Ante las merecidas críticas que se le hacen al Gobierno argentino, nunca viene de más recordarlo. Sería muy injusto poner en una total igualdad al kirchnerismo con la gestión de Mauricio Macri. Se le pueden achacar muchísimas cosas a la conducción actual, sobre todo su predecible y fallido programa económico, pero en Argentina ya no hay en el Estado una organización mafiosa delictiva. El día de ayer el financista Ernesto Clarens volvió a dejar en evidencia el nivel descomunal de corrupción del matrimonio de Néstor y Cristina.
Ahora, haciendo esta salvedad, vale destacar que a veces, con determinadas medidas, ambos gobiernos parecen similares. Puede que el kirchnerismo haya hecho estas cosas por convicción y confusión ideológica y el macrismo por desesperación, pero al fin y al cabo, a tres años de Cambiemos se observan demasiados puntos en común en materia económica.
A una semana de que el presidente reconociera que tiene que poner un impuesto “malo, muy malo” contra los sectores agroexportadores (el kirchnerismo hacía lo mismo, pero decía que era “bueno, muy bueno”) en Argentina ahora se reedita con fuerza un revival K: los “Precios Cuidados”.
El programa, que fija algunos productos de la canasta básica, había perdido impulso ante la gestión del primer ministro de Producción de Macri, Francisco “Pancho” Cabrera, de formación liberal. Ante la salida del funcionario y la llegada de Dante Sica, de perfil más intervencionista y cercano al peronismo, el sistema ahora se relanza con fuerza con 127 nuevos productos en los supermercados.
“Ampliamos y fortalecimos el programa Precios Cuidados trabajando en conjunto con las industrias y las diferentes cámaras de supermercados. Hicimos especial foco en la canasta básica de alimentos, asegurando que estén representados los principales productos a precios accesibles”, resaltó el ministro.
El Gobierno también puso una línea de teléfono para realizar las denuncias pertinentes, en caso que los precios del programa no aparezcan “correctamente” en las góndolas.
No hay que ir muy lejos en la memoria como para recordar lo que ocurría con estos productos en el supermercado durante el kirchnerismo. Uno podía encontrar su lugar en los estantes, no por el logo del programa, sino por el espacio vacío entre el resto de las marcas con precios de mercado. En el caso de haber tenido suerte y dar con alguna unidad disponible del producto con el “precio” regulado, al fin y al cabo, en el total de la compra, se terminaba gastando más o menos lo mismo.
El kirchnerismo utilizaba estos engaños como para medir la inflación tomando de referencia estos “precios” dudosos, que nada reflejaban los gastos alimenticios de una familia.
No se comprende si el macrismo tolera estas cuestiones como para demostrar que “hace algo” con relación a la inflación ante un electorado sediento de estatismo o si es un manotazo de ahogado más como para llegar a 2019.
Cabe destacar que, además de desarrollar un programa inútil, con estas medidas el Estado argentino contribuye a la desinformación y a la mala educación de la población, al fomentar como virtuosas medidas contraproducentes.
El Gobieno, en vez de copiar al kirchnerismo, debería ver lo que pasa en otros países del mundo donde los alimentos no aumentan a diario. Una moneda sana, una legislación laboral flexible, impuestos razonables y libre comercio son las recetas infalibles para resolver el problema de los precios. Cuatro mil años de historia avalan la cuestión.