La cotización de la divisa norteamericana había dejado de ser la preocupación principal en Argentina. Luego de los últimos sobresaltos y del cambio de autoridades del Banco Central se estipuló una banda de flotación y el dólar estuvo dando vueltas dentro de los márgenes esperados por el Gobierno de Mauricio Macri. Las autoridades habían confirmado que no habría intervenciones siempre y cuando la divisa se cotizara entre los 34 pesos de mínima y 44 de máxima.
Pero la inflación de enero, que estuvo bastante por encima de las expectativas oficiales, volvió a incrementar la incertidumbre sobre la economía argentina y la divisa norteamericana, que venía dando vueltas entre 36 y 38 pesos, aproximadamente, saltó a 41,30, lo que encendiendo las alarmas.
El equipo económico tenía muy en claro que la “paz cambiaria” no estaba absolutamente garantizada, y un pico cerca del margen superior de la banda puede generar una nueva corrida. Cabe destacar que la última vez se pasó de los 30 a los 40 en muy poco tiempo y los índices de pobreza e inflación sufrieron graves retrocesos. Apenas el dólar había cruzado la barrera de los 40, los titulares periodísticos ya se preguntaban si había posibilidades de una nueva corrida que pulverizara nuevamente peso y lo llevara a cotizar 50 por billete norteamericano.
En vísperas de las elecciones presidenciales, una nueva crisis cambiaria puede llegar a modificar drásticamente el panorama. Macri sabe que si pudiera controlar una sola variable para mantener sus chances, esta sería la cotización del dólar: el histórico monstruo argentino, que no es otra cosa que la representación de los problemas fiscales y de gasto público que el país históricamente sufre.
Como la subida no perforó el techo de los 44, técnicamente el BCRA no podía intervenir en el mercado directo, pero esto no quita que haya operado de otra forma para calmar las aguas. Las herramientas que tiene la entidad, comandada por Guido Sandleris, son el juego de la tasa de interés y las operaciones en el mercado de futuros. Luego de los primeros movimientos hubo leves retrocesos en la demanda que volvieron a dejar al dólar por debajo de los 41 pesos, pero la preocupación continúa.
Para Amilcar Collante, del Centro de Estudios Económicos del Sur, “la estrategia del Banco Central vino bien hasta enero, con un dólar controlado y con descenso de los rendimientos a la vez. Ahora no tiene margen para la intervención, porque con un techo tan alto en la zona de no intervención no tiene posibilidad de acción”.
Las autoridades saben que han reducido la cantidad de pesos disponibles para que se refugien en la moneda norteamericana, pero son conscientes que la incertidumbre puede incrementar en cualquier momento la demanda dormida.
El Gobierno de Macri apuesta a que la cosecha incremente el ingreso de dólares a partir del mes de abril y así comprar algo de paz para llegar medianamente tranquilos a la primaria de agosto. Los ingresos de divisas por exportación de productos agropecuarios son fundamentales, ya que recurrir a la tasa y al carry trade para que los inversionistas acudan al peso en el corto plazo es, como dice el dicho, “pan para hoy y hambre para mañana”. Con las tasas por las nubes para controlar el tipo de cambio el crédito es un impedimento para las pymes y el equipo económico sufre el dilema de la “sábana corta”.
“La lectura es que Argentina es frágil. Su PBI per cápita ha caído fuertemente con la megadevaluación y vamos a estar en revisión casi permanente. Somos emergentes, pero seguimos ponderando en frontera dada la fragilidad institucional, económica y financiera”, advirtió Fernando Camusso de Rafaela Capital.