
En conmemoración al Día Mundial del Síndrome Down, salió a la luz un video donde se llama “eugenesia” al proceso a través del cual se detecta en el embarazo el Síndrome de Down y por tanto se brinda a la madre la “opción” de decidir si su hijo debe nacer o no.
La activista provida canadiense Lauren Klassen se caracteriza por apelar a la sátira para denunciar la normalización del aborto. Su primer video se destacó por equiparar al conducto vaginal a un canal mágico donde las personas pasan de ser un cúmulo de células a un ser humano. Ahora, junto a una niña con Síndrome de Down, destacan con pelucas de colores cómo por ser distintos los niños con Down son selectivamente descartados.
Canada, su país natal, descarta hasta 9 de cada 10 niños con Down antes de nacer.
Así lo detalla una nota titulada “¿Por qué estamos tratando de eliminar a las personas con Síndrome de Down?” en el Toronto Sun, reporta que hasta el 2017 Dinamarca tenía una tasa de aborto del 98 % de los bebés que dan positivo para el síndrome de Down, seguida por el Reino Unido con un 90 %, Estados Unidos con un 85 % estimado y Francia con un 77 %.
En vista que 9 de cada 10 niños diagnosticados con Down son abortados, jóvenes con esta condición hicieron una campaña para que sean considerados una especie en peligro de extinción. Aunque corresponden a la especie humana, piden la misma compasión que se tiene hacia los animales.
En medio de una ola donde el tema se ha politizado tanto que los estados de EE. UU. donde hay un gobernador del partido demócrata, se está pasando legislación para legalizar el aborto hasta el nacimiento ante la “amenaza” de Donald Trump de vetar toda ley federal contra la vida del no-nacido.
Y es que Trump, al igual que su vicepresidente Mike Pence, fueron el primer binomio presidencial que participó de la Marcha por la Vida en Washington que se ha hecho hace más de 40 años.
Además, la legalidad del aborto está en peligro en la Corte Suprema. Pues al jubilarse un juez Trump nominó en su lugar a uno católico -Steven Kavanaugh- y al fallecer la juez vitalicia Ruth Ginsburg, nominó a Amy Coney Barrett, católica y madre de 7 hijos, dos de ellos adoptados. Al haber una mayoría constitucionalista y provida en la Corte Suprema, podría ser revocado el fallo Roe vs. Wade que dio lugar a la legalización del aborto a nivel federal.
Desde la campaña presidencial, la postura provida de Trump polarizó la de su oposición, logrando que la candidata Hillary Clinton afirme que el aborto debe ser legal hasta el nacimiento.
Tanto así que ya el estado de Nueva York volvió ley que una mujer pueda abortar hasta el nacimiento, si tiene un defecto su hijo o si ella sufre daño físico o emocional en el proceso.
Estados como Rhode Island, Virginia y el hogar de Bernie Sanders, Vermont, están a punto de instaurar leyes similares e Illinois busca unas aún más severas. Tanto que el gobernador de Virginia planteó que, si el médico lo sugiere y la madre lo acepta, sería posible matar a los niños ya nacidos, si es que no se detectó un defecto durante el embarazo.
Este fenómeno trasciende acorde más intervención hay por parte del Estado, particularmente en materia de salud.
Una vez que Trump aceptó el paso de Joe Biden a la presidencia, declaró un día para reconocer a la vida como sagrada y en un enfático discurso, Trump declaró que (de la mano del Partido Demócrata) EE. UU. tendría políticas equivalentes a las peores dictaduras del mundo, como Cuba, Corea del Norte y China, donde no solo no hay restricciones para el aborto, sino que incluso son impuestos.
También naciones con economías de mercado prósperas, como los países nórdicos, tienen una creciente intervención del Estado de carácter redistributivo ha permitido que la salud sea estatal y por tanto que existan “opciones” como abortar gemelos (en Noruega), en caso de desear solo un hijo, en el caso de mujeres migrantes que tienden a ser las de menores recursos.
En el 2015 salió al aire una publicidad donde anunciaba el enorme costo que implicaba mantener a los niños discapacitados, haciendo ahínco en los niños con Síndrome de Down.
Planteaba que el costo de mantener a 13 fetos discapacitados le costó al Estado más de 800.000 dólares (5.262.716 coronas danesas).
“…abortion of 13 foetuses with disability over the period of 4 yrs would have saved 5.262.716 kr.”
This was aired on Danish TV in 2015.
We should denounce this eugenic culture dressed up as choice & care.#WorldDownsSyndromeDay pic.twitter.com/B4CtSkPENb
— Obianuju Ekeocha (@obianuju) March 21, 2019
De acuerdo a las cifras disponibles, en las naciones donde existe el aborto legal, en particular cuando la salud es estatal, se brinda como opción a las madres que puedan deshacerse de sus hijos si tienen un cromosoma demás.
En el Reino Unido es admitido abortar a los Downs incluso antes de nacer. Frente a lo cual hay un activismo fuerte para por lo menos acortar la brecha temporal.
La normalización de dicha práctica afecta no solo a los que mueren sino también a los vivos, ya que viven en una sociedad donde no se sienten queridos ni deseados. Así lo afirma la activista Heidi Crowter, una mujer joven con Síndrome de Down que considera “profundamente ofensivo” que haya leyes que permitan matar a personas como ella.
En EE.UU., Frank Stephens, enfrentó al Congreso para combatir el prejuicio sobre el Síndrome de Down diciendo: “No creo que deba justificar mi existencia”. Su lucha no es que el aborto sea ilegal sino impensable.
Pero el país de mayor incidencia es Islandia. Durante siete años consecutivos, fueron exterminados todos.
Según los datos del Ministerio de Salud islandés, disponibles para descarga en el archivo de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (bajo el nombre Submission to the Universal Periodic Review of Iceland), entre 2007 y 2012, las 38 mujeres a quienes se diagnosticó durante su embarazo que su hijo nacería con Síndrome de Down decidieron abortar. En 2013, ocurrió lo mismo con los 15 casos detectados, y en 2014, otras 11 mujeres pusieron fin a su embarazo al descubrir que su hijo nacería con la alteración genética de la trisomía 21.
Sin embargo, según la Asociación de Síndrome de Down en Islandia, nacieron seis nuevos bebés con la alteración genética en el 2016.
La revista Iceland Magazine intentó defender al país frente a las acusaciones de tener políticas eugenésicas alegando que no se impone sino que se brinda la opción.
En una nación donde la población total no supera el medio millón, pocos casos suman muchos porcentualmente.
A escala mundial son incontables, lo cierto es que cuando se normaliza matar a un hijo como opción prescindir de sus vidas se normaliza, al punto que es visto como un recorte estatal eficiente, dado que su manutención puede tener mayor costo.
*La nota fue publicada originalmente en el 2019 y actualizada con los datos hasta la fecha.