En la Ciudad de Buenos Aires varias escuelas se encuentran tomadas por los alumnos en reclamo de una reforma que propone que los estudiantes puedan realizar pasantías en empresas antes de terminar su educación secundaria. El kirchnerismo y la izquierda apoyan las tomas y el reclamo en respaldo de la idea de que la educación no puede ser opacada por las necesidades del mercado.
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Con el tema vigente en el debate público, y muy pocas voces aportando un sentido común, los candidatos kirchneristas en el distrito empapelaron la ciudad con un insólito cartel. La publicidad de los representantes de la expresidente Cristina Fernández de Kirchner le proponen a los votantes una dicotomía que supuestamente representa dos rumbos antagónicos: “educación” o “mercado”.
Más allá del oportunismo de utilizar un tema en vigencia para la campaña, el enfoque de considerar que el proceso educativo debe ser alejado y distante de las necesidades del mercado confirma la locura absoluta y la confusión que impera dentro de la cabeza de este espacio político.
El kirchnerismo en la oposición parece haber incrementado su nivel de delirio y demagogia en comparación con las épocas de Gobierno. Ya no prometen solamente cosas de imposible cumplimiento, sino que ahora hacen gala de un mensaje tan dañino como delirante: que el proceso educativo evite generar una preparación de los jóvenes para sus trabajos en el futuro.
Argentina necesita dejar atrás para siempre la pesadilla que representó este proyecto populista. Probablemente en las próximas elecciones el kirchnerismo desaparezca como grupo político de trascendencia nacional, pero el desafío de los próximos años es desterrar para siempre el atraso cultural que dejaron. Esto puede ser mucho más complicado que hacer perder a la expresidente las próximas elecciones.