El Ministro de Trabajo de Colombia, Ángel Cabrera, en entrevista con el periodista Yamit Amat, anunció la creación de una Misión de Empleo. Ya ha habido otras en el país, como la Misión de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 1970, y la Misión Chenery, en 1986. La Misión para reducir la Pobreza, de 2004, dirigida por Hugo López, también presentó propuestas sobre el mercado laboral. Hablamos con el economista Luis Guillermo Vélez para que nos comente sobre los alcances de esta misión.
¿Cómo está afectado la cuarentena el mercado laboral colombiano?
Lo más probable es que la tasa de desempleo se eleve al 20 % y la informalidad llegue el 60 % como consecuencia de la recesión profunda de la economía por la parálisis impuesta por la cuarentena. El ministro afirma que se han recibido 19 solicitudes de despidos masivos sin que hasta el momento se haya aprobado ninguna. Lo más seguro es que esa gente, con aprobación o sin ella, esté desempleada en este momento.
¿Qué retos ve para la nueva misión de empleo?
En la entrevista con Yamit, el ministro dijo que “los derechos laborales no son negociables”, es difícil que esa misión pueda decir algo que valga la pena, pues si se quiere que el empleo creado por la nueva misión no sea solo el de sus miembros, es necesario tomar el toro por los cuernos y realizar reformas radicales en el mercado laboral. Sin ello la recuperación de la economía se hará muy lenta y llevar la tasa de desempleo al nivel de un dígito tardará diez o más años.
¿De qué reformas habla usted?
Es amplia la evidencia que muestra que en aquellas regiones del país donde el salario mínimo es elevado con relación al PIB per cápita regional, son mayores el desempleo y la informalidad. Es absurdo pretender que se pague en el Chocó el mismo salario mínimo que en Bogotá.
En segundo lugar, se deben eliminar los costos de despido de los trabajadores cuando ya no se requiere de su trabajo. Los políticos deberían entender que mientras más costoso es despedir a un trabajador más difícil es la decisión de contratarlo. Los empresarios solo se deciden a ampliar su nómina cuando están completamente seguros de que encontrarán mercado para la producción adicional. El que sea más fácil prescindir de los trabajadores no aumenta el desempleo, sino que lo reduce porque facilita la contratación.
Aparte del salario mínimo y el elevado costo de despido, ¿ve otros problemas para que las empresas eleven su contratación?
Hay que reducir las cargas parafiscales y de seguridad social que pesan sobre la nómina. En Colombia esas cargas equivalen a más de 70 % de salario pactado. Esas cargas son responsables de la elevada informalidad laboral y seguramente serán un obstáculo para la reactivación de la economía y el empleo.
También debe flexibilizarse completamente la jornada laboral. Se debe permitir la contratación por semana, días e incluso horas, y eliminar todos los recargos por trabajo nocturno, dominical o festivo.
En lo inmediato, el Gobierno, haciendo uso de la emergencia económica, debería expedir un decreto suspendiendo la vigencia de pactos y convenciones colectiva de suerte que empresarios y trabajadores puedan renegociar los salarios. De hacerse prontamente, esto haría menor la caída del empleo formal.