Esta semana la mayoría de los países de la región han decidido manifestarse respecto a la crítica situación que vive Venezuela y la posición que asumirán ante unas fraudulentas “elecciones presidenciales” que se van a llevar a cabo en ese país el próximo 20 de mayo.
La situación que se vive en la nación petrolera se ha convertido en un tema prioritario para toda América e incluso para el resto del mundo. La posición que en este momento asuma cada Gobierno, no solo resulta determinante para la lucha contra ese régimen dictatorial, sino que además es fuertemente reveladora porque vislumbra el sistema político que apoya cada país y que podría ser capaz de aplicar sobre su propio territorio.
Gobiernos como los de Chile, México, Perú, Argentina, Panamá, Costa Rica, entre otros, han sido muy claros en que no reconocerán los “resultados” que se produzcan en esas supuestas elecciones.
El pasado jueves 17 de mayo, Colombia no solo reiteró su postura, sino que denunció un plan del régimen de cedular y trasladar a colombianos para que voten el próximo domingo. Canadá también hizo un anuncio asegurando que no permitirá que se instalen centros de votación en su país por incumplimiento en el proceso. Mientras que el Gobierno de los Estados Unidos y la Unión Europea siguen advirtiéndo al régimen que, de continuar con estas fraudulentas elecciones, se aplicarán más sanciones contra su gobierno.
Sin embargo, Ecuador ha decidido no ser tan claro respecto a su postura. El pasado 16 de mayo, la ministra de Relaciones Exteriores, María Fernanda Espinosa, se limitó a decir que su país “respeta su Constitución” en la que se habla sobre la “no injerencia en los asuntos internos de otros Estados”.
Aunque la canciller ecuatoriana aseguró que no es indiferente ante lo que ocurre en Venezuela, comentó que la resolución de la crisis que allí se vive solo debe provenir del mismo pueblo venezolano, lo que resulta insuficiente considerando la gravedad de lo que ocurre.
Ecuador, como miembro de la Organización de los Estados Americanos (OEA), está comprometido a promover y luchar por la democracia de su país y del resto de la región, por lo que asumir una posición de “no hacer nada” en contra de la dictadura y de las violaciones de los derechos humanos, podría traducirse más en un apoyo al régimen autoritario que en una lucha por la democracia.
Actitud “tibia” de Moreno “deja mucho que desear”
Desde que Lenín Moreno asumió la presidencia de Ecuador, ha tratado de crear una imagen de “verdadero demócrata”, separándose de las políticas de su antecesor Rafael Correa. Sin embargo, posturas como la que asumió frente a las elecciones en Venezuela evidencian que no hay una diferencia de fondo de la anterior administración.
Arianna Tanca, analista político y miembro de la Fundación Ecuador Libre, explicó a PanAm Post que no existe una ruptura real con el correísmo, porque sus cambios han sido de “forma y no de fondo” y que aunque resulta “refrescante” tener a un presidente aparentemente “más tolerante, menos impulsivo y represivo”, esto es algo que “todo presidente debería tener” .
“Lenín Moreno tiene las mismas ideas que tenía Rafael Correa para gobernar, porque los dos son fieles creyentes del “Socialismo del Siglo XXI”, entonces no van a lograr cambios hasta que no se cambien las ideas para gobernar a un país”, dijo.
Tanca reconoció que se han hecho importantes cambios positivos, pero que estos aún son “pequeños e insuficientes” para que el país tome la dirección correcta y como evidencia de ello está precisamente la “falla” de su postura frente a la crisis venezolana.
“Si bien Moreno ha tenido una actitud más tibia (que Correa), eso no es suficiente porque el problema en Venezuela es una crisis humanitaria, económica, social y política, y como demócrata no se puede ser tibio”, opinó.
Para la experta, si se quiere dar la imagen de defensor de la democracia es necesario condenar y llamar a las cosas como son “y en Venezuela se vive una dictadura”.
“Nadie dice que se vayan a meter tropas ecuatorianas en Venezuela, pero como demócrata hay que decir las cosas como son, Venezuela vive una dictadura”, aseveró.
Tanca explicó que no condenar abiertamente una dictadura deja mucho que desear de un presidente y deja claro lo que entiende esta administración por democracia.
“Seamos realistas, detrás de esas declaraciones se esconden muchos intereses políticos y económicos (…) y si la convicción democrática está en que tus intereses políticos y electorales sobrepasen el sentido común y la noción de lo que es correcto, tenemos un problema”, concluyó