EnglishEl pasado miércoles, el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció la aparición del rostro del fallecido Presidente Hugo Chávez en una construcción en Caracas. En una emisión nacional, Maduro mostró la foto del supuesto milagro. Ésta sería la segunda vez que el Comandante Supremo se “aparece” luego de su muerte el 5 de marzo pasado. De forma preocupante, el culto a la personalidad de Chávez está adquiriendo una naturaleza religiosa y estableciendo así un socialismo mágico.
No es la primera vez que Maduro se encuentra con el espíritu de Chávez. En abril de 2013, justo luego de las elecciones presidenciales, aseguró haberlo visto bajo la forma de un pequeño pájaro que lo bendijo. Muchos seguidores criticaron el hecho de que haya osado comparar la Gran Figura de la Revolución con un pequeño animal. De todas formas, el uso político del fallecido Comandante no se detuvo: algunos meses después, anunció en televisión que había dormido varias noches en el mausoleo donde descansan los restos de Chávez.
Luego de la muerte, Maduro expresó su deseo de embalsamar el Comandante. Así, podía mostrarlo a todo el mundo como símbolo de la Revolución, al igual que se hizo con Lenin, Kim Jong-il, Mao Tsetung, Ho Chi Minh y Eva Perón. No es una coincidencia que todos esos líderes provengan de regímenes autoritarios y/o populistas. Incluso cuando el cuerpo de Chávez no pudo ser embalsamado, su funeral fue acompañado por largas y exageradas ceremonias, como forma de mantener los sentimientos de sus seguidores vivos hasta el día de la elección.
Básicamente, su estrategia discursiva se basó en conectarse a sí mismo con el Más Allá y traer la memoria de su mentor a la realidad actual. Es claro que Maduro está lejos de ser Chávez, pero al menos intenta mantenerse cercano a su figura. De esta forma, sus seguidores no rechazarán las diferencias sino que se identificarán con él como discípulos del gran líder.
La mitificación de figuras políticas no es una cosa nueva. Algunos regímenes como Corea del Norte poseen vasta experiencia en el adoctrinamiento y manipulación para movilizar los sentimientos de la población y sus creencias, con el fin de mantenerla sometida. Además de mantener el control absoluto de la fuerza, el poder que poseen sobre las mentes de sus ciudadanos les permitió permanecer en el poder por más de 50 años. Adicionalmente, los eventos místicos pueden ayudar a refrescar la atención de los seguidores. En Venezuela, ha habido elecciones todos los años en los últimos tiempos, y se ha vuelto difícil mantener el apoyo electoral.
Aunque los esfuerzos hayan intentado unir al enemigo interno (la oposición política) con el enemigo externo (Estados Unidos), hay una falta de poder en el mensaje, o en el mensajero. Maduro no logra movilizar tanto a las masas como lo hacía Chávez, y esto es cada vez más evidente. Especialmente, en el medio de una crisis económica, cuando las personas están más preocupadas por sobrevivir a la creciente inflación que por apoyar carreras políticas y asistir a las votaciones nuevamente.
Del realismo mágico al socialismo mágico
En América Latina, el poder de los eventos mágicos en las creencias de la sociedad ha sido particularmente fuerte. De hecho, el realismo mágico nació de este fenómeno. Fue un género literario que integró elementos místicos o fantásticos con historias mundanas, creando una ficción realista. Escritores famosos de este género, como Gabriel García Márquez y Jorge Luis Borges generalmente incorporaban este aspecto de las sociedades latinoamericanas con críticas políticas.
Lo que vemos hoy en Venezuela nos recuerda mucho a las historias que traían estos autores. El Socialismo del Siglo XXI de Venezuela ha tomado la esencia del realismo mágico y lo ha adaptado para sus fines políticos. Las masas se mueven por impulsos y sentimientos, y los políticos lo saben. De hecho, se ha transformado en una buena herramienta política para mantener la unión cuando el líder está ausente.
Más allá del hecho de que Marx rechazaba a la religión por ser el opio de los pueblos, el socialismo de Venezuela se fundó apelando a muy efectivas creencias fuertemente religiosas. Debido al hecho de que no hay un líder para seguir, sus sucesores tuvieron que recurrir a la memoria del líder y transformarlo en un símbolo de unión. De todas formas, el efecto parece caer desde que la aprobación a la gestión de Maduro decae.
El chavismo surgió en un contexto mixto, donde encontramos marxismo, populismo, culto al líder, victimización histórica, y religión y creencias culturales. Una mezcla de ideologías diseñas a movilizar a las masas según la conveniencia de las élites políticas. Frente a un escenario electoral y en medio del descontento general de la sociedad, seguramente seremos testigos de nuevas apariciones místicas.