A principios de esta semana publicamos un artículo de opinión titulado “Maduro derrota a Trump, Abrams anuncia la rendición“, que parece haber causado revuelo en el Departamento de Estado.
El viernes recibimos una llamada de Lydia Barraza, una portavoz de idioma español de Foggy Bottom, expresando su descontento con nuestra nota. Inicialmente nos causó gracia cuando ella mencionara con tono amenazante que el National Security Council y la Casa Blanca considerarían a PanAm Post un “troll ruso”.
Nuestros lectores habituales seguramente se reirán con esta afirmación, pues conocen nuestra línea editorial. Por lo general, se nos acusa de ser demasiado libertarios, demasiado pro-Trump o demasiado conservadores.
Entre los socialistas latinoamericanos somos tan populares como Ayn Rand o Ludwig von Mises. Ahora, según Barraza, seríamos conservadores, libertarios, anti-socialistas, pro-Trump y trolls rusos. Qué buena idea. ¡Tal vez podamos conspirar y seguramente tendremos miembros del Partido Demócrata leyéndonos ahora!
Nuestras carcajadas iniciales cesaron cuando nos dimos cuenta de que las palabras de la portavoz eran en serio.
La señora Barraza objetaba el análisis de nuestro columnista a las declaraciones de Elliott Abrams —el enviado especial de los Estados Unidos para Venezuela— a una estación de radio colombiana y, en particular, objetaba nuestro titular (elegido por quien escribe esta nota), exigiendo: “Debe ser cambiado”.
Después de la conversación telefónica inicial, en la que expresamos nuestra voluntad de publicar todo lo que el Departamento de Estado considerara necesario para aclarar su posición, o incluso publicar una corrección si se demostrase con pruebas de un error de nuestra parte, hablamos dos veces más. Para la tercera llamada, la señora Barraza exigía tajantemente que cambiáramos nuestro titular o sufriríamos consecuencias.
Desafortunadamente para la señora Barraza, ella ignoraba el hecho de que la mayoría de nosotros en este medio hemos vivido situaciones muchísimo peores que las amenazas de una burócrata de Washington.
Muchos en nuestro equipo han sufrido heridas de bala, han sido bombardeados, perseguidos por un tanque de guerra y llevados a los tribunales por el régimen de Hugo Chávez o Nicolás Maduro. Varios en nuestro equipo viven en el exilio. Las amenazas no son una buena idea al tratar con nosotros.
El artículo de Orlando Avendaño y las palabras del señor Abrams hablan por sí mismos, sin embargo vale la pena una explicación sobre el titular.
El artículo 187 de la Constitución venezolana, párrafo 11, establece que la Asamblea Nacional puede solicitar una intervención armada extranjera en el país. En otras palabras, el parlamento venezolano puede solicitar una presencia militar extranjera en el país y, por lo tanto, esta sería completamente legal según el derecho internacional.
La declaración del señor Abrams a Radio Caracol fue inicialmente inofensiva: “No creo que Europa, América Latina, Canadá y Estados Unidos estemos pensando, en este momento, en una reacción militar”. Abrams ha realizado declaraciones similares varias veces desde el 1 de marzo. De hecho, es perfectamente razonable decir que, en este momento, Estados Unidos no está considerando una reacción militar.
Sin embargo, cuando se le preguntó sobre la discusión de la Asamblea Nacional de Venezuela en torno la solicitud de intervención de acuerdo con el artículo 187,11, el señor Abrams decidió responder. Podría haber permanecido en silencio o podría haber evadido el tema, pero optó por responder. Y lo hizo de la siguiente manera: “Creo que es prematuro. Creo que no es el día (…) Mi consejo sería que en este momento no sería muy útil”.
El señor Abrams le estaba diciendo a la Asamblea Nacional de Venezuela que, en su opinión, invocar el Artículo 187.11 de la Constitución venezolana no contaría con el apoyo de Estados Unidos.
Una declaración de este tipo, junto con la ratificación inicial de que no había ninguna acción militar sobre la mesa, se traduce en lenguaje sencillo en algo como esto: “No estamos pensando en una acción militar, ni tampoco queremos que ustedes la soliciten, aún y cuando sea perfectamente legal hacerlo”.
En otras palabras, el camello proverbial pasará más fácilmente a través del ojo de una aguja antes que los Estados Unidos consideren una acción militar.
El excelente artículo de nuestro columnista Orlando Avendaño deja bastante claro por qué una declaración tan dramática podría considerarse una victoria para Maduro, y cómo esto podría ser muy peligroso para algunos de los principales líderes opositores de Venezuela. Pero hay otra consecuencia.
El señor Abrams, con su declaración, se entrometió directamente en la lucha política interna entre los partidos de oposición de Venezuela. La invocación del Artículo 187,11 ha sido la discusión política principal en Venezuela a lo largo de semanas. Incluso, el presidente interino Juan Guaidó declaró el lunes pasado, dos días antes de las declaraciones de Abrams, que le pediría a la Asamblea Nacional que votara sobre la medida lo antes posible.
Cabe señalar que dentro de la oposición venezolana hay tres grandes grupos: los que están claramente a favor de mercados libres, son pro-estadounidenses y anti-socialistas; los socialdemócratas, quienes no se oponen al libre mercado y respaldan la democracia representativa; y los colaboracionistas, que llegaron al parlamento gracias a las medidas del régimen de Maduro impidiendo que muchas figuras importantes participaran en las elecciones parlamentarias mediante falsos procedimientos legales e incluso encarcelamiento.
El primer grupo ha estado promoviendo activamente el artículo 187.11. Saben, como dice el artículo de Avendaño, que Maduro solo dejará el cargo por la fuerza. El segundo grupo ha sido ambivalente, en parte debido al miedo, y en parte debido a un rechazo casi automático a lo que el primer grupo propone. El tercer grupo ha sido activamente hostil a la idea, aunque no públicamente, ya que sería un suicidio político oponerse a la medida.
Ahora el señor Abrams aparece con su declaración, no solo dando oxígeno a los colaboracionistas y debilitando la postura política de los más cercanos a los EE. UU. y los mercados libres, sino que al mismo tiempo hace extremadamente difícil tomar la medida en el futuro.
Si la Asamblea Nacional ahora rechaza la medida, algunos reclamarán que fue rechazada por solicitud del Departamento de Estado de Estados Unidos. Si se aprueba, algunos pensarían que la acción militar estadounidense es inminente, ya que los EE. UU. deben haber dado su aprobación.
Para cualquiera que entienda estos temas, las declaraciones del señor Abrams representaron una retirada completa de cualquier amenaza creíble de fuerza contra el régimen de Maduro, al menos en el futuro previsible. Evidentemente, Maduro verá esto como una victoria temporal, particularmente dada la retórica oficial de los Estados Unidos durante los primeros meses de 2019, cuando Washington hizo grandes esfuerzos para hacer creíble que el uso de la fuerza era claramente una posibilidad contra el régimen venezolano.
El PanAm Post ha apoyado casi todas las acciones tomadas por la administración de Trump en América Latina desde el primer día. Celebramos la política exterior del señor Trump en otros lugares, desde Israel y Siria hasta Corea. Nos sentimos particularmente felices con el nombramiento del señor Abrams como enviado especial a Venezuela después de años de apaciguamiento por parte de la administración Obama en la región.
Admiramos el historial del señor Abrams en la región y su determinación en el pasado frente a opositores de la talla del exsenador Chris Dodd.
Sin embargo, en este caso hemos llamado las cosas por su nombre. Si no existe una amenaza creíble de fuerza contra el régimen de Maduro, los líderes de la oposición venezolana están en grave peligro y el dictador venezolano será otro caso de un régimen odiado que logró aferrarse al poder por la fuerza.
Sin una amenaza creíble de fuerza contra él, Maduro ha ganado una gran victoria. Incluso si, a largo plazo, Estados Unidos cambia su postura. Las sanciones lo debilitarán, pero como en el caso de Assad en Siria, no serán suficientes para sacarlo del poder.
En cuanto a la señora Barraza, nuestra sugerencia es que la próxima vez que intente amedrentar a alguien primero debe averiguar con quién está tratando.
Luis Henrique Ball es el director del PanAm Post.