EnglishComo una protesta estudiantil de las tantas que se han sucedido durante los últimos meses en Venezuela, el lunes se llevó a cabo una manifestación frente a la Oficina del Fiscal General en Caracas. Pero quienes asistieron y gritaron durante horas frente al edificio del gobierno no eran estudiantes, sino las víctimas de una de las estafas más grandes del país.
Alrededor de 6.000 venezolanos fueron estafados por una concesionaria de vehículos que durante el año pasado operó bajo el nombre de La Venezolana. La empresa cobraba a todos los clientes un adelanto, pero nunca hacía entrega de los vehículos. El propietario sigue prófugo, y las víctimas quieren recuperar sus automóviles o bien su dinero.
En un país que importa más del 70% de lo que consume, los estrictos controles cambiarios han afectado a todas las principales actividades económicas, incluyendo las importaciones de automóviles. Durante los últimos años, se ha vuelto cada vez más frecuente en Venezuela ver concesionarias sin automóviles, pero con largas listas de espera.
Según la Cámara Automotriz de Venezuela (CAVENEZ), durante los primeros cinco meses de 2014, sólo fueron vendidos 7.147 nuevos vehículos en todo el país, 88,6% menos de lo que se vendió durante el mismo período hace un año. De esa cifra, sólo 54 vehículos eran importados; el resto fue ensamblado en el país.
Mientras tanto, la producción nacional de vehículos cayó 92,09% en los últimos doce meses, lo que significa que la industria apenas alcanzó el 3% de su capacidad productiva.
La industria automotriz venezolana está atravesando su período más difícil, debido a las estrictas políticas de control cambiario y controles de precios. Para los venezolanos, comprar un automóvil se ha convertido en una odisea. Los clientes eligen un modelo a partir de escasas opciones y entran a una lista de espera de más de dos años para recibir el vehículo. Las listas de espera, las largas colas y las concesionarias vacías se han convertido en la norma en vez de la excepción en Venezuela.
Demasiado bueno para ser verdad
Hace tres semanas, Jhon Quiroz, presidente de la concesionaria La Venezolana, informó a los compradores que los vehículos prometidos estaban a punto de llegar a Venezuela en un buque de carga.
“Tenemos más de 15 años de experiencia”, aseguró Quiroz. Sin embargo, esto no podría estar más lejos de la verdad. En realidad, su empresa fue creada el año pasado, según una investigación realizada por el periódico El Universal.
En marzo de 2013, La Venezolana en principio fue creada como una comercializadora de automóviles usados. Sin embargo, pronto comenzó a promocionar a través de periódicos y anuncios modelos de vehículos nuevos chinos como el Zotye, Brilliance y Kawei. La empresa incluso prometió traer hasta 60.000 vehículos al año, una cifra astronómica considerando los 7.000 vehículos vendidos en todo el año pasado en Venezuela.
Así, La Venezolana entró a competir con concesionarias vacías que no tenían nada que ofrecer más que largas listas de espera, y muchos clientes decepcionados vieron en la empresa una alternativa ideal, casi increíble.
En las ferias automotrices, la gente hacía largas filas para reservar sus vehículos sin jamás imaginarse que los pocos en exhibición eran los únicos que tenía la concesionaria. Los propietarios habían traído unos pocos autos de Colombia, cruzando la frontera con un permiso de turista y presentándolos como los primeros de muchos más “en stock”.
Pero, ¿cómo puede una concesionaria sin automóviles ni licencias de importación surgir de la noche a la mañana y funcionar durante todo un año sin ninguna sospecha?
Al parecer, los fundadores sólo necesitaron 300.000 Bs. (US$4,200) para legalizar su empresa en marzo de 2013 y, seis meses más tarde, La Venezolana ya había multiplicado su capital y adquirido más de 100 millones de bolívares (US$1,4 millones).
En noviembre, Jhon Quiroz se unió a la junta directiva como presidente y socio principal. Quiroz ya se había ganado la reputación de estafador, y tenía dos tarjetas de identidad con nombres distintas. Hasta el año pasado, Quiroz trabajaba como panadero, vendiendo pan en un restaurante de San Antonio, en las afueras de Caracas, y tenía dos demandas por violaciones contractuales.
Sus vínculos con el chavismo se echan a perder
A pesar de su prontuario, Quiroz no tenía miedo de acercarse a las autoridades gubernamentales. Todo lo contrario, La Venezolana buscaba cualquier oportunidad de participar en eventos patrocinados por el Estado, tales como ferias militares para vender sus vehículos a los funcionarios de las Fuerzas Armadas, o competiciones deportivas estatales.
La compañía hizo galas de un profundo afecto por el chavismo para mantenerse en una posición amigable con el régimen. En una gacetilla de prensa, la empresa llegó a afirmar: “Estamos convencidos del camino que debemos seguir, que no es otro que la defensa absoluta del legado del Comandante Supremo Hugo Chávez”.
Sin embargo, las numerosas quejas de los clientes que habían abonado por adelantado pero que no tenían ninguna noticia de sus vehículos nuevos, presionaron a que el gobierno congelara las operaciones de la empresa e iniciara una investigación.
Después de algunas investigaciones, el gobierno pronto se dio cuenta de que la concesionaria ni siquiera tenía las licencias necesarias para la importación de vehículos de las tres fabricantes chinas. Lejos de reconocerlas, Quiroz negó estas acusaciones y aseguró que tenía 20 contenedores llenos de vehículos en el puerto de La Guaira a la espera de los procedimientos administrativos.
Documentos obtenidos por El Universal confirman que a pesar de que La Venezolana había cerrado un acuerdo real con estas tres compañías de automóviles chinos, el importe total superaba los US$11 millones, más de lo que podían solventar. El pago inicial debía ser hecho en dólares, y La Venezolana ni siquiera contaba con la aprobación del organismo de control de divisas del Estado (CENCOEX) para hacer ese tipo de transacciones.
A pesar de que representantes de Zotye confirmaron haber vendido 162 coches a La Venezolana y ensamblado 1.100 más luego de recibir un adelanto, aseguraron que no enviarían más vehículos hasta que completaran el pago.
Atrápame si puedes
A medida que aumentaba el escrutinio, no pasó mucho tiempo antes de Quiroz huyera del país. El viernes pasado, el presidente de la concesionaria trató de escapar del país en un avión privado rumbo a Panamá. Las autoridades lograron detener el despegue del vuelo, pero Quiroz logró tomar un taxi y escapar. Agentes de la policía sólo pudieron arrestar al piloto, copiloto, y dos de sus guardaespaldas. Hasta ahora se desconoce su paradero.
De acuerdo con la Oficina del Procurador General de la Nación, hay casi 6.000 víctimas de la estafa, entre ellos oficiales del ejército, que pagaron adelantos de hasta 30% y esperaron durante meses la llegada de sus vehículos.
Dada la ausencia de respuesta, ya sea de la empresa o de las autoridades, los miles de clientes estafados se organizaron y crearon un grupo de Facebook para planificar y promocionar las próximas manifestaciones como la del lunes.
“Como todo en este gobierno, todo el mundo es inútil e incompetente. Estoy seguro de que [los policías] lo atraparon y él [Quiroz] sobornó a la policía para huir. Hay tanta corrupción…”, se lamentó Douglas Bruzual, una de las víctimas.