Miles de centroamericanos atraviesan el subcontinente para llegar a EE. UU. antes que se venza la amnistía. Lograron la compasión mundial, pero poco se dice sobre el impacto en la población mexicana; sobre todo por el auge del crimen; tampoco del beneficio para los gobernantes que exportan pobres e importan remesas.
PanAm Post habló con Carlos Arturo Baños Lemoine, licenciado en sociología, con formación en derecho y máster en políticas públicas, quien en diversos medios locales ha alertado sobre la peligrosidad de la caravana.
¿Cómo vive México la crisis migratoria siendo país puente hacia EE. UU?, ¿cómo repercute en sus relaciones diplomáticas y en su cotidianidad?
Somos conscientes de la situación de pobreza y violencia que se vive en muchas regiones de Honduras, El Salvador y Guatemala. Por otro lado, no pasamos por alto que las olas de migración masiva no solo violan las leyes migratorias de México, sino que también generan focos de inseguridad y de violencia.
Entre los centroamercianos que vienen buscando mejores condiciones de vida se han colado integrantes del crimen organizado, que representan un peligro tanto para los mexicanos como para los propios migrantes, sobre todo ahora que ya no opera la famosa concesión ferroviaria conocida como “La Bestia”. Esta de alguna manera ayudaba a los indocumentados a atravesar al menos medio territorio mexicano con cierta celeridad.
Los migrantes que cruzan la frontera sur de México están expuestos a múltiples peligros, a manos del crimen organizado y de autoridades corruptas: robo, asalto, violación, secuestro, extorsión, trata de personas, etc.
El riesgo también lo corren los mexicanos que viven en localidades cercanas a las rutas migrantes. En el 2012 la Diócesis de Cuautitlán (cerca de la Ciudad de México) tuvo que cerrar su albergue para migrantes dadas las múltiples quejas vecinales con respecto a las molestias sociales y acciones delictivas asociadas con quienes viajaban en “La Bestia”.
Simple: que cada nación cargue con su población…https://t.co/PvnbB55MZt
— Carlos Arturo Baños (@BanosLemoine) October 21, 2018
Por supuesto que esto altera la cotidianidad de los mexicanos, sobre todo de quienes viven en localidades cercanas a las rutas de migración. La desconfianza y el temor son sensaciones constantes, máxime cuando se sabe que esos migrantes se internan en México sin ningún control, sin ningún seguimiento. Esta desconfianza y este temor se contrapesan con las acciones de solidaridad que muchos mexicanos despliegan a favor de los migrantes.
Y claro que por estos fenómenos entran en tensión las naciones:
gobiernos y pueblos. México está entre la espada y la pared. EE. UU. mira con malos ojos la permisividad del Gobierno de México: considera que sus omisiones frente a los migrantes centroamericanos son agresiones hacia el pueblo de los EE. UU., sobre todo en la era Trump.
Por el otro lado, los países latinoamericanos ven con malos ojos que México actúe como tapón de la migración sur-norte. Lo culpan de ser “cómplice” de la política xenófoba y racista de los EEUU.
¡Una posición sin duda incómoda, por donde se la vea!
¿La migración masiva es útil para los Estados que no se responsabilizan por el bienestar de sus ciudadanos?
Por supuesto, sin duda. Hay que tomar en cuenta que los países del Triángulo del Norte (Honduras, El Salvador y Guatemala) dependen mucho de las remesas, sobre todo después de que el Gobierno de Bill Clinton les otorgó a muchos centroamericanos el Estatus de Protección Temporal tras el Huracán Mitch (1998), gracias al cual podían trabajar en EE. UU. sin peligro a ser deportados. Pero ese estatus termina en estos meses y muchos centroamericanos podrían ser expulsados en cualquier momento… ¡y eso sería catastrófico!
Solo como dato: las remesas que envían los hondureños radicados en EE. UU. a sus familias han llegado a representar hasta el 20 % del PIB de su país. Y el incremento en el monto de las remesas ha llegado al 10 % a lo largo de los años más recientes.
Justo por eso, el Gobierno de Honduras tampoco tiene un incentivo para hacer algo serio y trascendente para evitar la migración de sus connacionales, ya que las migraciones le restan presión política puesto que hay, en Honduras, menos ciudadanos exigiendo bienes y servicios públicos, al tiempo que cada hondureño en EE. UU. representa envío de remesas.
¿Para qué empeñarse, entonces, en revertir la pobreza y la inseguridad? Dígase lo mismo en los casos de El Salvador y Guatemala. Se alimenta, así, un círculo vicioso.
¿Consideras que la caravana es útil como instrumento político?, ¿de quién y por qué?
Así es, sin duda. Lo peor de todo es que la caravana migrante resulta ser un comodín para los dos polos de la política norteamericana. De cara a las elecciones del próximo 6 de noviembre, el polo republicano puede usar a la caravana migrante como parte de su narrativa antiinmigrante, enfatizando la amenaza que supone la inmigración masiva e ilegal para la estabilidad política y económica de los EE. UU., para la seguridad interior de la Unión Americana.
Pero también le sirve al bando demócrata, que puede utilizar a la caravana migrante para fortalecer su postura de tolerancia, inclusión y protección con respecto a los migrantes, sobre todo en los Estados que encunan a las “ciudades santuarios” y/o que obtienen provecho económico de la mano de obra indocumentada.
¿Qué solución planteas para aliviar el problema migratorio?
Políticas de desarrollo integrales y continentales, que supongan varios factores actuando en conjunto, destacando los siguientes:
a) migración controlada y bien regulada entre naciones, que siga patrones de oferta y demanda transfronteriza;
b) más facilidades para la inversión extranjera directa y productiva en naciones con menor desarrollo comparativo (justo como Honduras, Guatemala y El Salvador);
c) fortalecimiento de las acciones de corresponsabilidad en materia de seguridad pública y seguridad nacional con miras a abatir al crimen organizado transnacional;
d) robustecimiento de las campañas de salud sexual y reproductiva para contener el desorden demográfico que solo acentúa los niveles de pobreza;
e) la simplificación, armonización y convergencia administrativas con respecto a los trámites migratorios que se realizan en las naciones con tradición transhumante y
f) creación de fondos de emergencia internacionales para atender eventualidades como la caravana migrante.
¿Qué deben entender quiénes están fuera de Centroamérica y Norteamérica sobre la crisis migratoria que no se ve reflejado en los grandes medios?
Primero, que no se trata solo de atender las necesidades coyunturales de los migrantes desde un punto de vista filantrópico: hay que insistir en las raíces estructurales del problema y, por tanto, en las soluciones estructurales de esta.
Segundo, que existen círculos viciosos que deben ser exhibidos y desactivados, como la hipocresía de las naciones que hilvanan discursos antiinmigrantes mientras obtienen mucho provecho económico de los migrantes, y como la comodidad de las naciones expulsoras que ven en la migración de sus connacionales un estímulo para hacer poco o nada para acabar de veras con la pobreza y la inseguridad internas.