EnglishEl Teniente de San Porfirio — una novela de Joel D. Hirst — narra con realismo mágico la historia de una revolución política en la República Socialista Revolucionaria de Venezuela, encabezada por un líder supremo, el Comandante. Narrando las historias de varios personajes, Hirst ilustra con detalle las consecuencias de una dictadura militar y “socialista”, bajo la que subsiste una sociedad polarizada y empobrecida. Estas historias ilustran una realidad multidimensional, donde cada arista representa un pasado histórico, valores, un fin y un rol dentro de este fenómeno político.
Los siete años durante los que Hirst habitó en Venezuela parecen haber sido suficientes para apreciar y comprender la complejidad política venezolana, complejidad que supo encarnar en los personajes que entretejen esta novela. Hirst, estadounidense, vivió en Venezuela en los años 1991 y 1992, durante los golpes militares, en los años 2000 y 2001, y en el período 2004-2008. Sin duda, su presencia en Venezuela antes y después de la revolución bolivariana, le dio la oportunidad de adquirir una perspectiva personal de este movimiento.
Durante 15 años, el chavismo ha generado controversias no solo en Venezuela, sino en el mundo. Hay quienes lo defienden como un movimiento reivindicador contra grupos opresores del pasado, o quienes lo apoyan desde el exterior porque lo ven como el socialismo ideal sin conocer con sus propios ojos la realidad que subyace. También existen quienes se oponen a él porque intentan aferrarse a un pasado que no volverá, y otros que lo combaten porque buscan un país distinto al que viven en el presente y al que vivieron sus antepasados. Todas estas perspectivas son exitosamente plasmadas por Hirst en El Teniente de San Porfirio.
Sería injusto reducir un fenómeno tan complejo a una sola perspectiva; entonces, Hirst logra integrar todas las dimensiones sociales y políticas en una emocionante trama.
La novela muestra una oposición al régimen divida en dos. Por un lado, un grupo opositor cuyo dominio político acabó desde la llegada de la revolución y que ahora paga una factura histórica. Sus integrantes todavía no entienden qué hicieron mal ni el proceso socio político que los rodea, por lo que en lugar de aprender las lecciones del pasado, se limitan a recordarlo y tratar de revivirlo. Para esta clase, su ideal de país es retroceder al que tenían antes de la revolución y recuperar todo lo perdido.
El contraste con el segundo grupo de opositores es evidente: una generación de jóvenes que ha vivido bajo un solo gobierno, conociendo de otros a través de historias y anécdotas de sus antepasados. Estos jóvenes sueñan con un país que no han vivido todavía, un proyecto de futuro que se aleja tanto del régimen actual como de lo que sus padres vivieron.
Como venezolano, uno no puede evitar sentirse identificado con lo que experimentan estos personajes. El desánimo, la frustración y la sumisión son los sentimientos de un grupo que ha decidido resignarse y aceptar su destino, ante un proyecto político del que no son parte. A pesar de todo lo que han perdido, física y espiritualmente, la esperanza prevalece en ellos por un cambio.
Para aquellos lectores que pueden no entender cómo y por qué ese régimen ha durado tanto, Hirst presenta el otro lado de la historia. Con una atinada descripción, el autor dilucida claramente los argumentos de aquellos que creen en el proyecto del Comandante, movidos por el resentimiento y amparados por un Estado paternalista. El discurso populista y de lucha de clases, y las eternas promesas de igualdad, los distrae de sus verdaderas carencias y los fracasos del sistema socialista.
En medio de la pobreza y la inseguridad, este grupo no tiene más nada que sus ideales y una sed de venganza, que los llevan a unirse a una lucha sin fin. Sus sentimientos no son en vano, y el autor logra dibujar perfectamente las injusticias que los mueven a actuar y a apoyar la revolución, manejados por un odio que el líder supremo ha aprendido a manipular perfectamente para satisfacer su ambición de poder.
Finalmente, hay un aspecto de este Estado fallido que toca a todos los personajes: la corrupción. Todos, sin importar su tendencia política, son víctimas de una ausencia de instituciones, donde la supervivencia es el sentido más común de todos. La novela de Hirst pinta un país cuyas condiciones de vida se asemejan a las de uno en guerra y una sociedad que no le queda nada más sino sobrevivir.
La fotografía que muestra Hirst con esta novela es la de una sociedad que progresivamente permitió a un gobierno fortalecerse, intervenir cada vez más y anular la libertad individual, bajo el discurso de la revolución socialista. El Teniente de San Porfirio habla de heroísmo, lucha social, caudillismo y populismo, y el lector no puede sino sentir empatía por alguno de estos personajes, esperando que el bien triunfe sobre el mal y los subyugados puedan finalmente conquistar su libertad.
“Tengan esperanzas. Esta historia, nuestra historia, la historia de una Venezuela libre y verdaderamente democrática no ha terminado.”
Entrevista a Joel Hirst conducida por Patricia Dalmasy en Voz de América.
El Teniente de San Porfirio. Crónicas de una “revolución” bolivariana de Joel D. Hirst está disponible en Amazon, en español y en inglés.