Lo que comenzó como un reclamo de abuso policial, se convirtió en una guerra racial; pese a que el jefe de la policía de la ciudad de Minneápolis, donde se produjo la muerte de George Floyd, es negro y al menos dos de los cuatro policías involucrados son de minorías étnicas (asiático e hispano). El protagonismo de la causa racial convocó a la comunidad negra a las calles en protesta protesta azuzados por agrupaciones autoproclamadas “antifascistas” reconocidos por sus tácticas violentas.
Se les puede identificar fácilmente en los videos de la devastación a los miembros del “bloque negro” de Antifa, porque visten completamente de ese color y cubren sus rostros con pasamontañas o pañuelos para encubrir su identidad.
Todo aquel que se oponga al fascismo es antifascista, dicen los defensores de este grupo recientemente catalogado como organización terrorista por el presidente Donald Trump. Incluso ha provocado que muchos se proclamen a sí mismos terroristas en solidaridad con el accionar de estos “manifestantes”. Pero la realidad es que la misma familia de George Floyd ha pedido un cese a las protestas violentas, a las que el hermano menor de Floyd, Terrence, ha llamado estúpidas.
https://twitter.com/ArturoVilla_/status/1266938797792641024?s=20
El origen comunista de la lucha antifascista
Y es que la “lucha antifacista” amalgama ideas contradictorias entre sí. Alegando solidaridad con la comunidad negra la dejaron devastada. Destruyeron los negocios de los vecinos y golpearon a quienes ponían resistencia. Pues el “antifascismo” viene acompañado de la destrucción de la propiedad privada, como reivindicación de su lucha contra el capitalismo, al que también se enfrentó el fascismo y su propio líder y fundador, el dictador italiano Benito Mussollini.
Mediante el financiamiento de la Unión Soviética, el primer Estado socialista del mundo, nacieron agrupaciones enfrentadas al fascismo (que a su vez nació del sindicalismo y adoptó posturas nacionalistas recién con el auge de la Segunda Guerra Mundial) en las décadas de 1920 en Italia y luego en 1930 bajo el velo del Partido Comunista de Alemania (KPD) nació Antifaschistische Aktion (Acción Antifascista), que todavía sigue en pie. De modo que, contrario a lo que alegan sus defensores, no se trata simplemente de estar en contra al fascismo, sino que el movimiento tiene un vínculo político e histórico de respaldo al comunismo y de enfrentamiento al capitalismo.
Para Antifa «la destrucción de la propiedad privada no equivale a violencia»
«La destrucción de la propiedad privada no equivale a violencia», dijo Scott Crow, que fue organizador de Antifa por 30 años, en entrevista con CNN.
Desde la asunción a la presidencia de Donald Trump, Antifa se ha potenciado, convencida entre sus filas de estar luchando contra el fascismo. Pese a que por definición, dicho por el propio Mussolini, el ideario del fascismo es “todo en el Estado y nada contra él”, como tal era fanático de los impuestos progresivos para mantener a flote su corporativismo que buscaba agrandar bajo el anhelo que desplomar el capitalismo haría que se refugie en manos del Estado.
Lo opuesto a la presidencia de Donald Trump que se ha caracterizado por reducir al Estado, comenzando por una reforma histórica de impuestos que ha beneficiado sobre todo a la comunidad negra por el mayor crecimiento de empleo en más de medio siglo.
Dicha reforma también convirtió a los barrios más pobres del país en zonas francas para inversores, lo cual mejoró la infraestructura (de viviendas y negocios) y creó aún más fuentes de empleo, sobre todo en el rubro de la construcción.
Los «antifa» son moralmente equivalentes a los neonazis
Su caso más famoso fue en 2017, cuando miembros de este grupo fueron a Charlottesville, Virginia, para supuestamente condenar el racismo buscando remover estatuas de personajes de la Guerra Civil de EE.UU., como el general Robert E. Lee y se enfrentaron a los grupos que defendieron el “legado histórico”, entre ellos grupos de supremacistas blancos. El presidente Trump respondió frente a los incidentes que ambos grupos eran igualmente reprochables y fue duramente criticado por ello.
El profesor de la Universidad de Dartmouth, Mark Bray, a su vez autor de El Manual Anti-fascista, defendió las tácticas violentas de esta agrupación en un artículo para The Washington Post: «Sus partidarios son predominantemente comunistas, socialistas y anarquistas» que creen que la violencia física es «éticamente justificable y estratégicamente eficaz».
En respuesta, el comentarista político Marc Thiessen destacó que «no son diferentes de los neonazis. Los neonazis son los violentos defensores de una ideología asesina que mató a 25 millones de personas en el siglo pasado. Los miembros de antifa son los violentos defensores de una ideología asesina que, según el Libro Negro del Comunismo, mató entre 85 millones y 100 millones de personas en el siglo pasado. Ambos practican la violencia y predican el odio. Son moralmente indistinguibles. No hay diferencia entre los que golpearon a personas inocentes en nombre de la ideología que nos dio Hitler y Himmler, y los que golpearon a personas inocentes en nombre de la ideología que nos dio Stalin y Dzerzhinsky»
Ante la convocatoria de una marcha pacífica, cuyo lema era «No al marxismo en Estados Unidos», sucedió una contramarcha de «antifa» en septiembre del 2017, donde manifestantes estaban armados con palos y arrojaban gas pimienta mientras golpeaban a los marchantes contra el marxismo con escudos que irónicamente decían «No al odio». Según Thiessen, «porque su definición de fascista incluye no solo a los neonazis, sino también a cualquiera que se oponga a su cosmovisión totalitaria».
La protesta contra el marxismo fue coordinada por alguien que no podría estar más alejada al fascismo, nazismo y neonazismo. Amber Cummings, la coordinadora se describe a sí misma como «mujer transexual que abraza la diversidad». En su cuenta de Facebook dijo que «cualquier grupo racista como el KKK [y] neonazis… no son bienvenidos». En sus propias palabras, el fin de la protesta contra el marxismo era necesaria porque «la Universidad de Berkeley es un punto de partida para el Movimiento Marxista».
92 % de los activistas de extrema izquierda todavía vive con sus padres
Vale destacar que las universidades se han vuelto caldo de cultivo para estas ideas. 7 de cada 10 millenials simpatiza con el socialismo, según la Fundación en Memoria de las Víctimas del Comunismo, cuyo director ejecutivo Marion Smith sostiene que «La amnesia histórica sobre los peligros del comunismo y el socialismo está en plena exhibición».
Cuando no educamos a nuestras generaciones más jóvenes sobre la verdad histórica de 100 millones de víctimas asesinadas a manos de los regímenes comunistas durante el siglo pasado, no debería sorprendernos su voluntad de abrazar las ideas marxistas. Necesitamos redoblar nuestros esfuerzos para educar a los jóvenes de Estados Unidos sobre la historia de los regímenes comunistas y los peligros del socialismo actual.
https://twitter.com/jason_howerton/status/1267575598693715974?s=20
Antifa odia a los EE.UU.
El periodista Andy Ngo, autor del libro Desenmascarado: dentro del plan radical de Antifa para destruir la democracia es hijo de migrantes que escaparon de la tiranía socialista de partido único de Vietnam, es el reportero que más ha cubierto el auge de la violencia de estos grupos. Como represalia, ha sido brutalmente atacado. Y denuncia abiertamente que Antifa odia a los EE.UU.
How has a movement of trained, radicalized, violent extremists been able to organize and grow for years with few noticing? Because this is what happens if you don’t write propaganda for them: pic.twitter.com/V7c7vCwZjF #antifa
— Andy Ngô 🏳️🌈 (@MrAndyNgo) June 1, 2020
«Si el fascismo llega a EE.UU. será en forma de progresismo», dijo Ronald Reagan
https://twitter.com/SmartestPeople7/status/1267292330182299651?s=20
Brian Levin, director del Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo en la Universidad Estatal de California, dijo para CNN que la organización Antifa no solo está dándose a conocer a gran escala con sus conocidos modus operandi, sino también en reuniones pequeñas y vía redes sociales para así captar una mayor cantidad de adeptos.
El grupo estaría teniendo una importante penetración en personas “progresistas” de Estados Unidos.
Es decir, Antifa utiliza su ideales anti capitalistas – de izquierda – y anti élites del gobierno – más cercanos a la anarquía que busca destruir al Estado, no para mayor libertad, sino para imponer una dictadura del proletariado, como anhelaba Marx– para radicalizar a muchos militantes más o menos afines a sus ideales pero que jamás habían llegado al límite de violentar a personas que no comulguen con su línea de pensamiento.
Tal es así que entre los destrozos se puede ver grafitis anunciando“Eat the rich” que en inglés significa “cómanse a los ricos”, invitando así al canibalismo, práctica que se volvió moneda corriente en la Unión Soviética que financió su movimiento en sus inicios, dada la falta de alimentos causada por los bolcheviques.
Curiosamente, el movimiento Antifascista, tiene muchas similitudes con el fascismo en cuanto a la intolerancia contra la diversidad de pensamiento, el desprecio a la propiedad privada, el odio hacia una clase o estrato social determinado. Un movimiento que “lucha” contra la ideología fascista, pero promueve el resentimiento y rechaza la libertad al punto tal de que atenta contra la misma.
Black woman curses out a group of white #Antifa members who handed a brick to young black kids and instructed them to use it.
Left-wing terrorists are awakening more black Americans than I ever could to who our true enemies are. #Trump2020 pic.twitter.com/JZxm6T8u8r— Candace Owens (@RealCandaceO) June 2, 2020
Sin embargo, hay voces dentro de EE.UU., como Candace Owens, referente del “Blexit”, movimiento que busca terminar con la presunción de que el votante negro debe ser funcional a la agenda de izquierda, quien difundió en redes sociales que hay negros en EE.UU. que están despertando frente al hecho de que la violencia de estos terroristas de extrema izquierda exponen quienes son los verdaderos enemigos de esta comunidad.
«Y para quienes intenten imponer el socialismo en los Estados Unidos, nuevamente enviamos un mensaje muy simple: Estados Unidos nunca será un país socialista», aseveró Trump en la conclusión de su discurso.
Ese mensaje hoy hace eco frente al terrorismo perpetrado por las brigadas autoproclamadas “antifascistas”.
*Este reportaje fue realizado en conjunto con Emmanuel Rondón, periodista en formación con énfasis en el área política.