599 asesinatos se perpetraron solo en el estado de Michoacán, México, entre enero y mayo del 2018. Aumentó un 40 % en comparación con el 2017, salvo en una ciudad, la única que funciona sin políticos, policía ni delincuencia: Cherán.
Desde 2011 la ciudad se maneja de manera autónoma, al margen del Estado, y administra su propia seguridad. Desde entonces no ha tenido ni un solo asesinato u otro delito grave.
Cherán tiene tres entradas, que operan como puestos de control, todas están custodiadas por personal armado. No son policías ni militares, sino ciudadanos que conforman patrullas locales asumen ese rol y logran que su ciudad se mantenga tranquila en medio de una de las regiones más violentas de México.
Estos hombres portan rifles de asalto, camuflaje y armadura corporal y son los que saludan a los visitantes en las tres entradas principales de esta ciudad.
La ciudad, de 20.000 habitantes, se ubica en la esquina noroeste de Michoacán. La población, predominantemente indígena y mayormente pobre, decidió declararse autogobierno. Fue así como pudieron superar los males que tanto aquejan a México: violencia, políticos corruptos, un sistema de justicia cuestionable y pandillas que se han expandido desde el contrabando de drogas hasta la extorsión, el secuestro y la tala ilegal.
Protectores de los bosques
Esto último es fundamental, pues el autogobierno no solo ha permitido reducir la violencia entre las personas, sino también el maltrato al medio ambiente, pues la comunidad misma se encarga del cuidado de su hábitat, que ya no está a merced de las mafias que talan indiscriminadamente (talamontes).
Por años la zona estaba a merced de la pandilla conocida como “La Familia”, que secuestraba y extorsionaba a los pobladores para tener acceso a la tala, actividad a la cual se dedicaba la comunidad por su cercanía a los bosques. Esto les empujó a los moradores a armarse e independizarse.
Siete años después, la ciudad sigue en marcha, sin políticos, policías, jueces y, sobre todo, sin delincuencia, miedo ni violencia.
“No podíamos confiar más en las autoridades o la policía“, dijo Josefina Estrada para LATimes, una abuela pequeña que se encuentra entre las mujeres que encabezaron la revuelta. “No sentíamos que nos protegían o nos ayudaban. Los vimos como cómplices de los criminales “.
De modo que el caso y su éxito ya trasciende a la prensa anglosajona.
Madres y abuelas convertidas en secuestradoras
Hartas del secuestro y las desapariciones de sus esposos e hijos por protestar los abuso de los “talamontes”, las mujeres de Cherán invocaron un levantamiento civil.
Las mujeres de la etnia purepehca (autóctona de la zona) armaron una muralla humana para impedir el paso de los taladores e incluso secuestraron a varios de ellos el 15 abril del 2011, año en el cual los pobladores declararon su autonomía.
Antes del amanecer, la gente de Cherán hizo sonar las campanas en la Capilla Católica Romana del Calvario y encendió fuegos artificiales caseros para pedir ayuda. Como pocos tenían armas de fuego, por lo que trajeron picos, palas y rocas.
Terminó el reino de terror de las pandillas que llegaron incluso a hacer rodar cabezas humanas en medio de bailes populares para intimidar a los pobladores.
“Para defendernos, tuvimos que cambiar todo el sistema: salir con los partidos políticos, salir con el Ayuntamiento, salir con la policía y todo”, explica Pedro Chávez, un maestro y líder comunitario. “Tuvimos que organizar nuestra propia forma de vivir para sobrevivir”.
En palabras del político mexicano Benito Juárez “entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
En un país como México, donde se asesina a un alcalde por semana, zonas como Cherán vieron la salida no en depender de los políticos para lograr la paz, sino que apelaron a ellos mismos para ejercer su propia soberanía. Hasta ahora ha funcionado.
La pregunta es si podría masificarse este sistema de organización y a quién debe enfrentarse para lograrlo, pues ni al Estado ni a los traficantes les conviene recaudar menos, los unos por tributación, los otros por extorsión.