EnglishEsta semana, representantes de cinco economías emergentes —Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS)— se reunieron en Fortaleza, Brasil, animados por su cada vez mayor destaque en el ruedo internacional. Brasilia fue el escenario del último día de la cumbre anual, donde los jefes de estado del BRICS mantuvieron un encuentro con sus pares de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) para discutir “el desarrollo con inclusión” como lo defendió la presidente de Brasil, Dilma Rousseff, anfitriona del encuentro.
El mandatario de China Xi Jinping aprovechó la oportunidad para conocer a miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) e iniciar un foro permanente Chino-Latinoamericano.
Dos países sobresalieron entre los invitados a la cumbre: Venezuela y Argentina. Estas dos naciones han liderado la retórica “antiimperialista” en el continente, pero las crisis económicas los han empujado a buscar aliados estratégicos. El BRICS se podrían convertir en el nuevo lugar al cual acudir ante apuros financieros.
El acuerdo más notable al que se llegó durante esta cumbre fue el del Nuevo Banco de Desarrollo fundado por los países del BRICS. La recién creada institución servirá para financiar proyectos de infraestructura, y busca superar al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco Mundial (BM). La presidente de Brasil Dilma Rousseff describió al nuevo banco como “una fuente alternativa de financiamiento para países en vías de desarrollo” y como una “institución que ayudará a mejorar la arquitectura financiera mundial”.
De manera similar, otros presidentes de América Latina dieron la bienvenida a esta iniciativa. Evo Morales, jefe de estado de Bolivia, declaró “que el BM y el FMI chantajeaban a los gobiernos…Yo estoy seguro que este nuevo banco le pondrá el punto final a las políticas neoliberales y al nuevo colonialismo”.
La nueva institución financiera prestará fondos a las economías emergentes para proyectos de infraestructura, acumulando un capital de hasta US$50 mil millones. Los primeros US$10 mil millones vendrán de donaciones divididas de igual manera entre los cinco países miembros del BRICS.
Esta iniciativa irá de la mano de un Acuerdo de Reserva de Contingencias (CRA) de US$100 mil millones, establecido a través de contribuciones de China (US$41 mil millones), Brasil, Rusia e India (US$18 mil millones cada uno) y Sudáfrica (US$5 mil millones). Según Rousseff, el fondo servirá como un mecanismo de defensa para los países miembros en crisis financieras.
BRICS y América Latina: ¿Ganan todos?
Venezuela y Argentina no disimularon su interés en establecer relaciones con los miembros del BRICS.
La presidente de Argentina Cristina Fernández de Kirchner, junto al ministro de Exterior, Héctor Timerman, y sus funcionarios de Economía e Industria aprovecharon la ocasión para hablar sobre la contienda legal con los “fondos buitres” y la soberanía de su deuda.
El jefe de gabinete Jorge Capitanich añadió que esta cumbre es una oportunidad para “profundizar el diálogo, establecer puntos de agenda y arreglar la situación que tiene a Argentina endeudada… su constante lucha en contra de foros internacionales por el problema de los fondos buitres”.
En medio de una crisis económica, el presidente de Venezuela Nicolás Maduro fue directo al grano y negoció una línea de crédito con el presidente ruso Vladimir Putin. Fuertemente endeudado con China, Maduro buscó a los rusos para más ayuda financiera.
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— Delcy Rodríguez (@delcyrodriguezv) July 16, 2014
Después de la cumbre, Maduro declaró: “Esta es una alianza donde ganan todos, formada por aquellos que fueron dominados en el pasado y ahora son economías emergentes”.
Jorge Garzón, investigador en el Instituto Alemán de Estudios Globales y Locales, declaró al PanAm Post sobre lo que este encuentro podría significar para el futuro de Venezuela y Argentina.
“Estos son dos países, que no tienen ni idea de cómo diversificar sus relaciones exteriores con diferentes poderes extraregionales para acceder a capitales y mercados. Mientras que Chile, Colombia, Perú y Brasil han logrado diversificar sus relaciones comerciales, el enfoque de Argentina y Venezuela se mantiene regional casi por completo”.
El expresidente Hugo Chávez solía buscar a controversiales líderes fuera de la región americana, como el expresidente de Libia, Muammar al-Gaddafi, el jefe de estado de Zimbabwe, Robert Mugabe, o a Mahmud Ahmadineyad de Irán. Sin embargo, para Garzón, Venezuela ha usado su riqueza petrolera para alcanzar diálogos políticos con los actores equivocados y con mala reputación internacional.
Dentro de este contexto, el experto en relaciones internacionales no toma los diálogos con Rusia como algo negativo. “Esto puede ser considerado como una nueva forma de diversificar las relaciones internacionales de Venezuela”.
Garzón a seguir explica que la línea de crédito añadirá más dinero a los US$7 mil millones que ya le debe a Rusia y los US$53,9 mil millones que adeuda a China.
Por otro lado, Argentina tendrá que regresar al mercado de capitales, algo que no ha sido capaz de hacer por la sentencia en contra del país en Estados Unidos: “Argentina podría convertirse fácilmente en el primer país cliente del Banco de Desarrollo del BRICS”, explica Garzón.
Sobre el mismo tema, el experto añade que la administración de Kirchner podría buscar ser un miembro socio del BRICS tal como Sudáfrica lo fue por mucho tiempo antes de convertirse en un miembro permanente.
“Esto podría mejorar la imagen internacional de Argentina, aislada internacionalmente en los últimos años. Argentina nunca ha sido vista como una economía emergente. Acercarse al BRICS podría mejorar su imagen. Hay que tomar en cuenta que el BRICS ha conseguido capturar mayores inversiones por toda la publicidad que el período de BRICS trajo y los ha hecho parecer economías emergentes”.
Según Garzón, aunque China, Rusia y América Latina tienen grandes diferencias, comparten un interés común, la creación de un orden multipolar. “Ellos creen que en un mundo como ese tendrán más libertad de acción, más opciones para atraer capital, para buscar nuevos mercados y finalmente tener más autonomía en su política internacional”.