Mientras el sistema educativo de Chile se destaca a nivel internacional, encabezando los resultados regionales del informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA por sus siglas en inglés), la izquierda exige en las calles del país austral que este pase a ser un “derecho” subsidiado por el Estado, poniendo así un servicio de excelencia en riesgo.
Cada tres años la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) realiza las pruebas PISA. Los resultados actuales son del último año completo, 2018. Seiscientos mil jóvenes de 15 años de 79 países y territorios participaron y Chile se destaca en toda Latinoamérica.
Además, el país austral ocupó el primer lugar a nivel regional, 43° a nivel mundial, en comprensión de lectura. También fue el primero a nivel regional con respecto a ciencias y tiene el lugar 45 a nivel mundial.
Basta contrastar con la vecina Argentina para observar cómo la gratuidad y, sobre todo, la intervención del Estado en materia educativa (que afecta también a las instituciones privadas) disminuyen el nivel educativo.
En palabras del economista argentino Juan Fernández, al hacer referencia al sistema educativo chileno, “nos pasan el trapo”, expresión local que alude al hecho que otro le supera con creces. Pues muestra con cifras cómo en Chile la cantidad de graduados es porcentualmente superior tanto en colegios como universidades de Argentina, donde la educación es “gratuita”.
Se quejan de la educación chilena. Pero:
a) Nos pasan el trapo en las PISA (ver fotos)
b) Argentina gradúa 29 universitarios c/10.000 habitantes x año; Chile, 49
c) En Chile el 88% termina el secundario; en Arg el 61%La inclusión de Peronia excluye más q la "exclusión" chilena pic.twitter.com/euKPq3QEjE
— Juani Fernández (@juanif17) December 3, 2019
Pese a los buenos resultados, entre los reclamos de los manifestantes, que exigen una Constitución con “derechos sociales”, está la “gratuidad educativa”, que implicaría su financiación por medio de impuestos, en lugar que sean los padres los responsables de sus hijos, que sea la sociedad entera.
“Exclusión” y “desigualdad”, dos reclamos que no tienen fundamento en Chile
Aunque los manifestantes chilenos reprochan que en Chile hay desigualdad y exclusión, la evidencia afirma lo contrario. De acuerdo con la actual metodología para medir la pobreza en el país, casi el 70 % de los hogares vivía en condiciones de pobreza en 1990, hoy esa cifra se redujo al 8,6 %, y el Coeficiente Gini, que mide la desigualdad, también muestra resultados positivos, según las cifras del Banco Mundial:
Asimismo, respecto a la “exclusión”, los resultados del PISA demuestran que Chile supera a Argentina en integración al sistema educativo, por medio de becas y vouchers.
De acuerdo con el Instituto de Economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, “el 90% de los niños cursa su educación básica y media en escuelas municipales o particulares financiadas parcial o totalmente con recursos públicos“. Explican que los recursos que reciben estas escuelas dependen del número de alumnos atendidos. Cada uno de ellos es ‘dueño’ de un voucher o cupón que implícitamente transfiere el financiamiento a la escuela elegida. Si se cambia de escuela, el cupón se mueve con el alumno.
Cuando mayor es la intervención del Estado, mayor es el adoctrinamiento político
Es decir, si bien los padres todavía eligen las escuelas, el Estado ocupa un rol primordial. Contrario a lo exclamado por los manifestantes, las fallas suceden no por falta de intervención del Estado, sino por sus excesos.
La Superintendencia de Educación ha recibido 30 denuncias a nivel nacional por vulneración de derechos y garantías constitucionales. Los denunciantes sostienen que no se respeta la libertad de expresión, tampoco de conciencia y exigen una enseñanza libre de tendencias político-partidistas.
La libertad de enseñanza dice relación con proyectos educativos, no con adoctrinamiento político partidista ni menos fomento de partidismo en coyunturas de crisis. Por los miles de profes que hacen la pega de fomentar el pensamiento crítico, #BastaDeAdoctrinamiento pic.twitter.com/l60RPOKapH
— Diego Schalper (@Diego_Schalper) November 25, 2019
“El adoctrinamiento político de los niños en las escuelas, por parte de quienes están llamados a educarlos, es una forma de violencia y de vulneración de sus derechos, y por ello además de las acciones que hemos empujado a través de la Superintendencia de Educación y Defensoría de la Niñez, oficiaremos al INDH y apoyaremos una reforma legal parlamentaria que permite incluso quitar el reconocimiento oficial a colegios que promuevan o toleren, de modo reiterado, esta infracción a la libertad de enseñanza”, señaló la ministra Marcela Cubillos.
Según las denuncias, acorde mayor es la intervención del Estado en el establecimiento educativo, mayor es el adoctrinamiento sufrido por los alumnos. El 53,3 % de las denuncias corresponde a colegios municipalizados (16); un 26,7 % a particulares subvencionados (8); el 13,3 % a particulares pagados (4) y un 6,7 % a jardines infantiles (2), de modo que el adoctrinamiento empieza desde la infancia.
La educación pública como logro de la revolución marxista
La prevalencia del adoctrinamiento en las instituciones bajo dominio municipal no es casual. La “Educación pública y gratuita de todos los niños” es un postulado clave del Manifiesto Comunista, obra elaborada por el padre del socialismo científico, Karl Marx, en conjunto con su sucesor, Friedrich Engels. Está mencionado de forma literal en el artículo 10, inciso a, del capítulo II Proletarios y Comunistas, y es un componente clave en la socialización de los individuos.
En ese segmento también aparece la “abolición del derecho a herencia”. Si bien alude principalmente a la propiedad, no deja de ser la posibilidad de educar a los hijos la mayor herencia que dejan los padres a sus hijos, derecho que el marxismo, literalmente, busca impedir.
Esto lo saben los jerarcas comunistas que lideran las protestas, pues entre menor sea la participación de los padres en la educación de sus hijos, mayor es el rol del Estado.
Como Chile, hasta ahora, ha mantenido un sistema educativo donde los padres y apoderados son quienes se encargan de la educación, ha conservado un nivel de excelencia. Excelencia que se ve en peligro si los manifestantes logran su cometido.
Por eso y más en las calles de Chile aparecen graffitis y pancartas con el contradiscurso que indica: “no sean carne de cañón de los comunistas“. Pues los jóvenes, convencidos que buscan un cambio para bien, exigen el mismo sistema educativo que ha fracasado en el resto de la región. Tal como lo muestran las cifras de PISA.