
EnglishNo será una gran revelación descubrir hipocresía en la política, porque las dos desde siempre se han mantenido inseparables, ocultando con el velo de bellas y elegantes declaraciones las realidades más horrendas.
En los tiempos cuando la política se ha convertido en un espectáculo, y los políticos en los domadores del público, la hipocresía, que nomen omen desde sus raíces griegas, denota el oficio de actuar, fingir y aparentar (el hipócrita es el actor), es hoy un fenómeno deplorablemente cotidiano. La hipocresía y lo “políticamente correcto” son caras de la misma moneda.
Curiosamente, cuando Donald Trump habla de manera despectiva sobre los inmigrantes indocumentados, señalando que estos son los deshechos de la sociedad a la que difícilmente podrían aportar algo, es derechamente ofensivo, ignorante y racista, pero no hipócrita, pues probablemente dice lo que tristemente opina.
Cuando Trump acusó a México de la práctica de deshacerse de los drogadictos, criminales y violadores, enviándolos a los Estados Unidos, para traspasar la carga, naturalmente provocó indignación y reacción inmediata de los representantes del Gobierno mexicano, que al mismo tiempo aprovechó para criticar los malos tratos que reciben los inmigrantes indocumentados de manos de los servicio de inmigración.
La indignación de México denota una hipocresía descomunal que esconde la lúgubre realidad que sufren los inmigrantes, principalmente centroamericanos, en el mismo suelo mexicano
La queja a los dichos incendiarios fue más que justificada, pues las reiteradas declaraciones de Trump son una calumnia, pero la indignación de México denota una hipocresía descomunal que esconde la lúgubre realidad que sufren los inmigrantes, principalmente centroamericanos, en el mismo suelo mexicano, que según Amnistía Internacional se ha convertido literalmente en una trampa mortal para indocumentados.
¿Por qué?
En 2014 México anunció la realización del Programa Frontera Sur impulsado oficialmente para salvaguardar los derechos humanos de los inmigrantes que cruzan el país. El objetivo fue proteger a las personas en ruta de los abusos y violaciones por parte de los grupos criminales, de los traficantes de personas, de las mafias, de la violencia y peligros que ocurren en el trayecto, y sobre todo en el lomo de “La Bestia”. El resultado efectivamente fue impedir sustancialmente el acceso al tren.
Al mismo tiempo, se ha intensificado “las detenciones y deportaciones en tiempo récord”, sin el debido proceso, sin el cumplimiento de las normas, con las negligencias procesales, los numerosos abusos de los oficiales, corrupción y la violencia por parte de los que participan en los operativos. Muchos de los que huyen de la violencia que amenaza en lugares de su procedencia, son forzosamente regresados a sus países donde los espera un porvenir incierto.
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Finalmente, la trampa ahora consiste también en un nuevo y poderosísimo espacio que se ha creado para las operaciones de los mismos grupos criminales, los coyotes, que han tomado control de las rutas alternativas por mar y tierra, extorsionando a los inmigrantes, ofreciéndoles condiciones de viaje aún más precarias, violentas y peligrosas que La Bestia misma. Los inmigrantes, en mayor medida que antes, se arriesgan a ser violados, robados, secuestrados o asesinados.
La trampa se cierra y para muchos resulta mortal – literalmente.
La hipocresía que denota la distancia abismal entre las reacciones políticas y los hechos, llama además la atención hacía el fondo del fenómeno descrito. Si revisamos conjuntamente las estadísticas de las detenciones de los indocumentados en México, y en la frontera entre México y Estados Unidos, observaremos que mientras bajan las detenciones del área limítrofe hacia arriba, las detenciones en México aumentan.
No seamos hipócritas. Este cambio se debe a la presión del Gobierno norteamericano y la política de cooperación entre México y Estados Unidos en materia migratoria
México es principalmente un país de tránsito para los inmigrantes centroamericanos. ¿Por qué entonces estaría reforzando tanto sus medidas migratorias?, ¿Es tanta la preocupación por los derechos humanos? No seamos hipócritas. Este cambio se debe a la presión del Gobierno norteamericano y la política de cooperación entre México y Estados Unidos en materia migratoria.
México hace un gran “favor” a su vecino, un buen trabajo construyendo una política que funcione más eficientemente que el muro mismo.
Mientras al público le atrae y llama atención, por bien o por mal, el estilo estridente y grotesco de Trump, la otra realidad paralela trascurre fuera de los focos y lejos de la atención de los medios de comunicación. Trump es un personaje pintoresco del show político que vende, mientras que las imágenes de “la Bestia,” y las víctimas del Plan de la Frontera del Sur son demasiado perturbadoras, pero lejanas para que el público tome nota de ellas.
Trump llena la pantalla, y mientras tanto, las vidas quebradas de los inmigrantes que caen en manos de mafia, grupos criminales o simplemente vencidos por el clima, son invisibles.
El público somos nosotros y la hipocresía también es nuestra.