
El manual de la educación cívica dice que el Estado y el partido de Gobierno son dos cosas distintas. Aunque los fascismos dejaron en claro que la barrera que separa las dos estructuras debe ser eliminada, las democracias occidentales siempre buscaron mantener las formas.
Durante los años del kirchnerismo la ensalada que mezclaba el Estado, del partido y del Gobierno era imposible de separar. No había que buscar mucho para encontrar la simbiosis poco republicana. En épocas de campaña, las mesitas callejeras de los candidatos de Cristina Fernández llevaban hasta las sombrillas de los ministerios. Era claro que todo era la misma cosa.
El partido del actual presidente, Mauricio Macri, se llama Propuesta Republicana. La propuesta, valga la redundancia, era corregir las desprolijidades poco republicanas que implementaron Néstor y Cristina Fernández. Pero al ocupar el poder, primero en la Ciudad de Buenos Aires y luego en la Nación, los vicios resultaron demasiado tentadores como para dejarlos de lado. Todo el mundo recuerda la idea de imponer a los jueces de la Corte Suprema por decreto o la “compra” de dirigentes políticos para beneficio propio. Pero en esta campaña electoral el macrismo volvió a los modos cuestionables. Por una curiosa razón, los medios de comunicación están repletos de propaganda del actual presidente. Resulta que es imposible distinguir los spots de Presidencia de la Nación de los del Macri candidato.
Desde hace ya un tiempo, los spots oficiales mostraron todos el mismo formato: una filmación que parece ser obtenida de un teléfono celular. Luego del mensaje aparece la leyenda “sigamos haciendo lo que hay que hacer” y el anuncio de Presidencia de la Nación.
El estilo fue insistente y se realizaron varios proyectos comunicacionales con el mismo formato. Con el estilo ya en la cabeza de todos los argentinos, se inició la campaña para las elecciones de este año. Luego de la última reforma electoral, el Estado asigna los lugares en pos de una supuesta “democratización” y de la igualdad de oportunidades. Pero como ocurría con el kirchnerismo, esa igualdad es una mentira.
El frente oficialista repitió impunemente el mismo formato para la campaña partidaria. Los spots son prácticamente iguales, por lo que a cada instante la gente está viendo y escuchando los anuncios macristas. Algunos “partidarios” y otros “oficiales”. El contenido, el estilo y el formato es la misma cosa. La única diferencia es que en el final del anuncio, en vez de leer “Presidencia de la Nación”, aparece la boleta Macri-Pichetto.