Desde el oficialismo se apuntó a la polarización total durante la campaña antes de las primarias. El macrismo hizo todo lo posible para que Cristina Fernández de Kirchner (CFK) fuera la candidata de la oposición, pero la expresidente salió con una jugada inteligente: juega, pero no juega. Está, pero no está. CFK eligió a Alberto Fernández para encabezar la fórmula y se quedó con la postulación a vice. Si perdía, ella no perdía. En ese caso perdía Alberto, claro. Si ganaba, se anotaba la victoria como propia.
Aunque Fernández se mostró lo más moderado posible durante los días previos al 11 de agosto, el macrismo apunto a la expresidente y advirtió del totalitarismo que sufriría la Argentina si triunfaba el Frente de Todos. Para el análisis quedará si el electorado ignoró o no creyó las advertencias, pero Fernández ganó por 15 puntos de diferencia. El colapso total de los mercados, la nueva devaluación y la corrida sobre el dólar del primer lunes luego de las primarias fue total. El peso argentino perdió un 30 % de valor en un plumazo aquel 12 de agosto. Desde entonces, todo está sostenido por alfileres.
La primera reacción (Macri ya pidió disculpas al respecto) fue responsabilizar al electorado por votar a la oposición. Luego, el mismo presidente dijo que el que tenía que brindar calma y previsibilidad era Fernández. La respuesta del exjefe de Gabinete no se hizo esperar: “Desde el Gobierno se dijo que nosotros eramos Venezuela, acá están los resultados. El oficialismo tiene la responsabilidad de lo que pasó”.
La volatilidad cambiaria hizo que en varias oportunidades Macri y Fernández conversaran y dieran un mensaje de unidad. Los mercados se calmaron y el dólar frenó su escalada. Pero el oficialismo perdió un comodín: se quedó sin el caballito de batalla discursivo sobre que si ganan los Fernández se incendia el país. El necesario llamado a la paz le arrancó la mejor carta que tenía Juntos para el Cambio.
Ni lento ni perezoso, ante la “campaña light” sin agresiones que generó la dramática situación, Alberto salió a profundizar su discurso moderado. Cristina está escondida y Fernández ahora busca, incluso, superar el 47 % que consiguió en las primarias.
Sin rastros de discurso kirchnerista, pero ¿es creíble?
En una presentación en el Malba, en la jornada de hoy, Fernández se mostró no solamente alejado, sino en las antípodas del discurso kirchnerista tradicional.
Sus definiciones
“Argentina no tiene posibilidades de caer en default si soy presidente”.
“Soy muy crítico del cepo (control de cambios) y sigo siéndolo. No es una buena solución, es una piedra en una puerta giratoria”.
“Lo último que haría es copiar algo de lo que hizo Guillermo Moreno, le hizo mucho daño a la política argentina” [sobre la falsificación del los índices oficiales durante el Gobierno de Cristina Kirchner]. En ese sentido agregó: “No vamos a manipular el INDEC [Instituto Nacional de Estadística y Censos]. Es el termómetro de la economía, no hay que enojarse con el termómetro”.
Respecto a la relación con Jair Bolsonaro: “Fue un error mio contestarle. Me dejé llevar por la lógica de Bolsonaro. Brasil es más importante que cualquier enojo mío con un presidente”.
Sobre el presidente de lios EE. UU: “La relación con Trump tiene que ser cortés, amable y respetuosa. No hay que pelearse con Estados Unidos. Tiene que haber un vínculo multilateral con el mundo”.
Sobre Venezuela: “Yo tenía la percepción de que había un conflicto de convivencia democrática, pero cuando leí el informe de Michelle Bachelet, vi que va más allá de lo que creía”.
Sobre la lucha del kirchnerismo contra los medios de comunicación: “Es una vergüenza. En aquel momento me puse del lado de los periodistas, y ¿qué me costó?, que terminaran diciendo que era un hombre de Clarín. Héctor no me deja mentir; desde que renuncié nunca más lo vi a Héctor hasta hace poquito”. “Héctor” es nada más y nada menos que Héctor Magnetto, el CEO de Clarín, el multimedios que el kirchnerismo pretendió arrinconar con la denominada “ley de medios”.
Detrás de Fernández el logo de Clarín se lucía en todo su esplendor y su eventual presidencia es cada vez más todo un misterio. CFK no aceptará un rol secundario, pero tampoco es probable que Clarín se esté suicidando. Sobrevivió con lo justo al kirchnerismo para que hoy se muestre amable con un eventual retorno que pueda generar su destrucción.
Lo único que queda claro es que o la negociación es amplia y abarca a todos los sectores, o inevitablemente habrá grandes traidores y traicionados a partir del 2020.