Muchas veces dentro del peronismo (que abarcó de la ultra izquierda hasta la ultra derecha del espectro político argentino) hay versiones encontradas sobre la interpretación del legado de Juan Domingo Perón. En varias oportunidades por lo vago de algunos conceptos que quedan sujetos a la interpretación y en otros por los diferentes momentos históricos en los que se expresó y actuó políticamente el General.
Pero de vez en cuando, el fundador del Partido Justicialista tenía definiciones muy claras, que, más allá de lo que uno piense al respecto, no quedan dudas sobre la posición oficial del “primer trabajador”, como dice la marchita. Paradójicamente, el kirchnerismo, que se considera la fiel expresión del peronismo más auténtico, tiene serios problemas para justificar una de sus políticas más defendidas desde la óptica del padre del peronismo.
En noviembre de 2008, bajo la presidencia de Cristina Fernández, el Senado aprobó la eliminación de las jubilaciones privadas y el Estado se hizo cargo de todos los fondos para ser administrados por el “sistema de reparto” gubernamental. La iniciativa, que fue aprobada con 46 votos a favor y 18 en contra, era una obsesión del Poder Ejecutivo de entonces, que se nutría de donde podía para financiar un populismo insostenible en el tiempo.
Aquella decisión sigue siendo reivindicada por el kirchnerismo como una clara bandera de “justicia social”, término que retrotrae automáticamente al mismo Perón. Pero, curiosamente, el histórico caudillo se expresó sobre esa posibilidad en vida y la denominó lisa y llanamente como “un robo”.
En una transmisión oficial a finales de 1973, cinco meses antes de su muerte, Juan Domingo Perón se refirió a los problemas del sistema previsional y reconoció que el Estado no es la solución al respecto. En aquella oportunidad, el líder del justicialismo advirtió que la situación de los ancianos era de “abandono”.
“No quisimos hacer un sistema previsional estatal, porque yo conocía y he visto ya en muchas partes, que estos servicios no suelen ser ni eficientes ni seguros”, indicó Perón.
Para que no queden dudas al respecto, el entonces presidente dijo que las jubilaciones en manos del Estado, se torna en “una obligación que siempre mal cumple”.
Con respecto a un antecedente de 1956, un año después del derrocamiento en su segundo mandato, Perón recordó cuando el Estado tomó las cajas de previsión privadas. En sus palabras, ese acto fue “un robo, porque no era plata del Estado eso”.
Es decir, que una de las principales banderas del kirchnerismo, que se jacta de representar al legado vivo de Perón, tiene como estandarte un hecho que para el líder, ya espiritual, se trata directamente de un hecho delictivo. Una contradicción más dentro del peronismo.