English El trabajo infantil, un problema que afecta a millones de niños en América latina, ha recibido apoyo por parte del Senado de Bolivia. El pasado viernes, los parlamentarios aprobaron el nuevo Código para Niños y Adolescentes, el cual descriminaliza el empleo infantil para todos aquellos niños que tengan 10 años de edad o más.
A diferencia del código anterior, el cual prohibía que los menores de 14 años se unieran a la fuerza laboral, éste ha generado mucha controversia. Contradice la firma por parte del país de la Convención 138 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y va en contra de todas las normas internacionales del trabajo infantil.
La ley permite la contratación de menores que tengan 10 años o más, que sean empleados por cuenta propia y que trabajen por su propia voluntad. En los casos donde exista una relación de dependencia con un empleador, el trabajo le será permitido a aquellos que tengan 14 años o más. En el último caso, los niños empleados tienen el derecho de gozar del mismo salario y beneficios sociales que reciben los adultos.
El proyecto establece que los empleadores deben garantizar el pago de dos horas diarias de trabajo para asegurar que los niños empleados asistan a la escuela. Además, para poder ser empleados, los menores tendrán que tener una autorización especial otorgada por “una entidad que será creada para esto, y dependerá del Ministerio de Trabajo”.
Ahora que esta ley ha sido aprobada por el Senado, el proyecto pasará a la Cámara de Diputados para una segunda discusión y aprobación antes de que sea promulgada por el presidente Evo Morales.
La resolución llega en un punto clave en la legislación del trabajo infantil en Bolivia, dado que recién el año pasado el congreso debatió el mismo código pero con leves diferencias, tales como establecer que la edad mínima de trabajo sea los 14 años y un plan para eliminar el trabajo infantil en ese país. Sin embargo, su discusión y aprobación fue suspendida después de varias protestas encabezadas por la “Unión de niños, niñas y adolescentes trabajadores de Bolivia” (UNATSBO), uno los ocho sindicatos de niños trabajadores en America Latina.
UNATSBO, que actualmente tiene 15.000 miembros en siete de los nueve departamentos de Bolivia, protestó inmediatamente en contra de la limitación y demandó la abolición de la restricción de edad límite para trabajar.

“Nosotros no exigimos una restricción de edad mínima para trabajar, lo único que queremos es un trabajo digno”, declaró Feliz Mamani, el delegado nacional de UNATSBO. Mamami basa su argumento en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que establece que todas las personas tienen el derecho a trabajar.
Después de la protesta de UNATSBO, el presidente Evo Morales expresó su apoyo abierto a la causa. Para Morales, el trabajo infantil es una necesidad para muchas personas que viven en la pobreza, y consideró que cualquier tipo de restricción es irrealista y contraproducente.
UNATSBO ha tomado una posición muy firme en la defensa del trabajo infantil. Para el sindicato, prohibir el trabajo infantil no lo prevendrá, solo hará que los niños trabajen a escondidas de la ley, lo que lo hará aún más difícil de regular.
El sindicato también ha señalado los numerosos beneficios que el trabajo infantil puede brindar a los niños: Habilidades, responsabilidad y respeto. Según la UNATSBO, donde el estado sí debería intervenir es en asegurar mejores condiciones laborales y prevenir la explotación infantil.
¿Ir a la escuela o ganarse la vida?
Según datos del Defensor del Pueblo en Bolivia actualmente existen 850.000 niños y adolescentes trabajadores, que representan aproximadamente un 30% de la población entre cinco y 17 años. De esta cifra, el 87% realiza ocupaciones que son consideradas “peligrosas”, y 77% no recibe ningún tipo de pago, ya que trabaja para sus familias.
Organizaciones como Anti-Slavery International (Movimiento contra la esclavitud internacional), Global March Against Child Labor (Marcha global contra el trabajo infantil) y Human Rights Watch han expresado su profunda preocupación con la legalización del trabajo infantil en Bolivia. Durante este año manifestaron sus inquietudes al Presidente Morales por medio de una carta abierta:
“Si a los niños de 12 años se les permite trabajar perderán los años más importantes de su educación y se verán en el riesgo de ser atrapados en tareas repetitivas, erosionando sus habilidades y las posiblidades de ser empleados en el futuro. Entrarán sin darse cuenta en un círculo vicioso de pobreza y anafalbetismo que no será fácil superar”.

Estas tres organizaciones han advertido que la reducción de la edad mínima para trabajar a los 10 años aumentará las posibilidades de que los niños sean “susceptibles al tráfico humano, esclavitud, trabajos forzados y violencia”.
A pesar de que estas medidas han recibido fuertes críticas de la comunidad internacional, la socióloga boliviana Fernanda Wanderley explica este complejo problema en su contexto:
“Para estos niños trabajar no es una opción, es una necesidad. Si no trabajan no tienen qué comer. Es así de cruel. Es una situación impuesta por la sociedad en la que han nacido. La misma sociedad que paradójicamente les prohíbe trabajar”.
“Estos niños trabajadores solo piden que no los criminalicen”, explica Wanderley. “Están en una situación desesperada, están forzados a trabajar para sobrevivir, pero lo tienen que hacer escapándose de la policía, como si fueran criminales”.
Ella concluye que el trabajo infantil no podrá ser resuelto con la firma de convenciones internacionales ni con regulaciones nacionales. Más bien, Wanderley sostiene que la falta de educación, salud y protección social son las raíces de este problema.