Argentina hoy conmemora el aniversario de la Revolución de Mayo de 1810. En aquella jornada histórica, la gesta independentista terminó con el virreinato de Baltazar Hidalgo de Cisneros, representante de la corona española en el Río de la Plata. En su lugar asumió la Primera Junta de gobierno argentino.
Es costumbre que todos los 25 de mayo se realice una homilía en la Catedral de la Ciudad de Buenos Aires, a la que asiste el presidente de turno como invitado especial. En las palabras del religioso cada año es usual encontrar el sentir de la Iglesia católica con relación a la política nacional y la situación social.
Mario Poli, arzobispo que reemplazó a Jorge Bergoglio desde su partida al Vaticano, destacó:
“Comparto que muchos pueden pensar que no hay motivos para hacer fiesta patria cuando buena parte de nuestro pueblo no se siente invitado porque no posee igualdad de oportunidades y carece de lo necesario para una vida digna. Las estadísticas veraces son muy buenas porque nos advierten dónde estamos parados y nos animan a encarar soluciones. No obstante, los porcentajes invisibilizan el dolor de las familias que sufren la postergación y el desánimo, eso sólo se supera con la cercanía fraterna y cordial de otro argentino”.
Resumiendo, Poli le reconoció a Macri haber revertido la mentira del Instituto de Estadísticas y Censos del kirchnerismo que se dedicaba a mentir impunemente y a perseguir a las consultoras privadas que ofrecían índices más serios, pero le resaltó que la situación de pobreza en el país, todavía no encuentra solución luego de más de un año y medio de gestión de Cambiemos.
A la salida de la ceremonia el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, decidió no confrontar y destacó que si bien comparte el diagnóstico, necesitan apoyo para revertir la situación:
“Fue una homilía muy sentida y compartimos la importancia de recordar el desafío de terminar con la exclusión y la desigualdad, pero tenemos que entender que este es un trabajo que tenemos que hacer todos juntos”.
Fuente: Infobae