Si Cambiemos logra llegar a 2019 “entero” sería una muestra de una leve mejora de la poca calidad institucional de las fuerzas políticas en Argentina. Cabe recordar que desde 1928 que un gobierno democrático no peronista no puede terminar su mandato en término. Si Mauricio Macri logra entregar la banda en diciembre del año próximo con su alianza en pie (o conseguir incluso un segundo mandato) , no sólo cumplirá con una gran asignatura pendiente de la democracia. También el frente que armó junto a Elisa “Lilita” Carrió y la Unión Cívica Radical aprobará un difícil examen. Pero esto no es asunto sencillo.
La diputada y líder de la Coalición Cívica tiene un alto perfil y se siente más cómoda en el frente de batalla que el mismo presidente argentino. El temor ante un posible quiebre de Cambiemos tiene respaldo en los antecedentes. Antes de la formación del actual frente oficialista, Carrió rompió el frente UNEN en un instante en pleno escenario durante un evento público. Ese grupo que reunía a la UCR y a su CC, se complementaba con el espacio de izquierda de Pino Solanas. Cuando éste dijo que no habría un acercamiento a “la derecha” en relación a Macri, Carrió tomó su bolso y dejó el escenario. UNEN voló por los aires y la diputada se dedicó a construir el espacio que le ganó a la dupla kirchnerista Scioli-Zannini en diciembre de 2015.
El personalismo político en Argentina, de partidos formados detrás de dirigentes, se suma a un régimen fuertemente presidencialista y el combo no es sencillo. En países con fuerzas políticas institucionalizadas, con coaliciones que se arman detrás de un régimen parlamentario, los problemas tienen soluciones más civilizadas. Hoy en Argentina, la guerra se libra en declaraciones cruzadas en los medios de comunicación. Carrió ataca y si bien Macri no responde, contestan sus ministros más cercanos.
La soga se tensó como nunca este fin de semana cuando la diputada manifestó que “perdió la confianza” en el presidente y tuvo que salir a aclarar que no pensaba romper la coalición luego del impacto mediático. Apenas bajó un poco el agua, tras descartar la ruptura de Cambiemos, Carrió volvió a tomar la posta: “Me voy a amigar con Macri cuando lo saque a Garavano“. La líder de la Coalición Cívica no quiere saber nada con el ministro de Justicia, luego que el funcionario dijo que no “convenía” tener expresidentes presos con prisión preventiva. Para Carrió, existe un sector del oficialismo que especula con la libertad de Cristina Fernández para dividir el voto opositor, lo que simboliza un pacto de impunidad. Para mostrar que va en serio, la diputada dijo que si el presidente no lo remueve, que piensa arremeter con un pedido de Juicio Político.
En nombre del presidente, dos ministros del Ejecutivo salieron a responderle a la socia política. Carolina Stanley, encargada de la cartera de Desarrollo Social, y Alejandro Finocchiaro de Educación salieron a contestarle a la diputada:
“Desde el primer minuto de su mandato, Macri ha luchado contra la impunidad y la corrupción. Y nadie debe condicionar al Presidente de la República”, dijo Finocchiaro a la prensa. Su colega de Desarrollo Social, que destacó la necesidad de mantener a Cambiemos unido, dijo que Macri es “el principal motor de la lucha contra la corrupción y la persona que más ha hecho por la transparencia” en Argentina. Habrá que esperar las próximas horas para ver si Carrió redobla la apuesta y le responde a los voceros del Ejecutivo o si decide reducir el nivel de conflicto interno.
Mauricio Macri, además de la crisis económica, su coalición de gobierno no deja de darle dolores de cabeza. Sus dos principales socios están incrementando el nivel de crítica. Además del enfrentamiento público con Carrió, la Unión Cívica Radical, el otro socio grande de Cambiemos, ha marcado una fuerte diferencia en cuanto al incremento de tarifas de servicios públicos. Muchos analistas manifestaron que la UCR, ante el conflicto tarifario, se mostró directamente como un “partido opositor”.
A un año de las elecciones hay varios misterios alrededor de las fuerzas políticas que dirimirán la presidencial. ¿Llegará en libertad Cristina o le pasará como a Lula? ¿Logrará el peronismo “no K” despegarse de la exmandataria y capitalizar el desencanto del oficialismo? Las dudas sobre si Cambiemos logra sobrevivir a los cuatro años de ser gobierno no es menor a las otras inquietudes