El resultado de las primarias del 11 de agosto fue una cachetada que el oficialismo no pudo superar. La abultada victoria por parte de Alberto Fernández sumergió al macrismo en una crisis de la que hasta el día de hoy no pudo salir.
Ya en la noche de las elecciones, Mauricio Macri dejó en evidencia que estaba absolutamente desorientado. Más allá de que lo haya pensado, es absurdo que el presidente en ejercicio se enoje con los votantes de su país. Las primeras declaraciones del candidato a la reelección, donde culpó a la oposición y a sus votantes, fueron completamente desubicadas y fuera de lugar. Las disculpas del día siguiente poco hicieron para borrar el bochorno de la noche anterior.
Los días posteriores fueron una clara muestra del desconcierto que primaba en la Casa Rosada. La utilización de la bochornosa “ley de abastecimiento” para “congelar” las tarifas del combustible dejaron en evidencia que Argentina estaba bajo un gobierno desesperado. Ni siquiera el kirchnerismo se había animado a meter mano en aquella ley, lamentablemente vigente, heredada de los peores años del peronismo.
La vuelta al control de cambios y los límites a la compra de dólares fueron otra manifestación de la desesperación total. Pero todas las fronteras fueron cruzadas la última semana con la publicación de la lista de los ciudadanos que, supuestamente, se excedieron en la compra de divisas, por encima de los límites que estableció el Gobierno.
Aunque parezca extraído de una novela kirchnerista, el pasado viernes el Banco Central de la República Argentina publicó la lista de las personas que osaron hacer uso de su patrimonio libremente. Cientos de ciudadanos fueron “escrachados” por el Estado tras haber cometido el dudoso delito de comprar más de 10 mil dólares. Los datos fiscales y el número de documento acompañaban a los nombres de los mencionados en la circular emitida por el monopolio monetario argentino, que fue replicada por todos los medios de comunicación.
Más allá de lo absolutamente inconstitucional del control de cambios, totalmente violatorio del derecho a la propiedad privada, la publicación de la lista reviste una serie de problemas concretos para los “escrachados” mucho más allá del campo moral, ideológico o inconstitucional. Ante el temor de un nuevo saqueo de depósitos por parte del Estado, es de público conocimiento que la gente está sacando sus dólares del banco para guardarlos en sus domicilios. La publicación de la lista es un abierto llamado a los delincuentes. La circular no hace otra cosa que confirmar que los mencionados tienen, como mínimo, 10 mil dólares en sus casas particulares.
Cuando Cristina Kirchner mencionó a un abuelo en una cadena nacional, que se había quejado por no poder comprar dólares para un regalo que debía hacerle a su nieta, el país civilizado se escandalizó. Con toda la razón del mundo, muchísimos argentinos (incluidos todos los funcionarios de este gobierno) señalaron a la expresidente por semejante desacierto autoritario. Usando la misma vara, ¿qué crítica le caería al macrismo por el abuso de la última semana?
Hay que ser justos y reconocer que Mauricio Macri no debe estar pasándola bien por estos días. Más allá de las advertencias sobre el fallido gradualismo, no debe ser sencillo estar en la piel del mandatario que está a punto de perder las elecciones, teniendo que devolverle el poder a CFK luego de un mandato fallido.
Pero nada de esto es excusa como para hacer la vista gorda ante los manotazos de ahogado de un gobierno que, lamentablemente, en su desesperación ya está mostrando vicios autoritarios.
El presidente Macri debería reflexionar y pedir disculpas por la publicación de la lista del viernes y retirarla con suma urgencia de la página web del BCRA, más allá que ya haya sido publicada por los medios. Las acciones desesperadas difícilmente podrán devolverle credibilidad a una gestión que, en lugar de corregir el rumbo, sigue profundizando sus errores.