
Hasta ahora, el uso de criptomonedas, monedas digitales cifradas, operaba en contraposición al control estatal, bancos centrales, reservas federales y demás organismos gubernamentales.
Pero, debido a la devaluación de la moneda en Venezuela y su incapacidad de pago de deudas internacionales, surgió un fenómeno singular.
El régimen chavista creó una criptomoneda propia —el Petro— luego de volver su moneda física obsoleta, lo cual provocó incluso embargos y confiscaciones de bienes por parte de sus acreedores.
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Incluso pretenden negociar con la OPEP usando esta moneda. No obstante, desde el gobierno, no asumen su responsabilidad en la crisis.
De acuerdo al Ministro para Comercio Exterior e Inversión Extranjera, José Vielma Mora:
“A pesar del asedio financiero, promovido por la derecha y ejecutado por EE. UU. y sus aliados, diferentes países del mundo confían en Venezuela para realizar sus inversiones”.
Culpa a todos menos al gobierno que nacionalizó las reservas petroleras del país, las más grandes del mundo, que terminó importando por falta de la tecnología necesaria para extraer y lo mismo para procesar, en el caso de la gasolina.
Pese a los múltiples fracasos económicos, ahora se aventura a ser pionero de una moneda.
Según el medio de tendencia socialista, y por ende chavista, Telesur, el Petro es una moneda “descentralizada” y “democrática”. Sin embargo, esto es conceptualmente incorrecto; a diferencia de las demás criptomonedas —como el Bitcoin— está dirigida desde el Estado.
En cuanto al supuesto aspecto “democrático”, ni siquiera los venezolanos pueden acceder a esta moneda. Para comenzar, no se puede comprar Petro en moneda nacional, bolívares. Y para que un venezolano compre dólares, la moneda necesaria para acceder a la criptomoneda chavista, necesita autorización del gobierno.
Además, la creación del Petro fue denominada ilegal por la Asamblea, el congreso venezolano.
Para saber más sobre este tema, consultamos con Fidel La Rosa, economista venezolano y profesor universitario, con estudios especializados en la Escuela Austriaca. Adicionalmente, es articulista en un periódico financiero y en una revista sobre criptomonedas.
Considera “muy turbio ese asunto”. Nos invita a recordar que las autoridades de EE. UU. han declarado que las sanciones económicas pesan sobre el petróleo venezolano, sobre el cual el régimen chavista pretende respaldarse. Por ello es impensable que cualquier empresa seria acepte el Petro como medio de pago.
No obstante, el ministro sostiene que recibió a un grupo de empresas brasileras que quieren invertir 300 millones de dólares americanos, en una primera etapa de 100 millones.
Dijo que estos inversionistas brasileños ofrecieron exportar alimentos y medicina a Venezuela “con Petro por el orden de 435 millones de dólares americanos”.
Además, según medios oficiales, también recibió una cámara canadiense para invertir en Venezuela en productos farmacéuticos para humanos y animales.
Viabilidad
Sin embargo, de acuerdo a La Rosa las transacciones con Petro, de llegar a ocurrir, estarían al margen del sistema financiero internacional. Lo cual lo vuelve un activo poco atractivo para aceptarlo como medio de pago.
Sugiere entonces que principalmente es una herramienta para saltar las sanciones económicas que pesan sobre el gobierno. Sostiene que “el Petro es una artimaña más para el lucro mediante la corrupción”. No le ve más utilidad fuera de “los negocios turbios del eje cubano-ruso-iraní”.
“Asociación del Estado socialista con la empresa capitalista”
Esto procedimiento no es más que otra herencia del Castrismo.
Décadas atrás, cuando una periodista argentina le increpó a Fidel Castro, sobre las cadenas de hoteles de lujo en Cuba —a los que no tienen acceso los cubanos— el dictador vitalicio respondió que para “vencer el bloqueo” (que en realidad es un embargo y se ha demostrado ampliamente que no impide los negocios con Cuba) creó una “asociación del Estado socialista con la empresa capitalista”, porque los inversores no quieren invertir en pesos.
Ahora, bajo la misma excusa y con una moneda sin valor y —al igual que Cuba— con incontables deudas sin pagar, el régimen chavista se abre a las empresas privadas, al libre mercado, pero desde el Estado.
Para visibilizarlo, basta observar las declaraciones del ministro Vielma. Pide, literalmente, todo lo que por años el chavismo ha criticado y hasta expropiado.
Dijo: “Nosotros tenemos que prepararnos, empezar a producir, unirnos los venezolanos, y estar al lado del sector privado que nos están acompañando y nos han ayudado. Tenemos un grupo de empresas, de industrias que quieren apoyar al país. Estamos recibiendo, en este momento tan crucial y difícil en la parte política, tenemos el respaldo de la población que ha entendido la situación económica”.
¿Enfrenta o evade la realidad?
Esto despierta la inquietud respecto si están asumiendo la crisis o la están circunvalando.
Nos dice el economista La Rosa que el sector privado esta prácticamente aniquilado, la producción ha caído tanto que hasta la cosa más elemental se ha vuelto difícil de conseguir.
Por ejemplo, él, un profesional, catedrático, estuvo dos días buscando comprar 1 kilo de sal. Hoy por fin consiguió pero costaba aproximadamente 1/4 del salario mínimo mensual.
“Entonces es de verdad sumamente contradictorio que el ministro diga esas cosas, cuando no queda ninguna duda que el régimen es enemigo de la propiedad privada”, afirma La Rosa.
Agrega que no parece ser un indicador de desesperación o hipocresía, sino que forma parte del doble discurso del gobierno. El decir una cosa y hacer otra.
La realidad es que las pocas empresas privadas que quedan o terminan desapareciendo, o son expropiadas, o se vuelven sumisas ante el gobierno.
Bitcoin en Venezuela, ¿utopía o pesadilla?
Lo mismo aplica al Bitcoin. Son incontables los casos de jóvenes detenidos por minar criptomoneda. Algunos por “hurto de la energía eléctrica“.
En vista que la energía eléctrica en Venezuela está subsidiada por el Estado, minar —un proceso que requiere conectar varias computadoras durante varias horas— es más barato que en cualquier lugar del mundo. Pero el mismo manejo estatal del servicio es indicador de su calidad, hay apagones constantes. Lo cual implica un riesgo para la empresa, justificando así las detenciones.
Irónicamente, ante el mundo, dado el bajo costo energético, ven en el subsidio una solución y ahora que Maduro adopta una criptomoneda, más. Lo que le da la imagen de una “utopía socialista” al uso del Bitcoin, cuando en realidad es la manifestación más clara del libre mercado sin Estado. Por eso el Chavismo detiene a quienes lo manejan y expropia los recursos que puede.
La expropiación y la corrupción van de la mano. Una vez decomisados los equipos, los agentes del Estado exigen dólares a cambio para su recuperación.
Pues la independencia económica no es algo que promueve el régimen entre sus ciudadanos. Y como saben que hay solvencia en el mercado paralelo, sobre todo por la devaluación del bolívar y la falta de acceso al dólar, se ha vuelto un negocio próspero y lo expropian.
Incluso emitiendo una criptomoneda propia, el Chavismo —con Maduro a la cabecera— monopoliza el recurso y niega su acceso al ciudadano promedio por medio de regulaciones inaccesibles, pero eso sí, lo ofrece como moneda de canje ahora que ha destruido la moneda nacional por completo, al igual que la credibilidad de la nación, al no pagar sus deudas.