Donald Trump ha emitido el memorado de retiro de Estados Unidos del acuerdo nuclear entre Irán y seis países desarrollados, revirtiendo un tratado donde la nación persa se comprometía a limitar el programa nuclear a uso civil. Esto ha desatado una serie de reacciones en contra del presidente norteamericano, titulares como: “el mundo recibe con desazón rompimiento del pacto nuclear” o, el análisis que presenta el diario El País de España, donde afirma que todos han cumplido menos la administración estadounidense. Demostrando el profundo desconocimiento de la geopolítica del Medio Oriente.
El Gobierno de Irán es quien ha incumplido los compromisos adquiridos desde que se firmó el Plan de Acción Conjunto. Por ejemplo, no permitió a los inspectores internacionales el ingreso a las bases militares para cumplir con la verificación pactada entre las partes, cuando es obvio que una instalación castrense sea el primer escenario a ser vigilado. Según el líder supremo, Ali Jamenei, no se permitía el ingreso de los inspectores por considerarlos espías. Este comportamiento fue repetitivo y sistemático para burlar los compromisos adquiridos por el Gobierno Iraní —tanto que fue presentado ante Naciones Unidas por la embajadora Nikki Haley, donde instaba a la Agencia Internacional de Energía Atómica a ejercer su autoridad para hacer cumplir lo pactado, pero como de costumbre nada sucedió—.
Mientras el mundo se mantenía en las sombras sobre lo que sucedía al interior de las bases militares iraníes, sus lideres políticos desplegaban una agresiva expansión extraterritorial por intermedio del apoyo de grupos chiitas en Siria, Yemen y Líbano. Simultáneamente, se aliaba con facciones de Irak para combatir al Estado Islámico. Esta estrategia fue posible gracias el ingreso de recursos provenientes de la explotación de petróleo que creció drásticamente a partir del levantamiento de las sanciones económicas, tal como se aprecia en la figura 1. Es decir, el pacto nuclear le permitió convertirse en una potencia en expansión por todo el Medio Oriente, lo que terminó empantanando la guerra en Siria, que hasta la fecha presenta medio millón de víctimas fatales y 6 millones de refugiados por Europa y países vecinos.
Figura 1. Explotación petroleo iraní
Así, el pacto nuclear con Irán derivó en mayor cantidad de conflictos regionales, sin alcanzar el objetivo estratégico de traer paz o estabilidad, porque de todas formas los persas continuaron con su agresivo plan de expansión militar. Además, como el acuerdo no incluyó el desarrollo del programa balístico, los militares iraníes tomaron la decisión de suministrar cohetes de largo y mediano alcance a sus aliados, entregando capacidades estratégicas a milicias que tienen como objetivo eliminar al Estado de Israel. Bajo esas circunstancias, la nación hebrea tomó cartas en el asunto bombardeando posiciones de Hezbolá en Siria para evitar que los peligrosos misiles persas amenacen la frontera norte del país.
Simultáneamente, Israel lanzó la mayor operación de inteligencia desde la Segunda Guerra Mundial para obtener el desarrollo completo del programa nuclear iraní. Este incluye el nombre de los físicos que han dirigido la obtención de la bomba nuclear. Fue así como se conoció a Mohsen Fakhrizadeh-Mahabadi, el científico jefe del programa nuclear, lo que dio el mensaje a la comunidad de inteligencia mundial que los servicios secretos de Israel habían logrado infiltrar la cúpula del programa mejor resguardo por Irán, obteniendo 100.000 documentos clasificados que se ventilaron al mundo. Según relató el primer ministro de Israel, el plan de los científicos persas incluía crear un lobby de activismo por la paz para mantener el acuerdo, mientras expandían sus capacidades nucleares y desplegaban su arsenal balístico por la región.
Sin lugar a dudas, se estaba cocinando un conflicto entre Israel e Irán que, de detonarse, cualquier guerra anterior sería un juego de niños, teniendo en cuenta las capacidades estratégicas del Estado de Israel frente a las milicias chiitas entrenadas en los campos de batalla de Siria, y con acceso a misiles iraníes de largo alcance. La reversión del pacto nuclear aniquila esta estrategia. Ahora, la administración republicana de Trump podrá imponer sanciones económicas al Gobierno persa, el cual sigue siendo un régimen autoritario tal como se muestra en la figura 2, donde su índice de democracia alcanza solo 2,4 sobre 10, ubicándolo entre las naciones donde la democracia es un espejismo.
Figura 2. Índice de democracia
Ahora, el presidente Hasán Rouhaní deberá tomar medidas para soportar las sanciones que vienen contra Irán, lo que podría poner contra las cuerdas a este régimen. A finales del 2017 se presentó una serie de protestas generalizadas que dejaron un saldo de 12 muertos, primer campanazo del malestar que hay entre la población joven. Ese grupo de ciudadanos, a pesar de poseer un buen nivel educativo, no encuentra fuentes de empleo, tal como muestra la figura 3 de la evolución del desempleo entre el grupo etario entre 18 a 30 años.
Figura 3. Desempleo juvenil en Irán
Este levantamiento popular solo es la continuidad de lo vivido en 2009, cuando los jóvenes exaltaron su voz contra un posible fraude electoral a favor de Mahmud Ahmadineyad, quien a la postre gobernó el país de forma errática hasta 2013. Por eso, las sanciones económicas podrían asfixiar a este Estado hasta detonar su propia Primavera Persa. Si los líderes iraníes quieren evitar que les estalle un conflicto social, van a tener que recoger sus misiles, reagrupar las tropas, y cortar la ayuda financiera a las milicias chiitas del Medio Oriente.
El retiro de Estados Unidos del pacto nuclear no termina siendo una mala noticia, por el contrario, esta desactivando una agresión indirecta de Irán contra el Estado de Israel, frenando las ambiciones expansionistas del régimen de los Ayatolas, que solo ha dejado una estela de sangre, desplazamiento y refugiados por todo Medio Oriente. Tal vez quien termine agradeciendo las medidas de Donald Trump sea la propia población de Irán, oprimida por una tiranía barnizada superficialmente de democracia.