Los últimos meses de la gestión de Mauricio Macri se parecen demasiado a los capítulos más desastrosos del kirchnerismo en materia económica. En algunos apsectos, la situación es más calamitosa en la actualidad, hay que decirlo. La obstinación por una ley que regule el precio de los alquileres (ante la inflación que no da respiro) fue un caballito de batalla del gobierno anterior. Pero hay que ser honestos y reconocer que ellos eran más cínicos, pero también más inteligentes.
La expresidente dejaba que sus cuadros más ideologizados salieran a proponer un cálculo marxista y delirante que compute “el precio justo”, pero nada tenía tratamiento parlamentario. La multimillonaria y magnate hotelera del Sur no tiene un pelo de tonta, claro.
Lo mismo pasaba con la persecución al dólar libre, es decir, al “tipo de cambio blue”. Aunque se repetían amenazas de todo tipo desde el Estado, el mercado negro funcionaba impunemente. De vez en cuando se realizaba algún operativo, pero no era otra cosa que material para los medios de comunicación. Si uno salía a la calle con la cantidad adecuada de pesos, conseguía los dólares del mercado paralelo sin caminar demasiado.
Ante la falta de reformas de fondo, los problemas siguen siendo los mismos. Lo único que cambió desde diciembre de 2015 es que creció la deuda, la pobreza y que Cristina, impúnemente, pudo lavar su cara para el regreso triunfal. Pero en medio de la desesperación y tras la paliza de las primarias, los equipos de Mauricio Macri salieron a desplegar las peores armas populistas y contraproducentes que ni el kirchnerismo se animó a utilizar. Un ejemplo de esto fue la utilización de la “ley de abastecimiento” para buscar “congelar” el precio del combustible. Qué, lógicamente, fracasó al primer mes.
Ante el predecible incremento del spread entre el tipo de cambio regulado y del libre, la Gendarmería Nacional se hizo presente en el microcentro porteño con una tanqueta y desplegó a sus efectivos para insistir en el fracaso que ya lleva 4 mil años de historia. La docena de efectivos policiales que interrumpieron a los sujetos que efectuaban sus operaciones mostró una dudosa eficiencia: los operadores dejaron de vender mientras estaban los oficiales y todo siguió como si nada luego que se retiraron.
La otra triste escena tiene lugar por estas horas en el Congreso Nacional, donde los diputados del oficialismo insisten con otro viejo y conocido fracaso: la ley de regulación de precios de alquileres. Todos saben que es absolutamente contraproducente, pero nada importa. Lo único que parece desear el gobierno es el titular en los medios de que se “congelarán” los alquileres en defensa de los más necesitados. Afortunadamente, la oposición, que ya se ve en la Casa Rosada, no le dará los votos para aprobarla y todo quedará en la nada. En esta oportunidad, el delirante proyecto propone que los alquileres sean el resultado de un “cálculo” entre “la evolución de los precios y los salarios”.
La Argentina que vendrá luego de diciembre de este año, por ahora es un misterio. Lo cierto es que la administración actual, que tuvo la oportunidad de un cambio histórico sin precedentes, se despide de la manera más triste imaginable.