Argentina está en pleno debate por la despenalización del aborto. Pero no se limita al Congreso, se extiende a las calles. De acuerdo a los organizadores, el domingo 20 de mayo, la “Marcha por la vida” convocó a 3,6 millones de personas a marchar en todo el país, de las cuales 350.000 lo hicieron desde la capital, Buenos Aires, en defensa de las dos vidas, madre e hijo, al grito de “sí a la vida, no al aborto”.
Fiel a la tradición de fútbol que tiene Argentina, a modo de hinchada, los manifestantes gritaron cantos por la vida. Por ejemplo, “dicen que no tienen vida, dicen que no tienen voz, acá están los que marchamos por la vida de los dos”.
Los manifestantes dejaron en claro que estar a favor de la vida significa cuidar ambas vidas, al no exponer a la madre a un proceso que pone en riesgo su vida, ni física ni psicológicamente, y tampoco la de su hijo por nacer que muere con un aborto. Por eso, una de las consignas claves era la flexibilización de las leyes de adopción.
Contrario a cómo expone la problemática la postura opuesta, que busca la despenalización del aborto, que exhibe a la causa pro-vida como enemiga de la mujer, su vida y sus derechos. Por ello exige el “aborto seguro, legal y gratuito”, es decir, financiado desde el Estado con los impuestos de los contribuyentes -pese a que muchos están en contra- y con la facilidad de que se efectúe en hospitales estatales. Esto implicaría modificar el juramento hipocrático -donde los médicos prometen preservar la vida.
Uno de los carteles más llamativos indicaba precisamente lo contrario: “Todas las mujeres tienen derecho sobre sus cuerpos, aunque todavía no hayan nacido”. Pues toma en cuenta que dentro del vientre materno también hay mujeres.
Los genitales del ser humano se empiezan a formar en la 6ta semana de gestación, cuando la persona todavía es un embrión. Pero no siempre son visibles en un ecosonograma, dada la posición del feto. Sin embargo, estos seres humanos, de sexo femenino, no entran en el activismo que aduce luchar por los derechos de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos.
Asimismo, se plantea el hecho científicamente demostrado que el cuerpo que la mujer alberga en su interior no es suyo y, por tanto, al decidir matarlo, no está decidiendo sobre su cuerpo sino sobre otro.
El mito de proteger a los pobres
Desde el escenario situado al final de la Marcha por la Vida, frente al Congreso de la Nación, habitantes de Ciudad Oculta, también conocida como Villa 15 -en Buenos Aires, Argentina los barrios más marginales reciben el nombre de “villa” y son numerados- también se manifestaron a favor de la vida.
Uno de ellos, Federico, dijo que quien usa como excusa a los pobres no los conoce ni a ellos ni cómo viven. Dijo: “Los pobres no tenemos bienes materiales, no tenemos plata, nuestro único tesoro es la vida, ¡por eso los pobres abrazamos la vida!”.
Su madre, Nora Gallo, explicó que su familia proviene del campo, de Santiago del Estero, donde es impensable que una madre pueda ni quiera matar a sus hijos, ya que son lo más valioso para ellas. Conversando con ella exclamó: “¿De qué igualdad hablan?”, en referencia a las activistas feministas que exigen que el aborto sea no solo legal sino subvencionada.
No es religión, es humanidad
Los manifestantes eran muy diversos, pero su consigna era la misma: defender la vida. Había desde monjas y sacerdotes con sotanas y creyentes, hasta ateos que declararon que el reconocimiento científico de la vida bastaba para reconocer que el aborto requiere matar a un ser humano.
La comunidad científica se vio representada por varias organizaciones, entre ellas Médicos por la Vida, de los cuales una marchó con un embarazo avanzado.
El obstetra Ernest Beruti, declaró ante medios televisivos la preocupación por el proyecto de ley que se está debatiendo. Pues, mientras el Artículo 1 establece que el aborto sería legal sin justificación hasta la semana 14 de gestación, es decir, por la mera voluntad de la madre, el artículo 3 del proyecto de ley establece que el aborto es permisible pasado este lapso de tiempo bajo tres causales: violación, malformaciones fetales graves y “cuando haya riesgo para su vida o para su salud “física, psíquica o social”.
Para Beruti es muy preocupante para quienes defienden la vida el alcance del “riesgo social”, pues permite a la mujer poner fin a la vida de su hijo cuando ya goza de un desarrollo físico pleno por causas como un conflicto en la relación con el padre, por ejemplo.
Aclara que no avala la ley en su totalidad, no solo ese artículo. Pues, durante la marcha, se expuso que ya en la semana 14 de gestación, el corazón humano ha latdo 13.800.000 veces, lo cual desmonta el mito que el abortado no es más que un cúmulo de células, sino un ser humano con ADN propio y corazón autónomo. También desmiente que es parte del cuerpo de la madre, sobre el cual ella puede decidir, ya que el cuerpo humano contiene un solo corazón, el propio.
Por último, una de las consignas más repetidas entre los manifestantes fue: “Sí a la vida, señor presidente, no al aborto lo dice la gente”. Aunque el presidente ha declarado ser pro-vida, al ser Argentina una república, el ejecutivo no se impone frente al poder legislativo y ahora se debate entre los legisladores hasta el 13 de junio. Mientras tanto, las calles siguen con manifestantes a favor y en contra.