En Argentina el gobierno enfrenta un fuerte embate desde el kirchnerismo y otros sectores de la oposición por el acuerdo del Estado Nacional con el grupo empresario del padre del presidente Macri en relación a una deuda millonaria de la época que administraba el Correo Argentino estatizado en 2003 por Kirchner.
El pacto ya homologado y cuestionado por una fiscal general acepta un pago sin quita nominal, pero de un peso devaluado 16 veces. Claro que la deuda era en pesos y en ningún lado figuraban montos en dólares u otros activos.
A pesar de que el país estuvo al borde de una hiperinflación (la última fue en 1989) y que todavía no logran bajar el índice inflacionario por debajo del 20 % anual, Argentina sigue discutiendo controles de precios y el rol de los sindicatos en los salarios pero nunca se menciona la responsabilidad del BCRA (Banco Central de la República Argentina) como responsable del problema en su rol de emisor monopólico monetario descontrolado.
Con el acuerdo del pago de la deuda de la empresa del Grupo Macri, encabezado por Franco, padre del presidente Mauricio, oposición, comunicadores y parte de la opinión pública señalan que en realidad existe una gran quita en el valor real de la deuda, pero no logran argumentar conceptualmente (más allá de la cuestión de los intereses) cual sería una solución más justa para cobrar una deuda en pesos, contraída en un momento donde valía 16 veces más.
El BCRA fue fundado 1935 y su creación generó un debate muy interesante en el Congreso Nacional. El grupo impulsor del monopolio monetario gubernamental era el sector conservador. Quienes se opusieron fervientemente a su creación fueron los legisladores del Partido Socialista.
El socialismo, separado del Partido Comunista por su apoyo a la Unión Soviética era, lo que puede sonar extraño para algunos hoy, librecambista. Aquellos senadores y diputados del socialismo argentino de la década del 20 y 30 eran verdaderos defensores de los derechos de los trabajadores. Se oponían a los aranceles afirmando que los humildes estarían condenados a los abusos de los empresarios locales subsidiados y criticaban fervientemente la creación de la banca central. El argumento era que suponían que el gobierno devaluaría constantemente mediante la emisión monetaria perjudicando el poder adquisitivo de los trabajadores argentinos.
El debate lo ganaron los conservadores encabezados por Federico Pinedo (abuelo del senador macrista) y con el correr de los años el Banco Central se dedicó sistemáticamente a destruir todas las monedas que emitió:
El Peso Moneda Nacional, luego de sacarle dos ceros se convirtió en el Peso Ley, al que luego se le quitaron cuatro ceros. La destrucción de la maquinita de imprimir billetes para palear el déficit no paró nunca y llegó el Peso Argentino, que para el momento de su caducidad se le quitaron tres ceros más. El Austral de la hiperinflación de los ochenta sumó cuatro ceros más en la historia, para ser cambiado en relación de 10 mil por Pesos convertibles a dólares en la época de Carlos Menem. De esa década es producto de la deuda que hoy debate todo el país.
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Con el abandono de la convertibilidad en 2002 se buscó un tipo de cambio de 1,25 que no duró ni una semana y luego trepó a tres. Alrededor de los cuatro pesos por dolar fue el escenario de la presidencia de Néstor Kirchner. Con la llegada de su esposa Cristina, y con un creciente déficit fiscal, el valor del peso se separaba cada vez más de la divisa norteamericana, por lo que el gobierno decidió, en vez de reducir la emisión y el gasto, imponer un control de cambios que duró hasta la llegada de Mauricio Macri. Desde entonces el valor del dolar se situó siempre por encima de los 15 pesos.
Cada corrida de la moneda nacional generó un lógico interés por el dolar, por lo que a esta altura luego de los 13 ceros en el camino en menos de un siglo, se dice que la economía argentina está “mentalmente dolarizada”. Las ventas de valores como autos o inmuebles siempre se pactan (y se piensan) en dólares más allá que en los papeles aparezca el valor de la moneda nacional por cuestiones legales absurdas.
Pero cabe destacar que nada tiene que ver la divisa norteamericana en este proceso. El dólar aparece como la reserva de valor porque es el “termómetro” que mide la fiebre de la devaluación sistemática argentina, no porque sea una gran moneda, sino porque se devalúa mucho menos. En el último colapso monetario a manos del kirchnerismo, en las provincias linderas a los países limítrofes también se utilizaban las monedas de los países vecinos como reserva de valor, ya sean pesos chilenos, uruguayos o guaraníes paraguayos.
Estos procesos sin dudas dificultan la inversión y perjudican terriblemente a las personas de ingresos fijos, cuyos aumentos llegan siempre tardíos y por debajo del índice inflacionario. Recodemos que los Kirchner, al ver que no funcionó su control de precios y cambios, se dedicaron a intervenir y destruir el centro de estadísticas, que pasó a informar índices absurdos.
Esto fue causa de sanciones internacionales que señalaron a Argentina como un país sin estadísticas serias. En el marco de esta locura el gobierno de Cristina puso multas millonarias a las consultoras privadas que informaban los números verdaderos bajo una serie de argumentos dignos de la venezuela chavista. A partir de ese momento los legisladores opositores, ahora oficialistas, se dedicaron a recibir esos números de las consultoras y lo presentaban ellos bajo el nombre del “Índice Congreso”.
Hasta que no se produzca en Argentina una reforma del Estado (que es absolutamente ineficiente y constantemente creciente) y su lógica reducción en el gasto público, el Banco Central (mientras exista, recordemos que se evaluó una dolarización antes de la convertibilidad) se dedicará a cubrir el déficit con emisión monetaria. Inclusive el gobierno de Cambiemos, en este año electoral, ha llevado la impresión de billetes a los números de 2015. El economista Javier Milei alertó sobre esta situación y manifestó que la inflación no dispara nuevamente por una incipiente demanda de dinero, pero que la situación es muy delicada.
Hasta este momento esta entidad se mantiene impune mientras que la opinión pública y los comunicadores responsabilizan a los comerciantes cada vez que suben los precios o debaten sin comprender la situación, como en el caso de la deuda multimillonaria del padre del presidente que puede ser cancelada con los grandes beneficios otorgados por el monopolio monetario argentino.