La gestión de Cambiemos ha usufructuado la figura de Cristina Fernández de Kirchner hasta el hartazgo. Durante la primera mitad del Gobierno de Mauricio Macri, el oficialismo, aunque lejos de revertir la complicada situación económica, se mostraba confiado en que el repudio a CFK era mayor a las críticas de la actual gestión.
Durante 2016 y 2017 Macri y compañía pudieron mostrar los humildes logros de la estabilidad del gradualismo e hicieron de las causas de corrupción del kirchnerismo la principal estrategia comunicacional: la polarización y el contraste de a poco se convirtió en lo único concreto del Gobierno.
Pero la crisis del año pasado dejó en evidencia la endeble situación económica y el panorama cambió drásticamente. Luego de terminar en el megasalvataje del FMI y de afrontar mes a mes los índices de una inflación descontrolada, Cambiemos hoy no está en condiciones de garantizar un segundo mandato. Ya no ante un posible balotaje con otro peronista “no K”, sino ni siquiera con la misma Cristina Fernández de Kirchner. La complicadísima situación económica impactó de lleno en las encuestas y ya hay estudios que aseguran que la exmandataria estaría en condiciones de imponerse a Macri en una segunda vuelta este año.
En las últimas semanas, la idea del retorno de CFK ya se convirtió en uno de los escenarios concretos que consideran los analistas e inversores. Desde los voceros kirchneristas ya se percibe una nueva estrategia: de a poco va apareciendo la moderación en el discurso. La que no habla es Cristina y su silencio es sinónimo de incremento en la intención de voto. Mientras tanto Cambiemos se desgasta día a día.
Este nuevo panorama confluye en la pregunta obligada. ¿Puede ser peor otro mandato de este Gobierno fallido? ¿Peor incluso que el temido retorno de CFK? Aunque por ahora es todo futurología (cabe destacar que al día de hoy ni siquiera están confirmadas las candidaturas de ninguno de los dos) existen algunos puntos que se pueden ir analizando.
La vocación de poder del peronismo y el mérito de la supervivencia (pero la destrucción de las instituciones)
De más está decir que si Cristina logra el retorno para un tercer mandato, al día siguiente contará con todo el justicialismo alineado. Aunque el peronismo ha utilizado (incluso como carne de cañón en los años de la violencia política) a los militantes más ideologizados, a la hora de ejercer el poder la ideología que primó siempre es el pragmatismo.
El viejo Perón que regresó en los setenta jamás consideró siquiera volver a la Constitución fascista de los cuarenta, que él mismo había impuesto. El Menem de los noventa hizo todo lo contrario a lo que prometió en campaña y la misma Cristina ha mostrado sus contradicciones también. Durante el menemismo ella acompañó al expresidente y votó todas las privatizaciones, en orientación opuesta a lo que fue su presidencia. Pero el contexto de 2003, cuando Néstor Kirchner fue electo, es muy diferente al de hoy. El mundo ha cambiado de tendencia, ya no están Chávez ni Lula y no hay más recursos para seguir la fiesta populista.
Es por esto que, aunque suene increíble, sería perfectamente posible imaginar un nuevo mandato de Cristina de mayor responsabilidad en materia económica. No por voluntad ni deseo, sino por la mera supervivencia. De acceder nuevamente al sillón de Rivadavia, Kirchner tendrá en claro desde el día uno que no hay otra cosa que hacer en Argentina que no sea poner las cuentas en orden y desarticular la bomba que en parte ella misma creó. Sobre todo si está interesada en quedarse más de un período otra vez. El desafío más importante que enfrentaría sería sobrevivir a la crisis de confianza al inicio de su mandato.
Aunque no resulte imposible considerar a una CFK moderada en lo económico (que incluso pueda mostrar mejores resultados que Macri), el aspecto fundamental a tener en cuenta en este escenario es el riesgo que corren las instituciones en caso del retorno.
La corrupción galopante del período 2003-2015 necesita obligatoriamente una prensa alineada y una justicia dominada. La enormidad de causas en su contra y de los funcionarios que la acompañaron a ella y a su difunto esposo, requieren de la destrucción de la justicia independiente para sobrevivir. CFK no está en condiciones de afrontar un Poder Ejecutivo autónomo y organismos de control con libertad de acción. Esta cuestión no es menor y debe ser considerada a la hora de entusiasmarse con cualquier cosa que termine con el fracaso estrepitoso de Macri y Cambiemos.
Un Macri reelecto: más débil y cercado
Los desatinos en materia económica de la gestión del presidente hicieron que el radicalismo, socio del PRO en Cambiemos, gane espacio y pida más poder. Al día de hoy, la UCR le pide el compañero de fórmula y sueña hasta con imponer también al próximo ministro de Economía. Esto no es neutral a la hora de analizar el desempeño económico de un hipotético segundo mandato.
¿Si Macri no pudo, no quiso o no supo llevar a cabo el plan “ortodoxo” que necesitaba desesperadamente Argentina cuando no tenía que pedirle permiso a nadie, qué hace pensar que podrá hacerlo cogobernando con los socios de la Internacional Socialista?
El radicalismo no quiere saber nada con adoptar un programa económico responsable y fuerza constantemente a Macri a volcarse por medidas populistas y demagogas, como el actual “congelamiento” de precios.
La Unión Cívica Radical, ya incómoda por su sociedad con lo que considera “la derecha”, no va a estar dispuesta a llevar a cabo el programa económico racional necesario, por lo que no hay motivos serios para ilusionarse con un segundo período donde Macri haga algo distinto.
La única posibilidad dentro del campo de la teoría sería que el líder de Cambiemos consiga la reelección y luego traicione a sus socios incómodos (a los que necesita para buscar un nuevo mandato) desde el primer día. Un escenario de ruptura semejante dejaría al macrismo en absoluta debilidad parlamentaria y con la obligación de formar una nueva coalición inmediata con el peronismo. Semejante movimiento osado parece estar muy lejos de los riesgos que Macri muestra estar dispuesto a tomar.
Lamentablemente, estas cuestiones no tienen respuestas concretas por ahora, sin embargo, merecen ir siendo analizadas mientras se aclara el panorama electoral argentino.