
La recesión en México es inevitable, según pronósticos de cuatro bancos de inversión y consultorías financieras. En el primer año de la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no hubo crecimiento; fomentó el monopolio de las industrias por parte del Estado y canceló la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México que le abriría las puertas del país mundo, desmotivando así la inversión.
Sumado al desempleo y el estancamiento local, México se enfrenta a una pandemia que ha paralizado las economías mundiales, el coronavirus (COVID-19).
Barclays, la compañía de servicios financieros, estima que la contracción será del 2 %, agravado por el bajo precio del petróleo. Aunque el número es visiblemente bajo, es enorme la diferencia con la contracción en el 2019, que fue de 0,14 %.
A causa de la pandemia, el jefe de investigación de Barclays para América Latina, Marco Oviedo, estima que el impacto en la cadena de manufacturas de México y EE. UU. será del 16,4 % debido al cierre temporal de fábricas en China.
PanAm Post se comunicó con el economista de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Sergio Adrián Martínez García, para conocer más detalles sobre la situación que enfrenta México.
¿Considera que el manejo del coronavirus como algo sin importancia sea parte de una actitud de falsa calma que promueve López Obrador? ¿Es inminente una recesión en México?
Gran parte de la sociedad civil ha criticado con dureza la indolencia del Gobierno federal frente a la pandemia del coronavirus. La aparente calma que proyecta el presidente y su equipo bien puede ser el disfraz de su incapacidad para monitorear y contener la crisis adecuadamente. Ha habido reportes de que las líneas telefónicas que se pusieron a disposición del público para detectar los casos de coronavirus han quedado saturadas o han operado de forma ineficiente.
Los ingresos del Gobierno federal han languidecido desde el comienzo de la administración de López Obrador y las instituciones de salud han quedado desprovistas de recursos. Con la doble combinación de pocos recursos y una infraestructura de salud deficiente, es probable que el coronavirus tenga un impacto negativo y significativo en la población a menos que se tomen medidas cautelares más efectivas. Tarde o temprano no habrá suficientes invocaciones a la calma del presidente capaces de ocultar la realidad.
Una recesión es un escenario bastante probable en México si nos guiamos por los indicadores recientes de actividad económica y sumamos los impactos no anticipados de un menor precio internacional del petróleo y del coronavirus. Una fracción significativa de los ingresos del Gobierno federal dependen de Pemex, cuyos ingresos son sensibles a los precios de exportación petrolera. Es previsible un aumento en la deuda pública para subsanar las deficiencias en ingresos federales, así el presidente, en su discurso, sea reacio a un aumento (o hay mayor endeudamiento o un mayor recorte del gasto público o la Secretaría de Hacienda y Crédito Público se las deberá ingeniar de otro modo para cumplir sus compromisos de gasto). La inversión en México sigue menguante y en 2019 cayeron las importaciones de bienes de capital. Todos los ingredientes para una recesión están ahí.
¿La situación se ha agravado con López Obrador?
Sí. El Gobierno federal ha debilitado instituciones que representaban un contrapeso a sus decisiones de política económica. Los problemas más acuciantes de México no son legado exclusivo de López Obrador, pero o han empeorado o no han mostrado señales de mejora con su administración: un clima de inseguridad y violencia; incertidumbre en las políticas públicas y un débil Estado de derecho.
¿Qué sugeriría como medidas para evitar una recesión?
Es complicado sugerir medidas porque estamos ante un choque estructural que, en mi opinión, no se resuelve con políticas monetarias y fiscales tradicionales. Dado que la Reserva Federal ha bajado su tasa de interés objetivo a un nivel cercano a cero, algunos especialistas consideran que hay margen para que el Banco de México reduzca su tasa de interés. Una menor tasa de interés puede dar un impulso de corto plazo al endeudamiento y al gasto e incidir de forma positiva en los indicadores de producción, inversión y consumo. Pero la política monetaria no es gratuita y también puede introducir otras distorsiones en el sistema financiero. Aún más importante es trabajar hacia una mayor flexibilidad de los mercados, a fin de que el sistema de precios pueda coordinar de forma más eficiente la asignación de recursos. La pandemia afectará el consumo en negocios, los planes de inversión y el flujo comercial de bienes y servicios. Así que restar trabas a los mercados involucrados es esencial para adaptarse al menor costo posible a la estructura económica pospandemia.