Ya pasó un año desde que hubo una supuesta infiltración en el sistema de correo electrónico del Comité Nacional del partido Demócrata en EE. UU. El mayor sospechoso de intervenir en la plataforma fue y sigue siendo Rusia, aduciendo a su vez su vínculo con el entonces candidato a la presidencia Trump. De hecho, el 3 de agosto fue la primera citación convocada por el Consejero Especial Roberto Mueller para las denuncias de traición, lo cual ha causado que diversos medios hablen de una posible destitución. Pero varios expertos tanto en inteligencia como en ciencias informáticas sostienen que no hubo una infiltración sino una filtración.
Hasta el momento, no se presentaron pruebas concluyentes para afirmar las sospechas convertidas en afirmaciones de que la plataforma demócrata fue “hackeada”. Por el contrario, el el 9 de agosto, The Nation publicó el análisis de un informe realizado por un grupo de expertos que indica que no existen dichas pruebas, ya que no sucedió. Se trata de Veteranos Profesionales de Inteligencia para la Sanidad , VIPS. Consiste de un grupo de 30 miembros formado por expertos (retirados) de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), empresas de tecnología y otras agencias de inteligencia.
El formato habitual de VIPS es una carta abierta, normalmente dirigida al presidente. El grupo ha escrito tres cartas sobre el incidente de DNC, todas fueron publicadas por primera vez por Robert Parry en la plataforma digital Consortium News. El 24 de julio publicaron ahí un artículo con la declaración abierta de los integrantes sosteniendo que no hubo una infiltración sino una filtración y brinda los detalles para demostrarlo. El 17 de enero, en cambio, apenas días antes de su salida de la Casa Blanca, escribieron una carta a Barack Obama, ya que el supuesto ataque fue durante su gestión, diciendo que los programas conocidos de la NSA son capaces de capturar todas las transferencias electrónicas de datos.
En su interior decía:
“Le sugerimos que le pida a la NSA cualquier evidencia que pueda tener que indique que los resultados de la piratería rusa fueron entregados a WikiLeaks”. “Si la NSA no puede producir esa evidencia -y rápidamente- esto probablemente significaría que no tiene ninguna.”
El reciente informe de VIPS indica que “los estudios forenses del ‘hackeo ruso’ en las computadoras del Comité Nacional Demócrata el año pasado revelan que el 5 de julio de 2016, los datos fueron filtrados (no hackeados) por una persona con acceso físico a una computadora DNC. Las filtraciones fueron varias. Un grupo de datos fue publicado por alguien con el pseudónimo Guccifer 2.0 y enviada los medios de comunicación y a la plataforma WikiLeaks, conocida por su director Julian Assange por filtrar información incriminatoria de gobiernos, políticos y personas influyentes en general. Después de examinar los metadatos de —Guccifer 2.0— intrusión en el servidor DNC, ciber investigadores independientes han llegado a la conclusión de que alguien copió datos dentro del DNC en un dispositivo de almacenamiento externo.
En vista que ninguna agencia federal provee datos, surgen cada vez más informes alternativos. Ahora cobran fuerza, porque se unen y encuentran plataformas de difusión. Por ejemplo, el sitio Disobedient Media (medios desobedientes), publica información enviada por analistas independientes, como “Forensicator“.
El 9 de julio publicaron un análisis sobre el volumen y lo que se conoce como la tasa de transferencia del material que supuestamente fue “hackeado”. De acuerdo a los expertos, en la tarde del 5 de julio de 2016, se descargaron 1,976 megabytes de datos del servidor del DNC. La operación duró 87 segundos. Esto produce una tasa de transferencia de 22,7 megabytes por segundo. Sin embargo, no concuerda con la tecnología de la época. Pues el supuesto autor, “Guccifer 2.0” declaró haberlo hecho desde Rumania. Sin embargo, una descarga de esa magnitud no podría hacerse de manera remota en apenas medio minuto, en cambio sí de manera presencial, ya que incluye lo que se conoce como “gastos generales de entrega”.
Así mismo, los sellos de tiempo en los metadatos indican que la descarga se produjo en algún lugar de la costa este de los Estados Unidos, no en Rusia, ni Rumania y es precisamente en la costa este donde yacen las oficinas del DNC.
Además de no brindar evidencia propia, los exagentes de inteligencia detallan cómo el FBI descuidó realizar cualquier investigación forense independiente sobre el caso “Guccifer 2.0”. Afirman que “la razón por la cual el gobierno de los Estados Unidos carece de pruebas concluyentes de una transferencia de un ‘hack ruso’ a WikiLeaks es porque no hubo tal transferencia “.
Concluyen:
El 5 de julio del año pasado no hubo una infiltración en el sistema del Comité Nacional Demócrata, ni de los rusos, ni de nadie. La ciencia dura ahora demuestra que se trataba de una fuga: una descarga ejecutada localmente con una memoria USB o un dispositivo de almacenamiento de datos portátil. En resumen, fue un trabajo interno de alguien con acceso al sistema del DNC. Esto arroja serias dudas sobre el “hack” inicial, como se alegó, que llevó a la publicación muy consecuente de una gran cantidad de documentos en WikiLeaks el verano pasado.
Las investigaciones forenses de documentos publicados dos semanas antes de la fuga del 5 de julio por la persona o entidad conocida como Guccifer 2.0 muestran que eran fraudulentos: Antes de que Guccifer los publicara, fueron adulterados cortándolos y pegándolos en una plantilla en blanco que tenía el ruso como su idioma predeterminado. Guccifer asumió la responsabilidad de la intrusión del 15 de junio que el DNC informó el 14 de junio y profesó ser una fuente de WikiLeaks-es esencial a la narrativa oficial implicando a Rusia en lo que pronto fue lanzado como una extensa operación de hacking. Cabe recalcar que la ciencia forense ahora devasta esta narración.
Los firmantes son, como su nombre indica, veteranos y profesionales. Entre quienes firmaron el informe está William Binney, exdirector técnico de la NSA para el Análisis Geopolítico y Militar Mundial, el co-fundador del Centro de Investigación de Automatización Inteligente de Señales de la NSA, Larry C Johnson, retirado de la CIA y del Departamento de Estado, Kirk Wiebe, exanalista senior del SIGINT, centro de investigación automatizada de la NSA, entre otros.
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De acuerdo a Binney, bajo el pretexto de la discreción e información secreta para proteger a la NSA, agencias e instituciones vinculadas a la investigación han ocultado la falta de evidencia para sostener una acusación de esta magnitud. Incluso en una entrevista dijo “están jugando al Mago de Oz”.
Pero esto no es algo nuevo. Recordemos cómo hace pocos años, bajo el argumento “la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia”, el exsecretario de defensa Donald Rumsfeld justificó la invasión a Iraq, en base a la existencia de armas de destrucción masiva que nunca existieron. Bajo esta premisa, se puede hacer acusaciones de esta índole, declarar enemiga a otra nación, acusándola de espiar, vinculando al futuro —y ahora actual— presidente, con impunidad y sin prueba alguna, como sucede actualmente con el caso de “Russiagate”, apodada así como alegoría al caso Watergate que incriminó al presidente Nixon llevando a su posterior destitución, lo mismo que buscan lograr con Trump.