
La ex presidente Cristina Fernández de Kirchner sufrió en carne propia en la madrugada de ayer algo que ella hizo durante su gobierno hasta el hartazgo: la utilización de las estructuras y herramientas del Estado con una finalidad político partidaria.
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Con el cierre de urnas en la tarde del domingo y los primeros conteos que difundieron los fiscales, pronto se supo que el frente oficialista Cambiemos era el gran ganador de la jornada. En los principales distritos los argentinos habían decidido renovar la confianza en Mauricio Macri, y del otro lado, el peronismo no lograba un claro candidato para vestirse como líder de la oposición.
Más allá que la mayoría del país no esté dispuesto a devolverle el poder al kirchnerismo, en la Provincia de Buenos Aires la ex mandataria todavía tiene altos niveles de aceptación. Por esto, Cristina pasó el domingo ilusionada con que tendría su foto triunfal por ser la precandidata a senadora más votada, aunque sea por un par de votos, ya que su competidor, el macrista Esteban Bullrich, hizo una muy buena elección.
Sin embargo, en la noche de ayer, la ex presidente sufrió finalmente en carne propia la desventaja que representa que el enemigo político comande las estructuras del Estado.
A pesar de que Cristina contaba con buenos resultados en la tercera sección electoral (donde está el importante distrito peronista de La Matanza), los partidarios del frente kirchnerista Unidad Ciudadana miraban indignados los datos oficiales que indicaban una victoria de Esteban Bullrich por más de 6 puntos. Todos sabían que el resultado no se mantendría a la hora de cargar todos los distritos, pero no importó nada. El presidente tuvo su fiesta triunfal en el bunker de Cambiemos, donde se celebró el resultado en casi todo el país, incluyendo las palizas electorales de la Ciudad de Buenos Aires y Córdoba, donde en algunos sitios el macrismo superó el 65% de los votos.
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Cautelosos, los dirigentes oficialistas no se refirieron puntualmente a la elección en la Provincia de Buenos Aires, pero festejaron el resultado global. En el bunker kirchnerista la ira iba en aumento con el correr de las horas al ver que, lentamente, a Cristina le aparecían los puntos en el conteo para igualar al candidato macrista.
Pasadas las tres de la madrugada, recién las cifras oficiales situaron a la ex presidente con 34%, al igual que su contrincante, Esteban Bullrich. Minutos antes de las cuatro, Cristina Fernández salió a hablar a sus seguidores, protestando por la arbitrariedad de la que había sido víctima. La gran mayoría de los argentinos ya se había ido a dormir con la victoria de Cambiemos a nivel nacional y su foto triunfal no pudo ser.
“Esto es una ofensa para la democracia y para todos los ciudadanos y ciudadanas”, manifestó Kirchner acusando al gobierno de crear “un show para el prime time”.
Para la tarde del lunes, con más de un 95% del padrón escrutado, Bullrich se impone por 0,08%. Dada la tendencia, no resultaría imposible que cuando se informe del resultado final, la más votada (por poco) haya sido Cristina. Pero la viuda de Néstor Kirchner ya se quedó sin foto victoriosa y sin tapas de diarios con su foto, porque ya se imprimieron con los festejos de Mauricio Macri.
Al tratarse finalmente de las primarias, nada cambia si ganó el kirchnerismo o el macrismo por un par de votos en la Provincia de Buenos Aires, porque ninguno de los dos frentes dirimió candidaturas internas y ambos superaron el 1,5% para presentarse en octubre. Técnicamente el resultado es irrelevante, políticamente no.
De haber ocurrido lo mismo en octubre, sí sería importante saber quien sacó un voto más, ya que la fuerza más votada consigue dos senadores, mientras que el segundo sólo uno.
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Claro que en comparación a las atrocidades cometidas por el kirchnerismo a la hora de usar la estructura estatal como apéndice político, lo de ayer fue como una travesura de niños.
No hay que olvidar que el kirchnerismo utilizó la estatización del fútbol para llenarlo de propaganda política, persiguió a críticos con la agencia recaudadora de impuestos, falsificó las cifras oficiales de pobreza, desempleo e inflación con fines políticos, benefició a organizaciones afines con miles de millones en subsidios, fomentó persecuciones a periodistas independientes, utilizó el Estado como bolsa de trabajo para militantes propios, utilizó el Banco Central para financiar un déficit delirante y otras tantas barbaridades.
Claro que nada de esto justifica la actitud del gobierno en la jornada de ayer, pero dado el “prontuario” de la víctima, muchos argentinos decidieron hoy hacer la vista gorda ante esta travesura del macrismo.