En una mañana otoñal del 18 de septiembre de 2019, en el afluente barrio judío de Buitenveldert en Amsterdam, tras despedirse de su esposa e hijo, a eso de las 7:40 de la mañana, el abogado Derk Wiersum era tiroteado a muerte por un sujeto que vestía un hoodie negro, los vecinos cuentan que el abogado gritó “largo de aquí” seguido de un “maldita sea” antes de escucharse los disparos. Tras asestarle 10 tiros al abogado, el sicario escapó en una furgoneta Opel Combo blanca.
Derk Wiersum era el abogado de Nabil Bakkail, un testigo clavé en el caso Marengo, un juicio para procesar a los jefes de la Mocro Mafia, una organización holando- marroquí responsable de múltiples homicidios y el tráfico de estupefacientes en los Países Bajos. El asesinato de Wiersum era parte de la estrategia de la mafia marroquí para amedrentar testigos, ya en 2018 el hermano Bakkail había sido asesinado en circunstancias similares.
Por años Holanda ha sido visto como un destino turístico, donde prevalece la errónea concepción de que las drogas son legales, no lo son, pero se toleran y rara vez su posesión lleva a un encarcelamiento. En cierto sentido, los Países Bajos han creado el entorno perfecto para que prospere el narcotráfico. Con su extensa red de transportes, sanciones por posesión de drogas relativamente laxas y su proximidad con varios mercados lucrativos, como Francia, Reino Unido, y Alemania, la convierte en un hub ideal para el flujo de narcóticos en Europa occidental.
Hubo una época donde Holanda era un importador neto de drogas como la cocaína de los cárteles colombianos que llegaba a través de las mafias italianas. Hoy Holanda se ha vuelto un exportador y controla un mercado de drogas sintéticas en el que se ha vuelto líder. La fabricación de drogas como MDMA, LSD, anfetaminas, GHB, mentanfetaminas, y Molly se encuentran entre las principales actividades del lucrativo portafolio de los traficantes holandeses. Este mercado se avalúa alrededor de los 18 mil millones de Euros al año.
Es tal la infraestructura exportadora alrededor de estas drogas sintéticas, que el producto de Holanda se puede ver distribuido en el resto del mundo en cuestión de días. En entrevista con la BBC, el jefe del sindicato de la policía, Jan Struijs, comentaba: “El día que Donald Trump asumió la presidencia, se encontraron en Schiphol las primeras tabletas distintivas de éxtasis naranjas ‘Trumpies’; 24 horas después estaban a la venta en Australia”.
Según el autor del bestseller Gomorra, y estudioso del crimen organizado Roberto Saviano, “Hay clanes de todo el mundo, porque Holanda es uno de los puertos de tránsito más importantes. Saben que quien controla Holanda tiene una de las arterias del mercado mundial de drogas”.
Los capos de la droga colombianos comenzaron haciendo envíos a África Occidental. Luego, las drogas se dirigieron hacia el norte a través de antiguas líneas de contrabando hasta Marruecos, y allí los marroquíes aprovecharon las rutas de migración a los Países Bajos y el establecimiento de una comunidad para apoderarse de estas rutas de tráfico.
De ese fenómeno es donde salieron capos como Ridouan Taghi y Said Razzouki, los jefes de la Mocro mafia, y responsables del asesinato de Derk Wiersum. Estos dos capos ya se encontraban prófugos antes del asesinato de Wiersum, y se cree que controlaron durante mucho tiempo la exportación de drogas sintéticas, y la importación de cocaína a los Países Bajos. Taghi fue capturado en diciembre del año pasado en Dubai, y Razzouki fue capturado en Sabaneta, Colombia, municipio perteneciente al área metropolitana de Medellín.
La sociedad holandesa pareció haberse dado cuenta del alcance de los grupos delincuenciales en 2012 cuando dos niños perecieron por el rebote de balas en un intento de asesinato al capo Benaouf Adaoui; esta situación no ha hecho sino empeorar.
En el último año, el bajo mundo de Amsterdam ha sido responsable de atrocidades insólitas en un país del primer mundo como Holanda, dentro de las que se incluye la muerte de un hombre de 35 años y dos niñas por el rebote de balas de un fusil kalashnikov en un tiroteo; el asesinato de una madre al frente de su hijo, y el abandono de una cabeza al frente de un Coffe Shop, de los que personas vinculadas a la mafia tendrían participación.
La guerra en el bajo mundo holandés a trascendido el vulgar conflicto de bandas y ha comenzado a afectar la vida de la población civil, en tanto que la mafia comienza a adoptar tácticas dignas de un cártel comenzando a amedrentar juristas y periodistas.
Seis semanas después del asesinato de Weirsum otro abogado, Phillipe Schol, fue herido con un tiro en la pierna mientras paseaba su perro. Schol era el abogado de otro testigo clave en contra de la mafia marroquí.
Martin Kok, un antiguo gangster, tornado en periodista tras terminar su condena, que se dedicó a reportar sobre el bajo mundo holandés, fue asesinado el 8 de diciembre del 2016, tras sobrevivir sin darse cuenta, a otro fallido intento de asesinato ese mismo día, captado en cámara, donde al sicario aparentemente se le habría atascado la recamara de su arma. Según la investigación resultante personas vinculadas a organizaciones en Glasgow habrían participado en la ejecución del homicidio.
En cuanto a la prensa, la mafia no ha escatimado en recursos para amedrentarla, el 21 de junio de 2018 personas asociadas al grupo de bikers Caloh Wagoh atacaron con un rocket al edificio de la revista holandesa Panorama.
Ese mismo mes uno de los principales diarios de Holanda, Der Telegraaf, fue víctima de un siniestro cuando un hombre incendió una van cargada de diesel al frente de la sede del periódico. Tanto Panorama como Der Telegraaf fueron atacados tras publicar historias relacionados con Ridouan Taghi.
Por si fuera poco, el narco ya está causando impacto considerable en el medio ambiente. La región Brabant se ha visto especialmente afectada por la cantidad de desperdicios dejados en su área rural, que ya ha causado la contaminación de varios afluentes y la muerte de flora y fauna de la zona. Los expertos estiman que al año la producción de drogas sintéticas en Holanda deja alrededor de 255 toneladas de desechos tóxicos, la mayoría termina en ríos y bosques del campo holandés.
A pesar de la situación la policía holandesa en conjunto con la Interpol logró hackear un chat conocido como Encrochat, una especie de whatsapp utilizado por la delincuencia a lo largo del mundo. La interceptación de este chat llevó este año al arresto de más de 100 personas en Holanda, el Reino Unido, España, Alemania, Italia, Irlanda y Suecia; junto con el desmantelamiento de más de 19 laboratorios, y la incautación de 20 millones de euros, 1 200 gramos de metanfetamina y toneladas de cocaína. En Rotterdam la policía incluso desmanteló 7 containers que habían sido convertidos en cámaras de tortura por la mafia.
Con el arresto de los dos capos de la Mocro Mafia, y el mega operativo puede que Holanda haya comenzado a desmantelar estas estructuras criminales, o puede que solo esté descubriendo la punta del iceberg. Aunque los Países Bajos distan mucho de alcanzar los niveles de violencia de Colombia o México, el narco europeo ha aprendido del latinoamericano, y no titubea en hacer uso de la violencia, incluso hacia civiles para alcanzar sus objetivos.
Esta nota querido lector es la primera de muchas sobre una serie que se dedicará a diagnosticar el fenómeno del narcotráfico moderno y levantar alarmas sobre su alcance real. Bienvenido al mundo de los Narcos 4.0.