Mauricio Macri se convirtió en presidente el 22 de noviembre de 2015 por 678 774 votos. En aquella segunda vuelta, el candidato de Cristina Kirchner, Daniel Scioli, cayó por casi 3 puntos, luego de haber ganado las primarias y las generales. El cementerio del kirchnerismo fue definitivamente la provincia de Córdoba. Allí, el macrismo ganó por paliza: más del 71 % del padrón le dijo “no” a la expresidente y a su delfín. La extravagante suma fue más que suficiente para que Macri sacara la diferencia necesaria para ganar la nación.
Aunque la gestión económica del actual Gobierno no haya alcanzado las expectativas más humildes, es lógico que el votante cordobés no se volcará mayoritariamente por la dupla de los Fernández. Sin embargo, el desgaste del macrismo en estos cuatro años puede hacer que la diferencia sea menor en esta oportunidad. Eso necesita Alberto si quiere ganar la elección: perder por poco en la provincia de Córdoba. Ganar es imposible, pero si achica distancias puede tener una posibilidad.
Por eso el candidato del Frente de Todos eligió suelo cordobés para el cierre de campaña. Una apuesta de riesgo, sin dudas. Cuando se abran los sobres el domingo se verá el impacto de esta movida. Pero para hacerla completa, Alberto Fernández se dio el lujo de mostrarse solo. La expresidente y candidata a vicepresidente no participó en el evento. Es más, ni siquiera pisó la provincia. Kirchner fue a lo seguro y se hizo presente en el cierre de Buenos Aires. Todo un símbolo de la campaña bipolar del Frente de Todos.
“Les pido que olvidemos las rencillas del pasado”, le dijo Alberto a la provincia que le dio la espalda de la peor manera al peronismo hace cuatro años. En su discurso, Fernández tomó distancia de la última etapa radical del kirchnerismo y se excusó de una manera insólita: “Ni siquiera entendí por qué han ocurrido esas cosas porque no estaba yo allí”, señaló.
Cabe destacar que el exjefe de Gabinete abandonó a Cristina en 2008, un año después de ser reelecta para su último mandato. La crisis del campo y la guerra contra el multimedio Clarín fueron los factores principales que alejaron al hombre de confianza de Néstor Kirchner del anterior Gobierno.
Desde entonces Fernández fue muy crítico con el kirchnerismo. Luego de abandonar el cargo llegó a decir que no había absolutamente nada para rescatar del último período de Cristina y que el rol del peronismo en esa etapa fue “patético”. Criticó el memorándum de entendimiento con Irán, se horrorizó por el manejo del caso Nisman y le echó la culpa a Axel Kicillof por el desastre del manejo económico. A pesar de todo (o por eso mismo), Cristina lo tuvo que elegir a él para intentar doblegar a Macri.
Hoy Alberto apunta a un blanco muy difícil: conseguir votos “no kirchneristas” que acepten votar a la misma Cristina como vicepresidente. La crítica al macrismo es la excusa para hacer el esfuerzo. En tres días veremos los resultados.