Lula Da Silva, quien fue presidente de Brasil entre 2003 y 2010, se refirió al juez federal Sergio Moro como un “dictador” y un “mentiroso”, en vista de las acusaciones que pesan contra el expresidente y agregó “no van a encarcelar mis sueños”.
Por las declaraciones de Lula se puede interpretar que el exmandatario no es demasiado optimista en relación al fallo que mañana dará el Supremo Tribunal Federal de Brasil.
En su última manifestación política ante un grupo de seguidores de su espacio político, Lula dijo que lo pueden meter preso a él, pero que “no van a encarcelar sus sueños” ni sus “pensamientos”.
Procesos judiciales pendientes
Cabe recordar que el último 24 de enero el líder del PT (Partido de los Trabajadores) fue condenado por hechos de corrupción y lavado de dinero vinculados a la petrolera de participación estatal Petrobras.
En su discurso, Lula dijo que mañana espera que “la Corte Suprema haga justicia”, ya que está en juego algo mucho más importante que su candidatura a la presidencia, el Estado de Derecho en Brasil.
También tuvo duras críticas para el canal de televisión O Globo, en su discurso político, lo mismo contra el magistrado Sergio Moro.
Son “mentirosos y dictadores”, resaltó Lula.
Actualmente, Brasil vive un escenario de fuerte polarización con grupos a favor y en contra del expresidente, situación similar a la que se vivió cuando tuvo lugar el juicio político que alejó del poder a la expresidente Dilma Ruseff, del mismo partido y filosofía que Lula y llevó a Michel Temer al Poder Ejecutivo brasilero.
La resolución del alto Tribunal de Brasil confirmará si le hace lugar o no al pedido de habeas corpus presentado por los abogados de Lula o si el dirigente debe comenzar a cumplir de forma efectiva su condena de 12 años de prisión.
Esta causa, que podría llevarlo a prisión mañana mismo, no es el único problema de Lula con la justicia.
Cabe destacar que el exmandatario tiene otras 6 causas en proceso, entre las que se encuentra el escándalo del Lava Jato, que como su nombre indica consiste de lavado (de activos), el mayor caso de corrupción política en la historia de Brasil.
Contexto
Lula llegó a la presidencia tras las reformas de estabilización del Gobierno Fernando Henrique Cardoso. Tomó el país con baja inflación, gastos relativamente contenidos y escenario internacional prometedor.
En otros términos, financió a empresarios seleccionados para que se convirtieran en “campeones nacionales” y grandes exportadores, un modelo similar al adoptado por los Tigres Asiáticos hace algunas décadas.
Esto hizo que la economía alcanzara altos índices de crecimiento, buenos términos de cambio en el mercado internacional, menor desempleo y menores índices de desigualdad social.
Sin embargo, este mismo modelo fue construido basado en una agenda de aparición estatal. La selección de empresarios estaba vinculada al financiamiento de las campañas del Partido de los Trabajadores y gobiernos aliados en América Latina y África; los programas sociales dependían la compra de votos en áreas más pobres; y el gasto público, con estos nuevos programas, se volvió demasiado grande.
Junto a eso, el precio internacional de los commodities cayó. En este caos inminente, Dilma Rousseff, apadrinada política de Lula, fue elegida. En vista que asumió el poder no por su capacidad sino por sus contactos, no tuvo la capacidad para enfrentar una crisis económica y de popularidad que la llevaron al impeachment – justificado por el fraude fiscal que realizó mientras intentaba mejorar los datos económicos del país.
Desde PanAm Post, consultamos con João Victor Guedes, politólogo de la Universidad de Pittsburgh para ofrecer un panorama más claro.
Procesos contra Lula
“Durante el proceso de impeachment, Dilma y Lula intentaron utilizar las “super empresas” para ganar sobre-vida política. Las prácticas de corrupción continuaron pero fueron atrapadas por la justicia”, nos explica.
“Un grupo de jueces, policías federales y miembros del Ministerio Público logró probar que Lula, entre otros políticos de alto rango, se beneficiaron del esquema”, agrega.
Brinda el ejemplo de Lula, donde se demostró que recibió un departamento de lujo y una hacienda ilegalmente por parte de una de las “super empresas.”
Explica que Lula ya fue condenado por ese caso en segunda instancia y aguarda la decisión final de habeas corpus para ser arrestado.
Destaca que “otros procesos similares están siendo averiguados y pueden resultar en el aumento de la condena que hoy ya pasa de 10 años”.
Afirma que la condena también implicaría que Lula no podría presentarse como candidato la presidencia.
Aspiraciones presidenciales truncadas
Sostiene que “esto complica el escenario actual”.
Finalmente, nos señala que “al menos un tercio de la población rechaza a los principales partidos políticos del país (PT y PSDB)”.
Y que Lula no está considerado en las encuestas.
“Están en el frente Jair Bolsonaro (líder de extrema derecha) y Marina Silva (antigua aliada de Lula que se presenta como centro). Es difícil predecir lo que sucederá en el futuro. De hecho, sólo que Lula no será el futuro presidente”, concluyó.
*En la redacción de esta nota colaboró Marcelo Duclos