Durante las últimas sesiones del Congreso Nacional en Buenos Aires se vivieron violentas situaciones que no se veían en el país desde diciembre de 2001, cuando cayó el entonces presidente Fernando de la Rúa.
La aprobación de la reforma previsional propuesta por el macrismo, que modifica las escalas en los cálculos de las jubilaciones, terminó con enfrentamientos callejeros entre la policía y grupos de choque de izquierda y kirchneristas.
Los enfrentamientos se dieron cuando no pudieron ingresar al Parlamento a impedir la votación, decidieron destruir la vía pública y la plaza del Congreso, para apedrear a las fuerzas de seguridad con los escombros que ellos mismos generaron.
Más allá del grave saldo de la propiedad pública y privada destruida, del gran número de oficiales hospitalizados y de la efímera detención de algunos violentos (casi todos ya fueron puestos en libertad). Argentina vuelve a tener historias tragicómicas como el epílogo de unas jornadas que, lamentablemente, fueron de película.
Épica trotskista
El diputado nacional del Frente de Izquierda y de los Trabajadores Nicolás del Caño era una de las voces más esperadas a la hora de una conclusión sobre los hechos de violencia, ya que su espacio político fue uno de los mayores responsables de los desmanes.
Del Caño decidió ignorar toda la evidencia documentada de las jornadas y denunció un plan para “demonizar a la izquierda”.
Como si este delirio fuese poco, acudió a la épica de la Revolución Rusa para esbozar una extraña analogía con la política argentina de hoy: “A nosotros, los trotskistas, que resistimos el totalitarismo de Stalin, no nos van a amedrentar”.
Kirchnerismo desvergonzado
Una de las postales más repudiables que dejó la jornada de violencia en Argentina vino de la mano del diputado “radical-kirchnerista” Leopoldo Moreau.
Para el vocero del Frente de Unidad Ciudadana, —comandado por la expresidente Cristina Fernández—, el periodista Julio Bazán, que fue gravemente herido por los golpes de un grupo de cobardes inadaptados mientras hacía su trabajo, tiene alguna responsabilidad por lo sucedido por trabajar en el Grupo Clarín.
Luego de un breve comentario protocolar de solidaridad de unas palabras, Moreau dijo impunemente desde su banca:
“Bazán también es víctima de la violencia institucional que significa que su medio de comunicación fue uno de los que más alimentó durante años, con sus zócalos, esas manifestaciones en las calles que fueron generando un clima político de confrontación. No sólo fue víctima de un grupo de inadaptados, ha sido víctima del grupo donde trabaja”.
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Mentiras con patas cortas
Luego de los enfrentamientos con la policía, los militantes kirchneristas llenaron las redes sociales con las duras imágenes de una supuesta represión.
Como ya ocurrió en otras oportunidades, con el correr de las horas, quedó en evidencia que muchas de las imágenes provenían de diferentes enfrentamientos en manifestaciones alrededor del mundo, que nada tenían que ver con lo que pasaba en Argentina.
Inclusive se mostraron imágenes de convocatorias antikirchneristas de hace unos años, como si fuesen fotos de esta semana de convocados en contra del Gobierno de Macri.
Pero la nota de color la dio el cantante Ignacio Copani, ferviente kirchnerista, que subió en su Twitter oficial una imagen de la policía reprimiendo violentamente a un anciano. El músico pasó un papelón en las redes sociales cuando cientos de usuarios confirmaron que la imagen posteada pertenecía a las manifestaciones independentistas de Cataluña.
https://twitter.com/NunkMasKK/status/941652769907335168