulación, si tenemos un nuevo CNE, todos los candidatos habilitados, los partidos legalizados, un Tribunal Supremo de Justicia imparcial, bueno, eso ya es una transición de por sí.
Entendemos entonces que la intención de nombrar a los nuevos rectores del CNE significa para ti quitar el principal obstáculo que hay para que existan comicios libres. Esa, Juan, es una falacia.
Considerar que un nuevo CNE con Maduro en el poder y un catálogo de “garantías” por parte del régimen es “ya de por sí una transición” es caer en un error macabro que solo conducirá a otro fraude.
¿Qué elecciones libres pueden ser posibles con el monopolio de las armas bajo el control de una tiranía?
Dices que “mal pudiera yo subyugarme a una persona, dos o tres. Consulto no solamente a Leopoldo, sino a muchos otros líderes de la oposición, a aliados importantes en el mundo”.
Claro está que los liderazgos a los que consultas se encuentran dentro del G4, y me atrevo a aseverar que tus aliados internacionales han perdido confianza en la ruta, empezando por Colombia y Chile, quienes fueron sorprendidos por tu decisión de ir a dialogar con el régimen a Noruega.
Cada vez que Estados Unidos demuestra dudas, con una llamada conveniente, logras que salga un funcionario a reiterar un apoyo que no pasa de sanciones.
Eso, Juan, no es apoyo. Es mero compromiso. Quienes apostaron por ti no pueden hacerse a un lado, aunque no dudo que lo deseen.
Uno de los aspectos más lamentables que quedó de manifiesto en esta entrevista fue tu carencia de autocrítica al asegurar que el 23 de febrero solo hubo un “error de comunicación. Se erró en comunicar esa percepción de que se perdió algo”.
¿Es posible que sea yo quien tenga que explicarte en diciembre que el 23 de febrero fue tu primer fracaso del año? Si de verdad no has sido capaz de asumir eso ahora entiendo un poco mejor por qué este proceso colapsó tan fácilmente.
Veo difícil, estimado Juan, enmendar tanto desatino. Mi única reflexión es la siguiente: no hay opción posible para alcanzar la libertad que pueda ser conducida por Leopoldo López. Abre los ojos: te han utilizado y convertido en un títere cuyo final está cada vez más lejos de ese lugar reservado para pocos llamado “gloria”.