En la Argentina de las recetas ya probadas y fracasadas en un sinnúmero de oportunidades, no se habla de otra cosa que no sea el “acuerdo de precios” que el gobierno piensa anunciar inminentemente. Los analistas, lamentablemente, lo único que tienen para advertir es el temor a que el “congelamiento” no llegue a suficientes elementos de la canasta básica. Como si esta medida inútil y demagógica, de aplicarse a todos los productos, podría conseguir mágicamente que ya nadie sufra del lamentable impacto inflacionario.
El anuncio oficial alcanzaría a 50 productos esenciales, que mantendrían su “precio” hasta luego del proceso electoral. Si bien Mauricio Macri no está convencido de las virtudes de este modelo, el radicalismo (socio del PRO en la coalición Cambiemos) logró poner al presidente contra las cuerdas. Es por eso que, a cuatro meses de las primarias, Macri saldrá a hablar de las virtudes de un programa al que no le tiene fe y que no hace otra cosa que recordar los manotazos de ahogado del kirchnerismo, cuando intentaba combatir el mismo problema.
Pero como no podía ser de otra manera, esta mañana varios defensores de los controles de precios salieron a rasgarse las vestiduras porque pasó lo único que podía pasar antes de implementarse el programa: subieron los precios. Entre los productos que “sufrieron” las remarcaciones en las últimas horas se destacan varias marcas líderes y secundarias. Las yerbas registraron aumentos del 9%, el aceite promedió una subida del 5%, los lácteos un 6%, el arroz llegó a trepar un 12% y la sal el 16%.
La noticia cayó como un balde de agua fría en la Casa Rosada, que esperaba que los precios de la canasta básica se mantengan hasta concretado y anunciado el programa. Dado que hay una coalición con cada vez más presencia radical, no sería extraño que algún funcionario haya pensado que le habló a los supermercadistas “con el corazón”, pero le “contestaron con el bolsillo”, como se quejó Juan Carlos Pugliese, ministro de Alfonsín, en los ochenta.
Pero tan previsible como fue esta escalada en la víspera del anuncio, será la próxima escena de la película inflacionaria argentina. Sin poseer ninguna bola de cristal ni asesoramiento de adivinos podemos prever que los productos “acordados” comenzarán a faltar de las góndolas. Ante el incremento de la demanda y la oferta limitada de estos productos, seguramente veremos como los estantes comenzarán a mostrar los clásicos afiches de racionamiento de “uno por persona” o “dos por familia”. A esto le seguirá la “viveza criolla” de personas que contratarán a otras para adquirir los productos a su nombre para luego revenderlos en el mercado negro o en otros comercios. Seguramente a continuación veremos como se incrementarán los controles y finalmente la última escena será la góndola con los faltantes. Los carteles de los “precios acordados” estarán acompañados de un vacío total, pero lamentablemente tampoco se aprenderá la lección. Las críticas hacia las autoridades será que deben garantizar mejor el abastecimiento. El colapso del programa está anunciado. Igualmente jugaremos una vez más a ilusionarnos para luego recordar que en economía, no hay soluciones mágicas.
Hasta que Argentina no solucione sus problemas fiscales y monetarios, la problemática se repetirá una y otra vez. Lo único que puede variar es el nivel de daño a solucionar: mientras más demore un programa de reformas de fondo, de más abajo tendrá que salir el país.