Netflix, que domina el mercado de las películas para ver en casa, lanzó una película de ficción donde muestra a dos papas: Benedicto XVI y Francisco I. El segundo aparece como maestro del primero, a quien representan como un rígido conservador que tiene mucho por aprender del vivaz progresista. El resultado: una “iglesia renovada” con “consciencia social”.
Lo cierto es que Benedicto XVI, lejos de ser el “retrógrada” que muestran, se esforzó para que no reaparecieran fantasmas del pasado, como el socialismo. Por ello era abiertamente crítico a las corrientes políticas que empobrecen a las personas y les privan de su dignidad al volverlas dependientes de un ente terrenal, como es el Estado.
Mientras que el papa Francisco se vendió a los comunistas, según el cardenal Joseph Zen, quien fue perseguido por el régimen comunista chino, donde doce millones de católicos practican su fe en la clandestinidad: “Francisco puede tener una simpatía natural por los comunistas porque para él ellos son los perseguidos. Él no los conoce como los perseguidores en que se convierten una vez en el poder, como los comunistas de China”.
Esto se puede observar en la película Los dos papas, donde Francisco I, quien llegó a ser la máxima autoridad de los jesuitas, fuertemente influenciados por la teología del pueblo, muestra como mártires a guerrilleros que buscaban instaurar un régimen comunista en Argentina.
En contraste, en la vida real Benedicto XVI habló frente diversos parlamentos del mundo afirmando la importancia de no elevar al Estado a un rol divino y de rechazar la “lucha de clases” que niega la unicidad de cada ser humano, al colectivizarlos de acuerdo con sus posesiones materiales, a la vez que fomenta, en palabras del Che Guevara, “el odio como factor de lucha”.
PanAm Post se comunicó con Gabriel Zanotti, profesor universitario de filosofía y director académico del Instituto Acton, cuya misión es “promover una sociedad libre y virtuosa, caracterizada por la vigencia de los derechos personales y la economía de mercado, en armonía con la Fe Católica” para conocer al Benedicto XVI que no muestra la película.
¿Cuál fue la mayor enseñanza que dejó Benedicto XVI?
Fueron dos. La mejor explicación de la relación entre razón y fe que he visto en todo el Magisterio del siglo XX y la correcta interpretación del Concilio Vaticano II. Lamentablemente, la importancia de estas cosas no se puede entender ahora en gran parte de la Iglesia, dada la decadencia intelectual y el temporalismo (preocupación solo por cosas temporales) de la mayor parte de obispos, teólogos y cardenales. Temporalismo contra el cual luchó Ratzinger toda su vida.
Como heredero de Juan Pablo II, ¿cuál fue el aporte de Benedicto XVI al combate contras el totalitarismo?
Los discursos al Parlamento inglés y al Parlamento alemán, 2010 y 2011. Una síntesis extraordinaria de liberalismo clásico católico, ignorada por católicos que odian al liberalismo clásico y por liberales que odian al catolicismo:
“Contrariamente a otras grandes religiones, el cristianismo nunca ha impuesto al Estado y a la sociedad un derecho revelado, un ordenamiento jurídico derivado de una revelación. En cambio, se ha remitido a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del derecho, se ha referido a la armonía entre razón objetiva y subjetiva, una armonía que, sin embargo, presupone que ambas esferas estén fundadas en la razón creadora de Dios. Así, los teólogos cristianos se sumaron a un movimiento filosófico y jurídico que se había formado desde el siglo II a. C. En la primera mitad del siglo segundo precristiano, se produjo un encuentro entre el derecho natural social, desarrollado por los filósofos estoicos y notorios maestros del derecho romano. De este contacto, nació la cultura jurídica occidental, que ha sido y sigue siendo de una importancia determinante para la cultura jurídica de la humanidad. A partir de esta vinculación precristiana entre derecho y filosofía inicia el camino que lleva, a través de la Edad Media cristiana, al desarrollo jurídico de la Ilustración, hasta la Declaración de los derechos humanos y hasta nuestra Ley Fundamental Alemana, con la que nuestro pueblo reconoció en 1949 ‘los inviolables e inalienables derechos del hombre como fundamento de toda comunidad humana, de la paz y de la justicia en el mundo’”.
¿Por qué fue tan perseguido? Al punto que tuvo que resignar.
Porque fue el principal autor de la Libertatis nuntius, el documento de 1984 contra la teológica marxista de la liberación. Allí dijo:
La lucha de clases como camino hacia la sociedad sin clases es un mito que impide las reformas y agrava la miseria y las injusticias. Quienes se dejan fascinar por este mito deberían reflexionar sobre las amargas experiencias históricas a las cuales ha conducido. Comprenderán entonces que no se trata de ninguna manera de abandonar un camino eficaz de lucha en favor de los pobres en beneficio de un ideal sin efectos. Se trata, al contrario, de liberarse de un espejismo para apoyarse sobre el Evangelio y su fuerza de realización.
Nunca se lo perdonaron y se vengaron de él apenas comenzó su pontificado, con difamaciones de todo tipo. Una total vergüenza para quienes lo hicieron, y no vi nunca que alguien se arrepintiera o pidiera perdón. Eso sí que fue diabólico, y no la película.
¿Qué pudo haber hecho mejor Benedicto XVI?
No renunciar. Pero lo entiendo. Para él, humilde, sin ambición de ningún tipo, el pontificado sí que fue una cruz. A Juan Pablo II (JPII), en cambio, el pontificado le encantó, tenía vocación para ello sin por ello ser mundano. Pero no Ratzinger. Tres veces le pidió a JPII renunciar a la terrible cruz de ser el prefecto para la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe, y las tres veces JPII le dijo que no. Ratzinger solo quería volver a Alemania a ser un simple profesor de teología.
¿Qué mensaje dejaría para quienes se sienten en conflicto con un papa como Francisco I y cuál para quienes ignoran el legado de Benedicto XVI?
Para los primeros, que traten de mantener la calma que tuvo Erasmo en su momento. No sean Lutero, sean Erasmo. Para los segundos, que estudien. No les va a hacer mal. Viene bien de vez en cuando.