Una de las escenas más divertidas de la película Meet the parents (La familia de mi novia), protagonizada por Ben Stiller, tiene lugar dentro de un avión. El personaje principal tiene una discusión con una empleada de una aerolínea, ya que este se niega a despachar el equipaje luego de que la empresa perdiera su maleta en el vuelo anterior. Ante la insistencia del personal, Stiller argumenta que lo dejen en paz con su equipaje y manifiesta que no tiene una bomba dentro. La mera mención al explosivo causa su arresto y al momento del interrogatorio, el personal policial lo acusa de haber dicho la palabra “bomba” dentro del avión. El personaje se indigna y dice que, justamente, dijo que “no” tenía una bomba. “¿Qué tiene de malo decir bomba? ¡Bomba! ¡Bomba! ¡Bomba!”, grita desesperado Greg Focker luego de un viaje en donde todo salió mal con la familia de su novia.
Algo parecido ocurre en la política argentina con otro tema tabú. En momentos de crisis, la política y los funcionarios son el avión y la palabra “bomba” equivale a decir “depósitos en dólares”. El recuerdo de 2002 todavía está vigente. Luego de la corrida, la devaluación y el “corralito” que impidió a los depositantes retirar sus ahorros, el entonces presidente Eduardo Duhalde mencionó una frase que pasó a la historia: “El que depositó dólares recibirá dólares”.
La intención desesperada de generar confianza había llegado luego de otro manotazo de ahogado. Antes de caer, el Gobierno de Fernando de la Rúa había aprobado la ley de “intangibilidad de los depósitos”. La normativa, que generó más miedo que confianza, decía que el Estado no podía meter mano en el dinero que la gente tenía en los bancos, ni tampoco cambiar las condiciones de los contratos. Es decir, se aprobó una ley para validar algo que ya estaba en la Constitución: el derecho a la propiedad privada. El absurdo era equivalente a que en una situación de violencia, el Estado diga que no se puede matar a la gente por la calle, mediante una ley del Congreso. Una redundancia que generó más alarma y terminó siendo contraproducente.
Desde entonces se discute si la ley de intengibilidad, que tuvo a varios intelectuales liberales detrás, había sido un error o no. Pero sin duda hay acuerdo total sobre el peligro de ciertas menciones en momentos de crisis. En el país de las historias repetidas, Alberto Fernández reeditó la discusión a cuatro días de las elecciones. El candidato del Frente de Todos, y compañero de fórmula de Cristina Kirchner, le pidió a la gente que esté tranquila, ya que su gobierno “respetará los depósitos en dólares”.
Aunque el temor está vigente y mucha gente ya sacó todo su dinero del banco, la promesa de garantía no hace otra cosa que sumar incertidumbre a un momento extremadamente delicado.
“Si se repiten los resultados espero que el lunes los mercados estén tranquilos porque con nosotros están seguros, y los argentinos no tienen que estar nerviosos porque vamos a cuidar sus ahorros y sus depósitos en dólares”, dijo hoy el ganador de las primarias del 11 de agosto y principal candidato a ganar las elecciones.
Mientras tanto, las dos jornadas previas al fin de semana electoral prometen ser movidas. Hoy volvió a subir el dólar y la divisa “oficial” cerró en 62,37 PESOS. Pero el termómetro lo marcan el “blue” y el “contado con liqui”, que siguen ampliando su brecha con el cambio regulado, que no hace otra cosa que dilapidar reservas todos los días.
Mañana jueves será otra historia.