No me agradó la alternativa que los Estados Unidos dieron a Maduro con su propuesta conciliatoria de un gobierno de cohabitación con la oposición oficial. Eso me sonó -y todavía me suena- a un remedio peor que la enfermedad. No solo porque les salva el pellejo a los capos de la droga que gobiernan el país sino porque buscan una alternativa complaciente a Juan Guaidó y su gobierno interino de acceder al poder con la formula de cohabitación de los “enclaves autoritarios”, con medio chavismo metido dentro de esa transición.
Es, en otras palabras,“zamuro cuidando carne”, con un gobierno de transición con los mismos que produjeron el desastre, causando la desmoralización brutal de una población que clama por un mínimo de decencia pública en la próxima gente que venga a gobernar. Eso claramente iba a alargar el sufrimiento de las millones de personas que aun vivimos aquí. De verdad prefiero lo que pasó, que Maduro y su mafia rechazaran eso, así como el país entero rechazó ese adefesio llamado Gobierno de emergencia nacional de Guaidó.
¿En dónde nos deja todo eso? En una espera insoportable, donde las cosas no se mueven ni para atrás ni para adelante. Si esa propuesta de Estados Unidos era efectivamente lo que supusimos de una “última rama de olivo” antes de proceder con la línea dura, entonces que no nos dejen esperando más, porque tengo la sensación de que aún creen que la mafia militar, metida igualmente hasta los tuétanos en el negocio de la droga, se va a mover consecuentemente para sacar al régimen.
La única manera de que de las FAN actuales salga algo, es que sean los militares de las capas medias y bajas, no involucrados en las decisiones ni negocios fundamentales del régimen, y que tienen mando de tropa y poder de fuego (capitanes, mayores y tenientes, los llamados “comacates”; e rango militar de mayor o comandante es el inmediatamente inferior al de teniente coronel e inmediatamente superior al de capitán), las que lideren una operación como la que pintan los estadounidenses desde fuera para liberar a Venezuela. Tendrían que existir militares como el mayor Marcos Pérez Jiménez, quien en 1945 encabezó dentro de la institución el golpe que derrocó a Isaías Medina Angarita el 18 de octubre de ese año (aunque los adecos aún lo sigan llamando revolución).
Yo me pregunto: ¿no estarán pasando esos mismos rangos medios y bajos de las FAN la suficiente hambre y trabajo como el resto de los civiles en Venezuela para que algo de eso ocurra? Dejo la pregunta abierta porque solo ellos podrían responderla. La gran mayoría de esas capas medias y bajas deben estar pasando ahora todavía mucho más trabajo que nosotros, los civiles, porque son esos cuadros los que matraquean en las carreteras a los camiones de comida, y cobran peaje a todas las actividades económicas de la vida del país, para medianamente poder sobrevivir en este infierno en que el castrochavismo convirtió a Venezuela.
Efectivamente, en Venezuela el matraqueo debe encontrarse en su mínimo económico histórico. No hay transporte porque no hay gasolina. Todos los negocios están paralizados por el COVID-19 y por la crisis de combustible del régimen. Se detuvo en seco el contrabando de extracción de combustible, en primer lugar porque ellos destruyeron a la gallina de los huevos de oro. Sobreviven coleando a quienes les pagan en las colas por la gasolina que queda. Me imagino cómo deben estar comiéndose las piedras esos soldados en las fronteras del país que le cobran a todo el que pasa. Pero ahora no hay a quién cobrarle, por lo que no sé de lo que estarán viviendo.
Ellos, los militares medios y bajos, que nos han azotado hasta el cansancio, porque son los que están controlando el país y sostienen a Maduro y su régimen, están comenzando a padecer lo que nosotros tenemos años padeciendo: el comunismo de sus jefes, que no tienen un pelo de comunistas porque viven como los capos del narcotráfico que son. Ahora se acabaron los privilegios de los cuadros medios y bajos porque su única ventaja era la prerrogativa de poder sobre el resto del país, porque estando armados en esa posición, piden coimas para poder sobrevivir. Eso se acabó. Ni siquiera los colectivos armados se salvan de la situación de paralización de Venezuela. ¿Estoy exagerando?
Ahora todos estamos friéndonos en el mismo sartén. Si bien es cierto que no toda la oficialidad media es corrupta, como ocurre en cualquier otra institución, difícilmente no existe alguna estructura de costos de cualquier industria, comercio o empresa en Venezuela que no contemple un elevado porcentaje para pagar lo que representa la coima de los militares. Pero ahora por la situación política nadie cobra, ni las empresas, ni el gobierno con sus impuestos, y por supuesto, menos los militares medios y bajos. Esto debería ser un buen motivo para moverse y resolver la usurpación del régimen. Imagino que querrán volver al menos al business as usual de la cuarta república.
En el 2011 escribí una nota que se pudiera considerar premonitoria en la que apuntaba que no eran solo los de arriba del régimen los culpables de esta desgracia, sino todos aquellos de abajo que por acción u omisión han permitido que continúe, incluyendo especialmente aquellos que han tenido responsabilidades medias o bajas. “Por más de una década los venezolanos hemos contemplado un gobierno desmantelar una a una nuestras instituciones más preciadas. Y lo peor es que ese desmantelamiento ha contado con la ayuda y complicidad abierta de personajes con nombre y apellido que han atropellado los derechos humanos de las personas a los ojos impávidos de todos nosotros”, afirmé en su momento.
Si hay algo rescatable de las FAN, estará allí. Es como cuando se quema un viñedo y solo es rescatable un renacimiento de la planta original si todavía hay ramas que han conseguido conservar algún verdor en su interior después del fuego, y que renace solo si existen las condiciones y la oportunidad. Pues bien, si quedó algo de verde dentro esa institución, no creo que exista mejor condición y mayor oportunidad que la de hoy para demostrar que pueden renacer. De otra manera serán igualmente responsables y sujetos a la persecución futura de la historia y de los cazadores venezolanos, que harán como Simón Weisenthal en su tiempo: después de la tragedia no nos olvidaremos nunca de las iniquidades que se cometieron en contra de nuestro pueblo, tanto por los de arriba como por los de abajo