La inseguridad en Argentina está cada vez peor. Y las fuerzas de seguridad, que pasaron de ser las señaladas por la inacción o ineficiencia ante los asaltos, ahora se convirtieron también en las víctimas corrientes del accionar delictivo. Por estas horas una joven oficial se encuentra entre en grave estado por ser baleada por unos delincuentes que le dispararon, dentro de la comisaría, en un golpe que buscaba liberar a los detenidos allí alojados.
En el marco de un operativo (delictivo, no policial) de dimensiones cinematográficas, cuatro personas ingresaron a una sede policial de San Justo, provincia de Buenos Aires, vestidos e identificados como policías. Ante un pedido de identificación por parte de uno de los agentes que se desempeñaba en el lugar, los delincuentes comenzaron a disparar hiriendo de gravedad a la sargento primera Rocío Villarreal, que recibió un disparo en el brazo y otro en el abdomen.
Producto de la balacera, los delincuentes escaparon de la comisaría sin poder liberar a nadie, dejando atrás una pistola 9 milimetros y un chaleco antibalas identificado como los de las fuerzas de seguridad.
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Se desconoce si el frustrado operativo tenía como fin la libertad de uno de los reos en particular, ya que, según el jefe de la Policía bonaerense, Fabian Perroni, “hay 46 detenidos en la comisaría y tiene una capacidad para 18”.
Según estadísticas del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el año pasado, entre la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense, es decir el área Metropolitana, 39 policías fueron asesinados. Muchos de estos casos no estuvieron vinculados a operativos policiales, sino que los agentes fueron víctimas de diversos delitos, que ante la identificación como agentes de seguridad, fueron asesinados por los delincuentes sin mediar palabra.
Estos episodios se dieron con mayor regularidad en los últimos años, en coincidencia con el incremento de la inseguridad que sufren la mayoría de los argentinos.
Gestión Macri: un cambio de discurso en relación al kirchnerismo, pero todavía sin grandes soluciones
Durante los 12 años de Néstor y Cristina Kirchner, la interpretación en gran parte de la opinión pública era que para el Estado, los delincuentes en realidad eran “víctimas” de un sistema injusto, a las cuales había que ayudar y no penalizar.
Esta creencia se personificaba en el exjuez de la Corte Suprema de Justicia Eugenio Zaffaroni, quien se retiró de su cargo en coincidencia con la salida de la exmandataria. Con la asunción de Mauricio Macri hubo un cambio de discurso, que se manifestó fuertemente en el respaldo del presidente y su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, al policía Chocobar, que baleó a un ladrón que le había propinado varias puñaladas a un turista norteamericano, al que buscaba robarle la cámara de fotos.
Pero aunque se vive un nuevo clima en cuanto a la supuesta orientación ideológica por parte del Estado, todo sigue igual de complicado y habrá que ver como el tema repercute en las elecciones del año que viene, ya que la coalición gobernante, en teoría, representa al espacio de centroderecha. Sin embargo el clima de inseguridad está demandando medidas más fuertes, concisas y efectivas contra el crimen, y hasta ahora, el oficialismo no cumple con las expectativas.