Cuando comenzó el mandato de Mauricio Macri, los argentinos partidarios de un pensamiento liberal acompañaron a Cambiemos en la dura tarea de dejar atrás al kirchnerismo.
Era claro que el proceso que encarnaba la nueva coalición política que vencía al peronismo en su peor versión no presentaba un proyecto claro, pero lo prioritario era cambiar el rumbo del país que iba camino a un colapso de proporciones venezolanas.
Durante los dos primeros años, sobre todo en un contexto de gran debilidad parlamentaria, Cambiemos no tuvo grandes críticas a pesar de no haber emprendido reformas trascendentes. Pero cuando el oficialismo se impuso en las elecciones legislativas del año pasado por amplia mayoría y nada cambió, el tono de las críticas comenzó a subir desde un espacio que percibió que no había intenciones de cambiar la matriz del modelo estatista vigente en Argentina.
Durante el mes de febrero, PanAm Post en el artículo “El dilema de los liberales ante el Gobierno de Macri” ya recogía declaraciones, que desde el liberalismo, ya advertían al menos la necesidad de marcar de forma clara ante la opinión pública las diferencias del modelo actual con un esquema liberal.
Una de las preocupaciones principales es la de clarificar que si el plan “gradualista” fracasa y Argentina se encuentra en una nueva crisis de deuda, que quede en evidencia que el colapso no ocurrió por responsabilidad de una receta liberal, sino todo lo contrario. Cuando la única crítica política electoral del kirchnerismo y la izquierda denuncia al macrismo de llevar a cabo un “neoliberalismo salvaje”, las preocupaciones tienen fundamento.
De ignorar a reaccionar
Cuando economistas como José Luis Espert, Roberto Cachanosky o Javier Milei comenzaron a ser consultados usualmente por los medios de comunicación, el Gobierno comenzó por ignorar la nueva crítica creciente.
Que se haya abierto un espacio para la voz liberal no es llamativo, ya que lo único que quedó a la hora del debate fue un oficialismo sin proyecto más que el de sobrevivir al día a día y una oposición populista, que había gobernado hasta antes de ayer, con desastrosos resultados.
Pero con el correr de los meses y la falta de respuestas de la economía, la “oposición testimonial” proveniente del liberalismo comenzó a ganar adeptos y cada vez más espacios en los medios.
El primero en reaccionar desde el oficialismo fue el diputado Fernando Iglesias, que tildó a los críticos como “liberalotes” y empezó a pasarla mal en redes sociales cuando cientos de usuarios empezaron a darle un debate más complejo que el estaba acostumbrado contra la izquierda y el peronismo.
Con el correr de las semanas la voz liberal desterró a la crítica de izquierda en el debate serio y se consolidó como el discurso que más problemas le generaba a un Gobierno decidido a evitar las reformas necesarias.
La confirmación de lo incómoda que terminó siendo la crítica liberal para Cambiemos quedó en evidencia cuando el mismo Macri hizo referencia en el Congreso a los dos grandes cuestionamientos que enfrenta su Gobierno: Los que quieren cambiar más rápido y los que quieren que nada cambie.
Es claro que los que desean mantener todo igual son el resto de los partidos políticos, sin embargo, los que quieren fuertes reformas estos críticos sin partido ni candidatos, pero que a Cambiemos los preocupan tanto como la competencia electoral.
Luego del “blanqueo” de Macri, las respuestas desde el oficialismo también levantaron el volumen. Rodrigo Pena, secretario de Hacienda, publicó un artículo donde trata de “plateístas” a los economistas liberales críticos:
“En los estadios de fútbol nunca faltan las personas que desde la comodidad de su asiento insultan a los jugadores y al técnico, y les explican lo que deben hacer para salir campeones. Por lo general se ubican en la platea. En economía también hay plateístas que se especializan en soluciones mágicas”.
Sin embargo, lo que le dio más peso al artículo, y que confirmó que se trataba de una defensa corporativa del Gobierno, fue la publicación y defensa de la nota por parte del jefe de Gabinete, Marcos Peña:
“En economía también hay plateístas que se especializan en soluciones mágicas” https://t.co/EVeq67wR8S
— Marcos Peña (@marquitospena) March 4, 2018
La respuesta del otro lado no tardó en llegar:
@marquitospena así es que vos opinás de economía cuando no podés sumar ni con una calculadora.
Además, es evidente que les molesta el pensamiento liberal por dejarlos en evidencia en su colectivismo expropiador.
Esas ofensas no te quitan de la categoría de parásito e inútil.— Javier Milei (@JMilei) March 4, 2018
Después de leer varias veces la nota de Pena despotricando contra @jlespert ,lo único que encontré es que explica porqué no pueden resolver el problema fiscal y que para que bajen los impuestos hay que esperar 16 años.
— Roberto Cachanosky (@RCachanosky) March 4, 2018
Che @marquitospena ¿Esto es lo mejor que tenes para que ustedes me salgan a pegar? Dale. Apunta un poco mejor o al menos que no tenga este "CV". Sí se puede ? https://t.co/KSlM3Hn9Ep
— Jose Luis Espert (@jlespert) March 5, 2018
Evidentemente al Gobierno estas críticas le están causando heridas significativas, ya que por algo han decidido levantar el guante y responder. Sin embargo, la realidad es que este espacio no representa una amenaza electoral, ya que en Argentina no existe el partido liberal que pueda sacarle aunque sea un puñado de diputados al oficialismo.
Sin embargo, la reacción oficial deja en evidencia que de alguna manera esto representa una amenaza para considerar. Ya sea por un futuro armado político partidario o porque existe una seria preocupación de frenar el descontento de gran parte de la sociedad con Cambiemos. Y en este contexto, el “fuego amigo” es lo peor que puede pasar.
Todavía Cambiemos puede corregir el rumbo, hacer lo que tiene que hacer y convertir a estas voces de críticas en aliadas. Claro que este espacio no busca un puesto, un ministerio o un contrato, cosas sencillas de resolver para la política, sino una reforma que reduzca el nivel del estatismo agobiante que sufre Argentina.
Si el Gobierno pretende mantenerse en este esquema tibio y poco concreto, que busca tortillas sin romper huevos, y que ya ha fracasado todas las veces que se ha intentado, deberá seguir lidiando con estas voces que continuarán señalando los errores.