El país con más muertos por coronavirus en la región es también el más poblado, Brasil, con más de 212 millones de habitantes supera los 16 mil fallecidos. No obstante, mundialmente se desata la alarma que la paralización económica costará todavía más vidas, sobre todo entre los más pobres.
América Latina y el Caribe sufrieron el golpe más fuerte, a la par de África, alrededor de 158 millones de personas que trabajan en condiciones de informalidad, equivalente a 54 % del empleo total, vieron reducidos hasta en 81 % sus ingresos.
Solo de hambre morirían 300 000 personas por día a lo largo de tres meses, de acuerdo a las estimaciones del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU. Así lo anunció el director de la PMA, quien recién se curó del coronavirus.
Alrededor de 1,2 millones de niños morirán en el mundo como consecuencia de enfermedades prevenibles y tratables, producto tanto del bloqueo económico como la falta de acceso a medios de transporte, según la Universidad Johns Hopkins, que se ha destacado por publicar las cifras de contagios de COVID-19 minuto a minuto.
“Las medidas de bloqueo indiscriminadas no tienen un efecto óptimo sobre el virus. Si está pidiendo a las familias que se queden en casa en una habitación en un barrio pobre, sin comida ni agua, eso no limitará la transmisión del virus”, aseguró el director ejecutivo de Unicef para el Reino Unido, Sacha Deshmukh.
Unicef, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, como lo señala la periodista Mary O’Grady, responde a una agenda de izquierda. Por lo cual destaca como sobresaliente el hecho que reconozcan que salvar la economía es salvar vidas.
«Bolsonaro tiene razón en que Brasil necesita volver al trabajo»
Señala en su última columna: «Bolsonaro tiene razón en que Brasil necesita volver al trabajo». Pues el presidente Jair Bolsonaro está enfrentado a los gobernadores de varios estados por oponerse al bloqueo estricto de la economía.
La periodista O’Grady apela a un documento publicado recientemente por la Oficina Nacional de Investigación Económica donde revela que las políticas de Covid-19 dirigidas a las poblaciones más vulnerables “superan significativamente” los bloqueos generales: “La mayoría de las ganancias se pueden lograr al tener políticas de bloqueo más estrictas para el grupo más antiguo”.
Dado que los adultos mayores son los más afectados por el coronavirus, superando el 95 % de las víctimas fatales en Europa, sugiere apuntar los esfuerzos a cuidar de los ancianos y permitir a la población joven y sana trabajar.
UNICEF says lockdowns could kill more people than the virus. An inconvenient truth for the left in Brazil. https://t.co/aAlLacUO5D
— MaryAnastasiaO'Grady (@MaryAnastasiaOG) May 17, 2020
Brasil no es Guayaquil
Pero sobre todo apunta a que no hay una receta unánime y que no se puede implementar de igual manera en todos los países. O’Grady sostiene que el caso de Guayaquil, Ecuador, ha asustado a muchos y por ello buscan recurrir al encierro.
«Extrapolar la experiencia de Guayaquil es un error que solo exacerbará la crisis», asegura O’Grady.
Destaca que el foco de contagios ha sido en los hospitales, convertidos en vectores de enfermedades. Los pacientes infectados no habían sido aislados, y las salas de emergencia se convirtieron en caldo de cultivo para el virus.
Según la Asociación Médica de Guayas, 50 médicos en Guayaquil habían muerto y al menos 700 habían dado positivo, a mediados de abril, todavía faltan las cifras actualizadas.
Los pacientes recuperados de COVID-19 en Ecuador son apenas el 10 % del total, mientras que en Brasil, desde el inicio, han oscilado entre el 40 y 50 %. Del total de 255 368 contagiados en Brasil el índice de muertos es igual a la media mundial, 7 % (16 853), y los recuperados ya son 100 459.
Mientras el sistema de salud ecuatoriano colapsó, Brasil está entre los países con “la mayor cantidad de camas de UCI en el mundo por población”. Así lo afirman los doctores Jorge Salluh y Thiago Lisboa en el sitio web de Gestión y Práctica de UCI. Aseguran que Brasil tiene cifras “en promedio cercanas a la mayoría de los países europeos”, pero “la distribución varía de menos de 3 camas por cada 100 000 habitantes en algunos estados de la región norte, a más de 20 camas por cada 100 000 habitantes en los estados del sudeste”.
Hasta el momento Brasil no ha apuntado mayormente a la prevención del coronavirus sino al tratamiento de los afectados, asumiendo que es una realidad con la que debemos convivir y poniendo incluso al Ejército a trabajar en la producción de cloroquina para los enfermos.
Sobre todo han afrontado la cruda realidad, que la paralización económica impide a los padres de familia llevar sustento a sus hogares y por tanto agrava el hambre en la nación.