Fue el caso más paradigmático de la corrupción kirchnerista. El más explícito y también el más bizarro.
Corría el año 2016 cuando José López fue atrapado queriendo esconder bolsos con 9 millones de dólares en un convento de General Rodríguez, provincia de Buenos Aires. La iglesia en cuestión estaba adaptada para esconder botines del dinero de la corrupción de la obra pública, proveniente del entonces ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, hoy detenido.
El exfuncionario, como otros miembros del gobierno anterior, quedó inhabilitado de por vida para ejercer cualquier cargo público y fue condenado a seis años de prisión. Su esposa, María Amalia Díaz, fue encontrada culpable por “partícipe necesaria” y fue condenada a dos años. Por su parte, la monja Inés Aparicio, encargada de ayudar al exfuncionario a esconder los bolsos dentro del convento, fue absuelta. Se la acusaba del delito de encubrimiento.
La justicia determinó que el dinero, como también los relojes de alta gama que se decomisaron en el operativo, serán donados a diferentes hospitales como el de Niños y el Garrahan. Según el fallo, los centros se convertirán en acreedores de los bienes incautados para “satisfacer necesidades prioritarias de asistencia médica” como así también para comprar “insumos para la atención de los pacientes y aparatología”.
Durante su declaración, López había dicho que el dinero no era suyo, sino de “personas vinculadas a la política”. En su presentación judicial aseguró también que fue Fabián Gutierrez, exsecretario de Cristina Fernández de Kirchner, el que le ordenó que esconda el dinero, que supuestamente le pertenecía a Daniel Muñoz, fallecido secretario de Néstor Kirchner.
“Lo odié, como pocas cosas he odiado en mi vida”
La expresidente Cristina Fernández habló al respecto en una entrevista realizada un año después de la detención del exfuncionario de su gobierno. Allí se desligó por completo de cualquier responsabilidad o vinculación con el dinero incautado y dijo que llegó a odiar a José López.
“Esa noche en Calafate yo quería patear todo. No pensaba en mí ni en el gobierno ni en el proyecto, pensaba en los pibes. Hay pibes que se tatúan la imagen de Néstor o la mía en el brazo como la de Perón o la de Evita”. Luego resaltó: “Creo que lo odié en ese momento a José Lopéz, como a pocas cosas he odiado en mi vida, si te lo tengo que decir, lo odié”.