El cantante del grupo Kapanga increpó a un joven durante un concierto para que se tape una remera con la bandera británica. El video del episodio viralizó en redes sociales y explotó el debate sobre la actitud del músico argentino.
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En un intervalo entre dos canciones, el músico se acercó a un sector que estaba entre el escenario y la totalidad de la audiencia y le propuso a un joven asistente del concierto cambiarle la camiseta. “Te cambio la camiseta. No me gusta la que tenés, toma, ponete esta arriba” le dice mientras le arroja una camiseta negra de la banda. “Tápate esa remera que tenés, por favor”, reiteró.
Ante la incómoda situación otro integrante de la banda le dijo por el micrófono a su colega, “hablale bien al pibe”. El “Mono”, como se lo conoce al líder de Kapanga, respondió que le habló bien “porque es un pibe, si era un grande lo hubiera puteado”, a lo que agregó: “cuando llegás a tu casa te la sacás y no te la ponés nunca más”.
Antes de continuar con el espectáculo, el músico brindó una última reflexión, digna de sus capacidades intelectuales: “Muchos inconscientemente se ponen una remera que tiene una bandera inglesa. Pónganse una remera que tenga la bandera de Argentina, papá”.
Es lamentable y preocupante que muchos de los comentarios en las redes sociales hayan sido en apoyo al “cantante”, muy pocos cuestionando las contradicciones de una banda de rock con equipamiento importado y un nacionalismo anti británico, y casi ninguno haya hecho referencia a la cobarde e irresponsable actitud de realizar un comentario de esa naturaleza en medio de un show con miles de fanáticos.
Más allá de las contradicciones evidentes, como mencionó el doctor Ricardo Manuel Rojas en el debate en redes sociales de “tocar con instrumentos de diseño anglosajón, montar shows según esquemas anglosajones y hacer negocios inventados por anglosajones” y fomentar un nacionalismo vergonzoso, lo repudiable de la actitud, por sobre todas las cosas, es la irresponsabilidad y cobardía de vociferar proclamas semejantes desde el poder del escenario contra un adolescente.
PanAm Post conversó con la fotógrafa argentina Monserrat Marin, que fue víctima de un energúmeno en un concierto, que reaccionó de forma refleja ante una bravuconada de otro “cantante” de rock:
“En el primer concierto de La Beriso en el estadio Luna Park, éramos como 15 fotógrafos que estábamos cubriendo el evento en el espacio tradicional entre el público y el escenario. En el primer tema, el cantante, sin demasiado sentido, dijo que la prensa era una mierda, mientras que abajo del escenario nos encontrábamos varios trabajadores del sector que habíamos sido citados y acreditados por la misma productora de la banda. Luego de eso siento que me tiran para atrás agarrándome del cuello, ahorcándome. Era un hombre del público que me sometió a un forcejeo que duró unos segundos que fueron eternos para mí, donde además de lastimarme, casi pierdo mi cámara que es mi herramienta de trabajo”.
La experiencia relatada por la fotógrafa no hace más que confirmar la responsabilidad que debería tener una persona arriba del escenario, ante miles de seguidores es un estado de excitación.
La actitud del “Mono” debe tener un claro repudio de la opinión pública, pero también de los comunicadores y sobre todo de sus colegas. Incomodar a un adolescente delante de miles de personas enarbolando un nacionalismo infantil, y corriendo un riesgo innecesario, es realmente cobarde y peligroso. Un hecho vergonzoso que no puede pasar por alto.