En vísperas de las elecciones, en los países normales existen algunas certezas. Aunque los resultados de los comicios sean un misterio, uno ya está en condiciones de saber ciertas cosas: la orientación político-ideológica del bando que triunfará y el color del sector opositor, que seguramente estará liderado, al menos por un tiempo, por el que quede de segundo.
En la Argentina de 2019 nada de todo esto tiene vigencia. Aunque lo lógico sería que se imponga la dupla de los Fernández (Alberto presidente y Cristina vice), nadie sabe con certeza cuál será el rumbo del neoperonismo. Para algunos la expresidente tomará el mando instantáneamente para sumergir al país en el más crudo de los populismos, situación que generará una tragedia de índole venezolana. Para otros, en pos de la supervivencia política (y la tranquilidad judicial de CFK), se viene un gobierno moderado, que incluso podría tener mejores resultados en el ámbito económico que lo que deja el macrismo.
Pero el misterio no termina en el futuro oficialismo. El espacio opositor deja aún más dudas: no se sabe ni el color ideológico que tendrá ni tampoco cuáles serán sus liderazgos. El peronismo, que se ha vestido de izquierda y derecha según la circunstancia y conveniencia del momento, sin dudas pondrá la música. El panradicalismo opositor bailará a ese compás.
El espacio oficialista, que estará en funciones hasta diciembre, es bastante heterogéneo. Por un lado está el partido de Mauricio Macri, el PRO (Propuesta Republicana). Allí, debajo de él, sobreviven las figuras que gobiernan ciudad y provincia de Buenos Aires: Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal. Al macrismo lo complementan la Coalición Cívica (CC) de Elisa Carrió y la Unión Cívica Radical (UCR). Esta, aunque en la actualidad carece de liderazgos fuertes, le otorga a Juntos por el Cambio (exCambiemos) la territorialidad a nivel nacional. Acompaña este espacio (que en cualquier lugar del mundo sería la centroizquierda, pero curiosamente en Argentina representa la centroderecha) el senador peronista Miguel Ángel Pichetto, compañero de fórmula del presidente en estas elecciones.
En la Casa Rosada nadie se anima a dar por perdida la elección delante de Macri. El presidente tampoco evalúa esta opción frente a sus colaboradores. Solamente se hace referencia a la necesidad de llegar al balotaje para conseguir el triunfo en segunda vuelta. Pero lo cierto es que Alberto está muy cerca de conseguir los votos para triunfar en la primera mano del 27 de octubre.
Aunque muchos analistas aseguran que Macri no tiene futuro luego de su presidencia, algunos periodistas insisten en que el presidente tiene en la cabeza el caso de Sebastián Piñera. La tesis detrás de lo ocurrido en Chile se basa en un fracaso de los Fernández, que le brinde una nueva oportunidad al líder de Juntos por el Cambio. Pero en el caso que el Frente de Todos llegue al poder y colapse la economía, Macri tiene un desafío complejo para mantenerse como el titular de los suplentes.
Para empezar, es difícil imaginar que “la pata peronista” del macrismo se quede con él con un nuevo peronismo en el poder. Pero, por otro lado, los radicales también discutirán seriamente el liderazgo de Macri a partir del próximo año. El centenario partido tiene un conflicto interno importante: los dirigentes siguen con el presidente, pero las bases no quieren saber nada. El militante radical considera que la UCR fue el “furgón de cola” de Cambiemos y no tiene intenciones de seguir bajo la órbita del PRO. Elisa “Lilita” Carrió y su CC parecen ser las fichas que Macri tiene más aseguradas hacia el futuro.
Aunque el actual oficialismo sea una construcción de y para el poder, sin una cohesión que permita imaginarla sobreviviendo en el llano, lo cierto es que el actual presidente, por ahora, no tiene grandes competidores ante los Fernández. Roberto Lavagna, que incluso muchos lo sugieren como posible ministro o colaborador de Alberto, en el caso de que no se sume al Frente de Todos, ya tiene 77 años, por lo que no cuenta con la proyección necesaria para dentro de cuatro años.
Recién a partir del año que viene se verá quién gobernará en el bando ganador, quién liderará el espacio opositor y qué color político tendrá cada espacio. Por ahora, todo es un misterio.